Urbes más resilientes para manejar riesgo de incendios
Investigadores del Instituto de Geografía PUCV analizan la incidencia del cambio climático y la megasequía en la generación de condiciones propicias para siniestros, al actuar sobre factores como temperaturas, lluvias y vientos, e inducir estrés hídrico en la vegetación.
Mejorar el marco regulatorio en materia de ordenamiento territorial, estableciendo limitaciones a determinados usos que generan riesgos en zonas pobladas, y actuar sobre las causas de los incendios, para que los propietarios asuman la responsabilidad de manejar y controlar la biomasa y las actividades riesgosas en sus terrenos, son algunos de los planteamientos que formula el doctor en Ciencias Forestales e investigador del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Ariel Muñoz, tras elviolento incendio que arrasó con 11 inmuebles, derivó en el aviso de evacuación para 25 mil personas en Quilpué y que hasta el jueves, según datos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), había destruido más de 4.000 hectáreas de vegetación.
"Es especialmente relevante hacer esfuerzos por construir ciudades más resilientes, con más áreas verdes y un mejor monitoreo de los riesgos climáticos que predisponen las condiciones para la generación de incendios de grandes proporciones", agrega el ingeniero forestal y director del Laboratorio de Dendrocronología -disciplina que estudia los cambios ambientales del pasado analizando los anillos de crecimiento anual de los árboles- y Estudios Ambientales, a propósito del gigantesco siniestro que impactó a una población ya tensionada por la pandemia.
El profesor de la misma unidad académica, Luis Álvarez, observa que desde el punto de vista geográfico el impacto de la megasequía se presenta a través de cambios en la atmósfera, que repercuten en las temperaturas, las precipitaciones, las presiones, los vientos, y la humedad, lo que determina cambios en el territorio. En ese contexto, ciudades del interior como Quilpué o Villa Alemana están expuestas a lo que se conoce como "islas de calor", por sus condiciones mediterráneas y márgenes extremos de temperaturas, lo que sumado al aumento de estas últimas y a la prolongada escasez de lluvias -que provoca en la vegetación un estrés hídrico que la torna extremadamente vulnerable al fuego- genera una situación de fuerte riesgo forestal en el entorno.
De hecho, el geógrafo recalca que la superficie arrasada por el fuego el último fin de semana en Quilpué "es mucho más grande de lo que se quemó en el incendio de abril de 2014, en el gran drama de Valparaíso", por lo que se podría prever que los siniestros "van a ser mucho más dramáticos y extensos en el interior producto de este aumento sistemático de temperatura que genera un estrés hídrico y por lo tanto, todo se hace combustible".
Desde esa perspectiva, Álvarez releva la necesidad de implementar iniciativas para retención del agua durante las precipitaciones. "Desde el punto de vista territorial, lo más importante es intervenir el territorio para poder generar un mayor nivel de infiltración del agua, porque cuando llueve en la zona de Quilpué, Villa Alemana y Valparaíso, al tener muchas pendientes el agua evacúa rápidamente y en cosa de horas termina en el mar", en circunstancias que la infiltración tendría una acción restauradora de los sistemas naturales para mejorar la resiliencia de las ciudades frente al impacto del cambio climático, en conjunto con otras técnicas presentes en las llamadas "ciudades esponja", en aplicación en algunos países.
Impresionante aumento de superficie destruida
Según las estadísticas de Conaf, en el periodo 1984-1985, se quemaron a nivel nacional 47.572 hectáreas de vegetación. En cambio, en la temporada 2019-2020 la destrucción alcanzó 102.292 hás, es decir, la cantidad de superficie quemada más que se ha duplicado en los últimos 35 años.
"Este gran aumento de la superficie afectada por incendios se relaciona fuertemente con una condición ambiental muy particular, una sequía acumulada por más de 10 años, algo nunca observado desde que tenemos registros en Chile, y que además ha tenido al año 2019, el cual es considerado un año extremadamente seco, solamente similar a 1998, 1968 o 1924. A esto se suma una condición de uso del suelo no planificado en cuanto a la inflamabilidad de sus coberturas", señala Ariel Muñoz.
más de 4.00o hectáreas de vegetación arrasó el incendio que se desató en quilpué el fin de semana pasado. más de 25 mil personas de sectores afectados recibieron aviso de evacuación.
Equipo Reportajes
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