Amiga, date cuenta
Director ejecutivo Piensa Abogado y profesor Derecho PUCV "Los partidos políticos son importantes para el proceso constituyente y los chilenos siguen creyendo que la democracia es la mejor forma de gobierno". Eduard Bofill Chávez Profesor Escuela de Derecho Universidad de Valparaíso "Si los partidos políticos dejan de ser representativos y ya no convocan ni encantan a la ciudadanía, entonces la democracia también se ve afectada".
"Amiga, date cuenta", es un consejo muy popular en redes sociales, a través del cual se busca ayudar a alguien en una relación tóxica o que no se está dando cuenta de algo grave que todo el resto percibe y que aún está a tiempo de cambiar.
En una situación similar se encuentran los partidos políticos, indispensables para nuestra democracia, pero sujetos a una gran desconfianza. El 79% votó para que la eventual nueva Constitución no sea redactada por parlamentarios, el 94% de nuestra región tiene "nada o poca confianza" en el Congreso y el 85% asocia a los partidos a corrupción (Encuesta Piensa 2020).
¿Pueden los partidos, sujetos a esta "camotera" social liderar la redacción de la eventual nueva Constitución?
Los partidos tienen un rol insustituible en nuestra democracia. Son el vínculo entre la ciudadanía y el Estado y, cuando están institucionalizados, expresan de modo consistente las preferencias de las personas, agregando y traduciendo las demandas sociales en programas de gobierno. La salud de nuestra economía y la posibilidad de retomar el progreso tiene que ver con la estabilidad de nuestras instituciones y de nuestro sistema de partidos, antídoto contra el caudillismo.
Si los partidos no cambian se volverán irrelevantes y pondrán en entredicho nuestra democracia. En primer lugar, deben dejar de ser obsecuentes con la violencia política. Hace pocos días la Cámara de Diputados rechazó -con los votos del FA, PC, PS, algunos PPD y Ossandón (RN)- un proyecto que exigía a los partidos renunciar expresamente al uso, propugnación o incitación a la violencia. A su vez, muchos han sido ambiguos cuando ella daña al Gobierno. Se están disparando en los pies al no apostar por la resolución pacífica de nuestras controversias, base de la democracia y del sistema de partidos.
En segundo término, deben aprovechar la oportunidad del debate constitucional para oxigenarse. Además de bajar las barreras de entrada para los independientes, deben abrir sus pactos para que ciudadanos que suscriben sus visiones pero que no militan puedan competir, renovando sus cuadros y dando nueva vida al escenario político.
En tercer lugar, internet y las redes sociales han puesto en entredicho la necesidad de intermediación de los partidos. Hoy la ciudadanía más que ser escuchada reclama ser copartícipe de la solución de los problemas públicos y los partidos, resistiendo la tentación de instrumentalizar a las organizaciones de la sociedad civil que tienen sus fines propios, deben replantearse para poder cumplir con ese propósito.
En cuarto término, deben combatir la creciente demagogia que ha transformado nuestra política en un concurso de simpatías, repleta de ofrecedores de imposibles afanados en su reelección y el momento presente, sin mayor preocupación por el futuro. Si la política es replicar la supuesta opinión mayoritaria que se expresa en encuestas, mejor cambiemos a nuestros parlamentarios por computadores que harán esa tarea de modo más eficiente.
Finalmente, deben hacer realidad el mantra de tolerancia cero a la corrupción. El 85% de nuestra región percibe que en Chile ésta es alta o muy alta y es el quinto principal problema a solucionar por el Gobierno (Encuesta Piensa 2020). Este 9 de diciembre es el Día Internacional contra la Corrupción, el que podría ser aprovechado para promover una ley de tolerancia cero, inhabilitando perpetuamente a los militantes que participen en actores reñidos con la probidad.
Los partidos políticos son importantes para el proceso constituyente y los chilenos siguen creyendo que la democracia es la mejor forma de gobierno. Por ello, tienen que darse cuenta que deben cambiar, siendo irreductibles en la condena a la violencia, oxigenando sus cuadros, ayudando a la sociedad civil a participar de la solución de los problemas públicos, combatiendo la demagogia y teniendo tolerancia cero a la corrupción. Junto con esto, pueden recuperar su prestigio a través de la moderación y la consecución de acuerdos transversales. Las constituciones frutos de acuerdos hacen más posibles la alternancia en el poder, la protección de los derechos de las minorías y la inexistencia un partido hegemónico.
Si quieren seguir siendo relevantes ¡dense cuenta!
Desafíos para los partidos políticos en torno al proceso constituyente
Hablar sobre los partidos políticos es impopular. No es una tarea fácil. Gran parte de la ciudadanía ha dejado de sentirse representada por estos, lo que ha derivado en una profunda crisis de confianza. Las cifras lo demuestran. Solo por dar un ejemplo, según la encuesta CEP de diciembre de 2019, la confianza en los partidos políticos marcó solo un 2%. Quizás esto explica la baja participación en las primarias para gobernadores y alcaldes del pasado domingo, que fue de un 2,89% y 4,37% del padrón electoral, respectivamente.
Los partidos se encuentran en jaque.
Estos órganos cumplen -o debiesen cumplir- un rol primordial dentro de una sociedad democrática como la nuestra. Agrupan a personas que tienen ideales y principios en común. Permiten levantar proyectos políticos que darán gobernabilidad al país. Son un cuerpo intermedio que, precisamente estando entre las personas y el Estado, buscan llegar al poder. Este es su fin principal. En este sentido, al interior de los partidos -y entre de sus militantes- siempre debe primar la democracia interna. No nos olvidemos que vivimos en una democracia representativa. Por la cantidad de personas que somos, casi 19.000.000 de habitantes, ya no podría ser completamente directa. ¡Es imposible que nos juntemos todas y todos en una plaza a deliberar cada vez que se debe tomar una decisión!
Por lo mismo, escogemos en las urnas a nuestras y nuestros representantes. Y son los partidos políticos los que buscan, precisamente, representarnos. Si los partidos políticos dejan de ser representativos y ya no convocan ni encantan a la ciudadanía, entonces la democracia también se ve afectada. El 15 de noviembre de 2019, diversos partidos políticos firmaron el "Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución", donde buscaron dar una salida democrática para resolver un problema propio de la convivencia política, como son las causas del estallido social. Este 25 de octubre tuvimos el primer plebiscito en democracia, donde todas y todos pudimos expresar nuestra opinión respecto a la conveniencia de redactar una nueva Constitución. Esto implica tener una conversación entre iguales y poder definir una nueva estructura jurídica de la convivencia.
Lo anterior es muy importante para la ciudadanía. Necesitamos un cambio. La magnitud del triunfo del Apruebo da luces sobre ello. El 11 de abril de 2021 será una fecha clave, en la que podremos elegir precisamente a nuestras y nuestros 155 representantes para la Convención Constitucional, con reglas de paridad de género. El rol de los partidos políticos en este momento constituyente es primordial. Deben intentar, mediante señales y acciones concretas, recuperar la confianza del pueblo. Esto implicará, entre otras cosas, que deben comprometerse con organizar una sociedad más justa y digna. Un punto importante será la posibilidad de establecer una unidad programática para la Convención. Esta tendrá un quórum de 2/3 de sus integrantes en ejercicio para que una norma entre al texto de la Nueva Constitución.
Ningún partido por sí solo logrará tal mayoría. Esto invita a pensar acuerdos programáticos en materias tan importantes como: igualdad de género, educación, salud, pensiones, Constitución económica, respeto al medioambiente, entre otros. ¿Podrán los partidos políticos pensar a largo plazo en estas esferas tan importantes para nuestra vida? Se ha discutido mucho sobre la importancia de tener representantes independientes en la Convención. Sin embargo, la discusión al interior de este órgano será eminentemente política. Todas las Constituciones tienen un fuerte influjo político, ya que regulan la convivencia social. Creo que un candidato independiente que se autodenomine como "apolítico" no sería idóneo. Esto, porque precisamente la Convención requiere personas con opiniones y posturas políticas sobre nuestra sociedad. Luego están las y los independientes, que no militan, pero tienen algo así como una afinidad o sintonía con un partido político. Quizás esta sea una vía interesante de explorar. Me parece importante que los partidos políticos puedan abrir sus listas a candidaturas con ideas claras y representativas, más allá de su militancia.
La ciudadanía se ha expresado con firmeza y el camino hacia nueva Constitución ya comenzó. Los partidos políticos deben cambiar con miras a volver a representarnos. Una mejor democracia depende de ello.
Juan Pablo Rodríguez