Sebastián Silva monta en su última película un fin de semana claustrofóbico
CINE. El realizador chileno radicado en Estados Unidos aborda el tema del racismo de manera "implosiva".
Amelia Carvallo
El pasado jueves se estrenó en la plataforma digital Centroartealameda.tv "Tyrel", un filme de Sebastián Silva sobre un joven negro llamado Tyler que es invitado por un amigo blanco a pasar el wikén en un apartada cabaña donde le presentará a viejos amigos, todos blancos.
El cineasta chileno, que vive hace muchos años en Nueva York, tiene además en mente dos proyectos de largometrajes y espera retomar para el verano del hemisferio norte la serie de HBO "Los Espookys", pospuesta por la pandemia.
Dinamicas raciales
Por su trama, "Tyrel" parece la receta perfecta para el desastre, y de hecho se desliza en esa tensión de las agresiones raciales disfrazadas de bromas de parte de un grupo, supuestamente de personas no conservadoras, que están conociendo a alguien que no encaja en sus moldes.
Según contó el director, la historia surgió en su cabeza estando en Cuba, donde pudo ver a un grupo de adolescentes blancos bebiendo y bromeando en la playa. Junto a ellos había un muchacho negro que parecía no estar pasándola muy bien y se notaba incómodo.
Presentada en el festival de Sundance de 2018, un enclave donde Silva ha estrenado muchos de sus trabajos, "Tyrel" fue filmada en febrero de 2017, en menos de dos semanas, en el área de Catskills, una zona boscosa en los bordes de Nueva York.
El elenco es casi completamente masculino, liderado por el talentoso Jason Mitchell que en 2015 encarnó al rapero Eazy-E en la biopic "Straight Outta Compton", y que acá es el mencionado Tyler que, no sin cierta malicia, algunos del grupo asumen se llama Tyrel. Paulatinamente asoman algunas de las patologías de la sociedad estadounidense: la alienación, el mutuo miedo entre blancos y negros, la no aceptación del otro y el desamparo de no pertenecer.
Si bien conserva algunos rasgos similares a la recordada "Huye" de Jordan Peele, Silva comentó que se enteró de esta película cuando estaba editando la suya y que su puesta en escena no es explícita y deja mucho en manos del espectador, incluso un final que se diluye susceptiblemente en las diferentes gradaciones del prejuicio racial y social. Al baño de sangre que desencadena Peele, Silva dice que su filme es más bien "implosivo".
Alejándose de la apropiación cultural, Silva cuenta que no pretendió enarbolar una película sobre el odio racial contra los negros. "La verdad es que esta película no tuvo mucho impacto para serte muy franco, en términos como de conversación de temas raciales. Yo creo que es porque yo no soy negro, entonces tampoco se consideró tanto", confiesa.
-¿Qué exploraste?
-Es una película que explora mucho las áreas grises de las dinámicas raciales, entonces se relaciona un tanto indirectamente al "police brutality". No creo que haya un antes y un después del impacto de esta película en Estados Unidos y está todo bien con eso. Creo que vive en su propia cápsula, como de un poco la mirada subjetiva de un chileno que ha presenciado mucho esta alienación de los afroamericanos en los grupos de personas blancas.
-¿Cómo ves el tema del racismo en Chile?
-No he podido atestiguarlo mucho, ya que hace años que vivo fuera, así que me ha tocado ser un poco turista en relación a cómo están los inmigrantes. Pero sí he escuchado desde los propios inmigrantes que hay mucho racismo, mucha violencia, verbal y de actitud. Como una superioridad, quizás por ser los locales, pero creo que no tenemos un racismo sistemático incrustado como en Estados Unidos. Sí tenemos una influencia espantosa del racismo en general y creo que tenemos que ser súper conscientes de eso y tratar de entender que no existen diferencias y que tenemos que ser generosos y receptivos a gente que están llegando a un país en busca de paz y oportunidades.
Sobre el cierre y escaso acceso a las salas de cine por efecto de la pandemia, Silva cree que la situación que está viviendo la industria chilena es similar a la que acontece en muchos lugares: "En Nueva York y en todo Estados Unidos no hay ninguna sala abierta, para nada, y muy poco como proyecciones afuera: está todo detenido. El streaming agarró mucho vuelo y creo que hay que adaptarse a los cambios, ver cómo es posible que los cines que cerraron creen plataformas online donde puedan, por lo menos, mantenerse a flote mientras pasa la crisis y tratar de ponerse creativos con los screenings, inventar actividades, ciclos, cosas así".