El carbón da paso a nuevas energías
El cierre de Ventanas 1 y el próximo de Ventanas 2 marcan el fin de impactos con graves efectos humanos y ambientales. La generación a carbón no es solo pecado chileno; fue una de las formas como la electricidad comenzó a producirse hasta llegar a la ampolleta del más modesto de los hogares. Aquí, en Valparaíso, tuvimos la planta de Laguna Verde y una en calle Aldunate.
Con una muy buena noticia se cierra este 2020. Annus horribilis entre pandemia, crisis económica y tensiones sociales: cesa su operaciones la planta termoeléctrica Ventanas 1, de la castigada zona de Puchuncaví. Luego apagará sus fuegos Ventanas 2, en el mismo sector, convertido desde 1964 en gran centro productor de energía mediante el uso de carbón. Todo el complejo, operado por AES Gener, tiene cuatro generadoras, las dos señaladas y Campiche y Nueva Ventanas; en total, 800 megavatios de capacidad.
Con la salida de las dos centrales se dejan de generar 322 megavatios. Además, el próximo jueves cesa Bocamina 1, Coronel, de la empresa italiana Enel. El cierre de Ventanas 1 y Bocamina 1 significa la reducción de emisiones de más de 705 mil toneladas de CO2, equivalente a la salida de circulación de 277.000 vehículos.
La promesa es que de aquí a 2024 cierran 11 plantas a carbón, el 30% de la capacidad generadora mediante ese combustible en el país, para llegar al cese total en 2040.
La generación a carbón no es solo pecado chileno; fue una de las formas como la electricidad comenzó a producirse hasta llegar a la ampolleta del más modesto de los hogares. Aquí, en Valparaíso, tuvimos la planta de Laguna Verde y una en calle Aldunate, pleno centro, con tres gigantescas chimeneas que cubrían de contaminantes el entonces floreciente puerto principal.
Con el paso de los años se estableció el impacto ambiental y humano causado por las emisiones. Enfermedades, muerte y daño a la flora y fauna. Esto ha sido especialmente grave en el área Quintero-Puchuncaví, donde antes de las termoeléctricas la refinería de cobre hizo lo suyo. Y otras actividades productivas y portuarias se sumaron al impacto con efectos a largo y corto plazo, aún sin una justa compensación.
Al momento del cierre de Ventanas 1 el Presidente de la República, Sebastián Piñera, afirmó que las "energías sucias" serán reemplazadas con "energías limpias y renovables que obtendremos del sol, el viento, el mar y la tierra". Bastante se ha avanzado en esa dirección y se asoma el milagroso "hidrógeno verde". El negro carbón da paso a nuevas energías.
Para el director de Greenpeace, Matías Asún, "nada de este anuncio repara la grave vulneración de derechos humanos que ha afectado a la salud de las personas y al ecosistema". Cierto. Greenpeace hace su pega y sería mucho pedirle un reconocimiento al maltratado Gobierno de Piñera. Mejor mirar la luz y no revolcarse en el lodo de la sombra.
La tarea ahora es avanzar en energías limpias y acortar los plazos de cierre de las centrales a carbón aprovechando las ventajas comparativas que tiene nuestro país y el avance de la tecnología aplicado a nuevas modalidades que se expresa, entre otros aspectos, en una baja en los costos para enfrentar las crecientes demandas de la electromovilidad.