La tarde en que Rosa Montero inventó un pueblo maldito
La última novela de la best seller española partió en uno de sus viajes en tren. La escritora miró por la ventana y vio una estación en ruinas. Desde ahí urdió una lucha tremenda del bien contra el mal. Como telón de fondo un territorio de nadie: la ciudad de Pozonegro.
Rosa Montero nació en Madrid en 1951. Es hija de un matador y una dueña de casa.
La best seller y Premio Nacional de las Letras Españolas Rosa Montero vuelve a las librerías con "La buena suerte", su más reciente novela. La escritora ya lleva más de 30 libros publicados, entre los que se cuentan "Los tiempos del odio", "La carne", "La loca de la casa", "La hija del caníbal", "Instrucciones para salvar el mundo", "La ridícula idea de no volver a verte", "Te trataré como a una reina" y otros. Ha sido traducida a más de veinte idiomas y toda su obra vende millones de ejemplares en el mundo.
Esta vez, la trama arranca con un viaje en tren y la súbita deserción del protagonista. Un hombre desvía su ruta hacia un pueblo decadente donde espera desaparecer. Y es a partir de ese confinamiento y abandono, que la narración va entregando las claves de una historia de maltrato y dolor que se cura con amor.
La española Rosa Montero es columnista del diario El País desde 1976 y reconoce abiertamente que, esta vez, ha escrito una historia de amor con final feliz.
Para la autora, "La buena suerte" reconforta luego de pasar por oleadas de imágenes violentas en la perfecta fealdad de Pozonegro. Es la idea del pueblo perdido ubicable con el dedo en cualquier rincón del planeta: "Pozonegro es el arquetipo de esos sitios sin esperanza donde la belleza se encuentra con "mucha buena suerte".
"La novela trata del Bien y del Mal con mayúsculas, ese mal atroz que no tiene sentido y nos vuelve locos, que de hecho es uno de los abismos de la vida. También habla de que el bien le gana al mal y de verdad es que estoy convencida de ello. Estoy segura. Creo que los seres humanos estamos hechos para el bien y por eso el mal nos destroza, nos angustia y nos desconsuela de tal manera", afirma rotunda la escritora madrileña.
"Si estuviéramos hechos para el mal no nos importaría nada, pero como estamos hechos para el bien el mal ocupa las primeras planas. Y como ejemplo de ese mal escogí el que creo es el mal más atroz en el que puedo pensar, que son esos padres y esas madres que existen por desgracia, que en vez de ser nido y refugio para sus hijos torturan, violan y matan a sus propios hijos", relata.
-¿Por qué el amor y la belleza nos salvan?
-Es evidente, no hay otra capacidad, otra posibilidad de enfrentarnos a lo efímero de la vida, a la dureza y la fragilidad de la existencia. Decía George Braque, el pintor francés, que "el arte es una herida hecha luz". Y claro, qué podemos hacer con las heridas de la vida sino intentar convertirlas en luz para que no nos destruyan. Por otro lado, el amor es básico en nuestra especie. Todos los humanos somos animales sociales y realmente la vida no merece la pena de vivirse si no se vive con los otros, amando a los otros.
-¿Qué piensa de la buena y la mala suerte?
-Pues mira, pienso que la mala suerte existe, porque conozco a personas que han hecho todo para conseguir una vida feliz. Son generosos, trabajadores, están llenos de talentos y, sin embargo, un día salen a la calle y los atropella un camión y terminan parapléjicos. También están los que han sido atropellados por la vida, como si les hubiera pasado un tren por encima. La buena suerte creo que es más una consecuencia de nuestros actos. Hay que remar hacia ella, mirar la vida con una perspectiva distinta. Y, sobre todo, consiste en contar la vida de otro modo, cambiar la narración. Los seres humanos somos, sobre todo, palabras en busca de sentido. Y cuando cambias el sentido de esa narración, cambias tu vida. Decía Epícteto, el filósofo estoico, que lo que le afecta al ser humano no es lo que le sucede, sino lo que se cuenta sobre lo que le sucede.
-¿Y cómo descubrió que "la
Por Amelia Carvallo
"La fealdad contribuye a la maldad y a la desesperación. Por contra, como dice la novela, la belleza ayuda a curar el dolor del mundo y nos hace mejor".
Lisbeth Salas