
Aberración cultural
La aprobación por parte del municipio de Limache de la construcción de un bloque habitacional de 10 pisos en la histórica avenida Urmeneta es una aberración cultural, la cual, a estas alturas se ha convertido en el caso más emblemático del país en lo que se refiere a la destrucción sistemática de nuestro patrimonio urbano, calamidad nacional que está minando el equilibrio psicológico de la ciudadanía, que ve desaparecer rápidamente su ciudad sin que haya reacción alguna de parte del supremo gobierno.
A juzgar por lo que se ve y se nos informa, alcaldes y concejales parecen haber dejado de ser nuestros representantes en el gobierno comunal, pues demuestran estar más interesados en velar por los intereses de las empresas inmobiliarias. Muchos de nuestros ediles carecen de la cultura necesaria para gobernar una comuna por su errado concepto del progreso y por su escasa disposición para hacer un verdadero servidor público.
El señor alcalde de Limache hace dos años tuvo la oportunidad de objetar la aprobación del proyecto antes mencionado por los vacíos y vicios de que adolece. Recién ahora, y ante el clamor de la ciudadanía ha decidido paralizar la ejecución del proyecto coma dando la impresión de sumarse a la protesta ciudadana. Pero esta medida no es lo que muchos han creído que es, pues la dicha paralización es de corta duración mientras el permiso de edificación sigue vigente.
Solo podríamos dar crédito a sus buenas intenciones si él tuviera el coraje de emitir una declaración de ilegal y legalidad de la aprobación del proyecto, (puesto que enfermó también la denuncia de los vecinos exigiendo someter el proyecto a un estudio de impacto ambiental), como también si él gestionara la inmediata aprobación del nuevo plan regulador de Limache, suspendida por un tiempo tan largo que amenaza con ser ilimitado.
A futuro los limachinos esperamos que nuestra comuna sea gobernada por gente que nos represente en nuestras legítimas aspiraciones.
" A estas alturas se ha convertido en el caso más emblemático del país en lo que se refiere a la destrucción sistemática de nuestro patrimonio urbano, calamidad nacional que está minando el equilibrio psicológico de la ciudadanía, que ve desaparecer rápidamente su ciudad sin que haya reacción alguna".
Al diputado Raúl Alarcón
POR LUIS ENRIQUE SOLER MILLA POR LUIS ENRIQUE SOLER MILLA
Señor diputado Raúl Alarcón (Florcita Motuda): usted se queja de que hoy existe un odio desorbitado en su contra, fijando su mirada en las últimas graves acusaciones por distribución de fotos privadas y violación, temas que deberá resolver la justicia.
Pero usted, señor Alarcón, no puede olvidar que desde el primer día que entró al Congreso se ha manejado muy mal, en forma y fondo, cuando declara que le daba lata leer temas legislativos y que para eso estaban los asesores, para que le hicieran la pega, que no le gustaba la política. O sea, usted, señor Alarcón, nunca se tomó en serio el ocupar un lugar en el Congreso, en donde se configura la legislación que rige a las chilenas y a los chilenos, y como la guinda de la torta, su forma de vestirse, absolutamente discordante con la seriedad que debía tomar su rol de supuesto legislador, usted me va a tener que disculpar, pero estaba más indicado para un circo de bufones que para ser parte del Congreso ubicado en Valparaíso. En resumen, señor Alarcón, si usted quiso seguir viviendo su vida, a su manera en el Congreso, con todo lo que eso incluía, todo indica que el lugar y su elección no fueron las correctas. Es verdad, muchos le avivaron la cueca, en vez de explicarle de lo desafinado que aparecía, le palmotearon la espalda, en una de sus declaraciones dijo que se sentía un "farandulero simpático", pero señor Alarcón, aunque usted recalcó desde el principio que no quería ser político, que lo llevaron igual y que incluso nunca creyó que saldría elegido, igual debió asumir sus responsabilidades, la situación ameritaba, porque habrá notado señor Alarcón, que los que le avivaban la cueca por sus informalidades, por las expresiones poco afortunadas en la Cámara, y otros desaguisados, hoy día brillan por su ausencia. Da la idea que usted señor Alarcón dejó de serles "un farandulero simpático", hoy les perjudica. Nadie sacó el habla para defenderlo, como tal vez usted señor Alarcón lo esperaba, pero si se habían reído tanto, hasta destornillarse de la risa y zapateado tanto con sus actuaciones, más que buscar explicaciones por lo que le pasa hoy, señor Alarcón, usted debe estar muy de acuerdo que desde el principio se manejó muy mal.
Señor Alarcón, prefiero Florcita Motuda; me quedo con sus actuaciones en Viña. Usted es un artista, que también desde un principio tomó una posición diametralmente opuesta a la oferta de los cantantes nacionales del momento. Tal vez quiso hacer lo mismo en el escenario político, pero allí se forjan las leyes que regirán a las chilenas y chilenos, y por lo mismo debió tomarlo con la seriedad que ameritaba, es ahí la gran diferencia.