No se guardó nada el senador Francisco Chahuán al momento de dar lo que seguramente pensó era un golpe sorpresivo. Porque el parlamentario con más votos en la Cámara Alta (150.065 sufragios obtuvo la jornada del 19 de noviembre de 2017), tomó una decisión con tres efectos inmediatos: suspendió su militancia de 30 años en Renovación Nacional, renunció a la carrera presidencial que había inscrito para la interna dos semanas antes y dejó la presidencia regional de la colectividad. "La errática conducción del partido ha permitido que el desorden, la violencia verbal y la coacción sustituyan el clima de respeto", acusó Chahuán, con un tono similar al usado días antes por el expresidente de la tienda, Carlos Larraín. Ambos se ubican en la oposición de la actual directiva que encabeza el senador Rafael Prohens y su objetivo central era evitar que Mario Desbordes - también expresidente de RN, además de exministro de Defensa - fuera nominado candidato presidencial. Esto no es un conflicto sólo electoral, sino que lo cruza de fondo la división que vive RN entre dos miradas sobre lo que debe ser la centroderecha, con Chahuán y Desbordes como epítomes de cada propuesta.

Sin embargo, las duras palabras de Chahuán tienen un tono y énfasis similar a los que él mismo ha debido enfrentar a nivel local. De conocimiento público es el cuestionamiento que hicieron algunos diputados al manejo que dio el senador a la inscripción de listas para constituyentes, concejales y alcaldes. Esta división regional de RN no solamente da cuenta de dos visiones de la centroderecha, sino que acusa también el estilo personalista de Chahuán, cuya mejor descripción fue dada por el diputado Andrés Celis: "Debe aprender a delegar, es imposible que pueda estar en todos los cargos que quiere conquistar". Como suele ocurrir dentro de los partidos, estas disputas se resuelven mejor con votos. Aunque a nivel regional aún queda pendiente el mecanismo que va a operar para el reemplazo de Chahuán, algunos personeros ya perciben que el poder interno del senador comienza a mostrar fisuras. El resultado final no quedará claramente asentado hasta el final del actual ciclo electoral y ello es válido también para las otras colectividades que han presentado problemas internos en este verano atípico, marcado por la pandemia y una actividad política inusualmente intensa. Unidad Constituyente tuvo una fractura importante en el juego de indefiniciones que marcó la designación de Marcela Varas como candidata a la alcaldía de Viña del Mar y el Frente Amplio ha debido sufrir una balcanización de sus fuerzas y un debilitamiento de sus liderazgos presidenciales, al punto que el senador Juan Ignacio Latorre -quien no aparece en ninguna encuesta- se haya mostrado disponible para tomar la posta que dejó Beatriz Sánchez. Con un año electoral inédito por delante, todo indica que los acomodos internos en cada partido recién comienzan.

En 1910, cuando Chile cumplía su primer centenario de vida independiente, se desarrolló un gran trabajo intelectual y reflexivo para pensar el país del siglo XX. Cien años más tarde, en 2010, desaprovechamos la oportunidad de realizar un ejercicio similar para posicionarnos ante este siglo XXI que nos promete enormes desafíos y oportunidades.

Una década después se nos abre nuevamente la oportunidad de pensar Chile a través de otra vía, la del proceso constitucional, que permitirá debatir una nueva carta magna, que ayude a dar forma al Chile que queremos durante las próximas décadas.

En este proceso constituyente, las universidades tenemos un importante rol porque reunimos a muchos de los mejores intelectuales del país, formamos a los futuros profesionales, hacemos investigación y postgrado, y nos involucramos estrechamente con los problemas y oportunidades del entorno local, regional y nacional. También porque las universidades gozamos de la confianza de la ciudadanía, en momentos de amplia desconfianza hacia la mayoría de las instituciones.

Entre los temas del debate, uno de los principales debe ser la real descentralización que Chile necesita. Basta de que el nivel central tome las decisiones más importantes que impactan en las regiones, sin tomar en cuenta la diversidad de los territorios donde se aplicarán. Es el momento en que las regiones, provincias y comunas decidan su propio destino. Es necesario incrementar las competencias, atribuciones, facultades y recursos de decisión territorial, porque es ahí donde están los desafíos, problemas y oportunidades.

Esta descentralización necesaria para este siglo XXI es fundamental para el desarrollo local. Un desarrollo que se debe basar en la colaboración de gobiernos regionales, mundo productivo, mundo social y universidades regionales.

Las universidades, como formadoras de talentos, creadoras de conocimiento y comprometidas con la sociedad a la que nos debemos, tenemos mucho que decir en materia de desarrollo territorial, algo que suelen olvidar los gobiernos centrales. Cuando a la universidad se le concibe como una oferente más y a los estudiantes como consumidores, desnaturalizamos su auténtico rol y retrocedemos como país.

Esto se relaciona con otro tema clave: la investigación. Lo que invierte nuestro país en este campo es prácticamente nada, apenas 0,34% del Producto Interno Bruto. Solo la Universidad de California, en Estados Unidos, invierte anualmente unos tres mil 400 millones de dólares en investigación, cinco veces más que todo Chile.

En Finlandia y otros países que decidieron priorizar la educación para mejorar su calidad de vida, se asignaron los recursos necesarios para llegar a tener una educación de primer nivel, lo que incluyó también a la investigación. Chile no tendría los problemas actuales de desigualdad si hubiera dado un paso similar en el pasado, tras reflexionar sobre el país que quiere ser.

El proceso constituyente nos da esa oportunidad. Por supuesto, hay muchos otros temas de importancia y, en todos, las universidades deben hacer su aporte pensando en Chile. Crear una nueva Constitución, la primera en la historia del país con real participación ciudadana, nos abre la puerta para dar pasos sólidos y hacer las cosas bien, pensando en construir un futuro compartido y esperanzador, sin exclusiones y buscando inclusión y cohesión en toda la sociedad.

La innovación, para que sea efectiva y eficaz, debe producirse en un ambiente que facilite el desarrollo, debiendo para ello converger recursos, técnica, academia y estado, conformando un verdadero ecosistema virtuoso que impulse la innovación a través del emprendimiento.

Un ecosistema para la innovación es esencial, no sólo para las empresas emergentes, sino que también para las empresas consolidadas que requieren implementar y adoptar nuevas metodologías, procesos y tecnologías.

Así lo han entendido muchos países y Chile no es la excepción. Desde lo público y lo privado se viene impulsando el emprendimiento como un camino hacia la mejora en las condiciones de vida de las personas. Los ingredientes esenciales para un ecosistema exitoso son la colaboración, la confianza y el compromiso de los actores, pero también dependerá de la constancia, los recursos y la disponibilidad de los promotores del ecosistema, de manera que éstos nazcan y se desarrollen.

Valparaíso no ha estado ajeno a este proceso y el 2020, luego de años de un esfuerzo liderado por la CRCP con el apoyo decidido del GORE y CORFO regional, se conformó una Gobernanza para el Ecosistema de Innovación, que ya reúne a más de 100 actores de diversos rubros, tanto del mundo público como privado, articulando así un logro inconmensurable: sentar en la misma mesa a empresarios, emprendedores, Estado y academia de la región. La tecnología ayudó, siendo además un inesperado - pero positivo - acontecimiento que se derivó de la pandemia.

El punto cúlmine de este novel esfuerzo ocurrió en diciembre pasado, cuando la Gobernanza junto al Intendente Regional, al director regional de Corfo, autoridades regionales, representantes de la academia, empresarios y emprendedores, rubricó en un manifiesto el compromiso que busca hacer de la Región de Valparaíso un ambiente propicio para generar un ecosistema virtuoso, con el firme propósito de ubicarlo en el plano internacional, impulsando así una iniciativa capaz de articular actores y medios en forma sincronizada para el progreso regional, que se ha denominado EIVA: Emprendimiento, Innovación Valparaíso.

Crear un ecosistema es un hito que establece un punto de inflexión entre la decadencia y la esperanza de crear un futuro mejor, y su valor radica en la capacidad que tenga éste para apoyar emprendimientos y las informaciones que puedan aportar a los distintos actores del sistema, permitiendo crear nuevas oportunidades de inversión, nuevos negocios y, por qué no, soluciones a los desafíos que el planeta enfrenta.

Esta es nuestra oportunidad de crear algo grande, algo poderoso, y tenemos todos los recursos, voluntades y capacidades para ello. Ahora solo depende de nosotros.