Uno para todos, todos para uno
Paulatinamente, la Encuesta de Calidad de Vida Regional de Fundación P!ensa ha mostrado que la satisfacción con la vida, uno de los indicadores más estables, va en un silencioso detrimento. Así, los resultados de la séptima versión de este instrumento no son la excepción, al mostrar que menos personas consideran que tienen libertad para tomar decisiones que conciernen a sus vidas. Un efecto bastante lógico, si tomamos en cuenta que la pandemia ha cooptado las libertades, restringiendo los espacios de convivencia a su mínima expresión.
Lo que no parece razonable es que, tras casi un año de vivir en esta crisis sanitaria, haya más casos de fiestas clandestinas, aglomeraciones en distintos servicios y de playas congestionadas que no solo provocan lo evidente -esto es, más contagios y mayor saturación del sistema de salud-, sino que, también, ponen en duda la eficacia de las medidas que han impedido desarrollarnos con plena libertad.
Una salida fácil es culpar a la política pública y la autoridad que la implementa, mas es importante reconocer cuán dispuestos estamos los ciudadanos a cumplir las normas que se nos imponen. Porque, si bien no hay fórmulas mágicas para controlar la pandemia, ciertamente el comportamiento de nosotros como ciudadanos es relevante para que las medidas sean efectivas. Y es que, los que rompen las reglas no terminan de comprender que, si bien obtienen un beneficio individual cortoplacista, sus acciones generan consecuencias colectivas de largo plazo. Este estado de las cosas es ciertamente un dilema pues, ya sea por el exceso de confianza que tienen o por miedo a perder aún más libertad, es una arista más de la crisis sociopolítica por la que estamos pasando.
Esto es, el exacerbado individualismo con el que actuamos; una fuerte desafección social, que impide interiorizar la idea de que la batalla para controlar la crisis y recuperar nuestras libertades va de la mano con la acción colectiva y no con la individual. Si bien siempre habrá un polizón que no haga su parte, poder tener plena libertad para tomar decisiones es un factor estructural para promover el bienestar, la calidad de vida y el crecimiento económico. Así, la colaboración del ciudadano es igualmente importante al diseño de las políticas para poder recuperar nuestras libertades. No es factible continuar solo bajo medidas de aislamiento, por lo que diseñar una estrategia que promueva la colaboración y cohesión podría ser un camino para que las personas tomen conciencia del rol que juegan en la recuperación de las libertades y bienestar de todos. 2
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Francesca Zaffiri Suzarte
Investigadora en Fundación P!ensa
Columna de Opinión