"Cuando hay diferencias entre la ciudadanía y el modelo, lo que tiene que cambiar es el modelo"
Después de semanas de reflexión, el abogado porteño Agustín Squella decidió postular a la Convención Constitucional. El académico irá como independiente en la lista del Partido Liberal, representando a las provincias de Valparaíso, San Antonio y los territorios insulares.
"Como todos, tengo algunas ideas y planteamientos que hacer acerca de una nueva Constitución, pero antes de pedir la palabra me dispondré a escuchar a los demás, puesto que bien podría ocurrir que rectifique algunas de mis ideas como consecuencia de esa escucha", dijo el académico, quien afirmó estar dispuesto a escuchar las propuestas de los ciudadanos.
- ¿Cuáles serían los principales lineamientos que presentaría en la Convención de resultar electo?
- La dignidad humana como principio superior de nuestro ordenamiento jurídico y de nuestras instituciones. La declaración de derechos fundamentales, de todos ellos, y de las garantías que los hagan efectivos. Derechos sociales, sin duda, porque sin un acceso garantizado a una atención sanitaria oportuna y de calidad, a una educación pública de calidad, a vivienda digna, a ingresos justos por el trabajo, y a una previsión también oportuna y justa, nadie puede llevar una vida digna, responsable y autónoma. Una mejor y más equilibrada división del poder entre Presidencia de la República y Congreso Nacional, y entre el gobierno central y los gobiernos regionales, provinciales y comunales, con los debidos controles para que cada uno de esos centros de poder actúe con eficacia, probidad y buen trato hacia los ciudadanos. También una regulación más moderna del Poder Judicial y que favorezca el acceso a la justicia de toda la población.
- ¿Cómo se pueden compatibilizar las demandas sociales levantadas por la ciudadanía con aquellas posturas que plantean mantener el actual modelo?
- Cuando hay diferencias entre la ciudadanía y el modelo, lo que tiene que cambiar es el modelo. La política y la economía son para las personas y no para satisfacer indicadores macroeconómicos, siempre necesarios, pero que no dan cuenta de la situación real de los individuos y sus familias.
- Usted recibirá sugerencias de los ciudadanos para incluir en su candidatura. ¿Qué resultados espera de este ejercicio?
- Tenemos abierto un sitio para ello (agustinsquella.cl). Yo no querría escuchar solo en la Convención, quiero hacerlo ahora mismo.
- Usted irá como independiente en la lista del Partido Liberal, tienda que decidió salir del Frente Amplio. ¿Cuál es su valoración de esta situación?
- Me he definido siempre como un liberal, aunque no neoliberal. Me he definido como un liberal social, un liberal igualitario, que es una versión del liberalismo que, a diferencia de esa otra que se llama neoliberalismo, pone tanto acento en las libertades de las personas como en la justicia social. Una sociedad decente no es solo una ciudad de libertades, lo es también una en que hayan desaparecido las desigualdades injustas en las condiciones materiales de vida de las personas y sus familias.
- ¿Cómo cree que será la discusión y el trabajo de la Convención, viendo el panorama político que hoy por hoy existe en el país? ¿Cree que pueden prevalecer tendencias que apuntan a grandes transformaciones o aquellas que solo buscan cambios moderados?
- Habrá, como siempre, una tensión entre tradición y cambio, y habrá que manejarla como se manejan todas las tensiones: atendiendo a cada uno de los polos sin sacrificar uno en nombre del otro y buscando puntos razonables de encuentro y de acuerdos. Pero lo que tendremos finalmente será una Constitución para el siglo XXI y deberemos pensar más en el presente y en el futuro que en el pasado.
- El Partido Comunista plantea que el proceso constituyente debe ir acompañado "de la movilización de masas". ¿Cómo ve ese llamado?
- El proceso constituyente es compatible con la libertad de expresión y de reunión de la ciudadanía, pero no con un llamado a que las masas "rodeen" la futura Convención. Imposible no entender ese verbo como una intimidación. Además, es raro que el PC esté dando instrucciones a la futura Convención en circunstancias de que no estuvo presente en el acuerdo político del 15 de noviembre, como tampoco lo estuvo cuando decidimos en 1988 inscribirnos en los registros electorales para derrotar a Pinochet en el plebiscito de ese año. Al PC, como a varios otros actores de la vida política actual, le falta mesura, serenidad y también algo de humildad.
- Es probable que lleguen otros representantes de la ciudadanía a la Convención, de los más variados orígenes y ocupaciones, además de aquellas personas que estuvieron en cargos de poder. ¿Cómo se pueden guiar esos debates entre personas que representan distintas realidades, pero que quieren lograr un acuerdo en común sobre el país?
- Los constituyentes tendrán que estudiar, pensar y conversar mucho, y dispondrán para ello de una secretaría técnica y de algún equipo de expertos que los asesore en tal sentido. Protagonizarán un gran coloquio constitucional, en el que participarán todos los chilenos y las organizaciones de la sociedad civil, no solo los partidos políticos.
- ¿Es posible llegar a un consenso para la Carta Fundamental si el ánimo de la clase política y de la calle cada vez es más exaltado, a juicio de ciertas personas?
- No olvidemos que estamos en medio de una pandemia y que seguiremos dentro de ella por varios meses más, y eso exacerba mucho los ánimos y empuja hacia la irritación y la desmesura. Hay que evitar aquella y esta y crear condiciones para que los constituyente sean elegidos y trabajen luego con total serenidad, sin presiones indebidas y, desde luego, sin amenazas y menos con violencia. Chile es ya un país maduro. Cuenta con 210 años de vida independiente y no podemos perder esta oportunidad única y preciosa de tener una Constitución democrática tanto en su origen como en sus contenidos.
- Al final del proceso, ¿es posible que la ciudadanía recupere la confianza con la clase política y la institucionalidad?
- La clase política la tiene dura, pero tendrá también que ponerse a la altura del momento histórico que vive el país. Debatir y aprobar una Constitución no es lo mismo que hacerlo con una cualquiera de las leyes ordinarias que discuten y despachan los parlamentos a cada rato. Y se tratará de una Constitución para la República de Chile, toda ella, y no para uno u otro sector que pretenda imponerse a los demás. Si todos formamos parte de la república, ¿cómo no disponernos a escucharnos unos a otros?
"Chile es ya un país maduro, (...) no podemos perder esta oportunidad única y preciosa de tener una Constitución democrática, tanto en su origen como en sus contenidos".
"Es raro que el PC esté dando instrucciones a la futura Convención en circunstancias de que no estuvo presente en el acuerdo político".