Día Mundial de las Ballenas: 35 años que recuerdan el pasado de Quintay
Mariela Puebla
En febrero de 1986 la Comisión Ballenera Internacional prohibió la pesca industrial de estos cetáceos, cuya caza y comercialización tuvo efectos importantes en la economía regional a mediados del siglo 20.
Puesta en valor
Océanos saludables
En Chile las distancias de avistamiento para distintas especies de ballenas están reguladas por ley.
"La Quinta Región tenía dos polos industriales en los 50; por un lado, la chimenea en Ventanas y, por otro, la ballenera en Quintay, donde se llegó a procesar el 1% de las ballenas capturadas a nivel mundial". Juan Manuel Estrada Director Cimarq
Este 19 de febrero se celebra el "Día Mundial de las Ballenas", que recuerda que en esa fecha, en 1986, la Comisión Ballenera Internacional (BCI) prohibió la pesca industrial de estos cetáceos, estableciendo una excepción para unos pocos pueblos que subsisten gracias a la carne de estos cetáceos. Pero a pesar de la moratoria, hay países que siguen con la caza como Japón, que se acogió a un vacío legal aduciendo necesidades de "investigación científica".
Los 35 años de esta fecha evocan el pasado ballenero de la Región de Valparaíso, y específicamente de Quintay. Allí inició sus funciones en 1943 la ballenera de la empresa Indus, que fue la más grande de las cinco que hubo en Chile y cuya construcción representó un proyecto de ingeniería a gran escala para la época, porque se instaló rellenando el terreno entre los roqueríos costeros de la localidad. Tal fue la importancia del lugar, que allí se llegó a cazar 16 cetáceos diariamente.
"En esos años cazar ballenas no se veía como algo malo. Los capitanes balleneros eran verdaderos rockstars, nadie pensaba en el sufrimiento del animal", señala Juan Manuel Estrada, director del Centro de Investigación Marina Quintay (Cimarq), de la Universidad Andrés Bello (UNAB). "El desarrollo de la Quinta Región tenía dos polos industriales en los 50; por un lado, la chimenea en Ventanas y, por otro, la planta ballenera en Quintay, donde se llegó a procesar el 1% de todas las ballenas capturadas a nivel mundial", agrega.
La planta ballenera se cerró en 1967 y, posteriormente, el lugar quedó abandonado y en ruinas. En 1993, contiguo a la exballenera, la UNAB creó su centro con el objetivo de desarrollar investigación básica y aplicada en Ciencias del Mar y apoyar la formación de estudiantes de pre y post grado de carreras como Biología Marina, Ingeniería en Acuicultura y Ecoturismo.
"Cuando llegamos a Quintay prácticamente eran ruinas. Se restauró y se puso en valor el patrimonio arquitectónico, rescatamos los pabellones con forma original de la ballenera; por ejemplo, los techos curvos", cuenta Estrada.
La exballenera de Quintay, lugar donde en la década de los 90 se hicieron incluso raves y fiestas electrónicas, fue designada en 2015 como Monumento Histórico.
Cada año, entre noviembre y abril, las ballenas emigran desde las aguas cálidas de Centroamérica hacia la Antártica en búsqueda de alimento. Ese recorrido hace que Chile sea una de las zonas con mayor avistamiento de todo el Hemisferio Sur.
Ricardo Sáez, jefe de Conservación y Biodiversidad del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), recuerda que "las distancias para el avistamiento de cetáceos en Chile se encuentra descrita en el DS N° 38 del 2011, y señala principalmente que para cetáceos mayores la distancia mínima para el avistaje es de 100 metros, de 50 metros para cetáceos menores, de 300 metros para la ballena azul y para la ballena franca austral solamente se permite avistarlas desde tierra, dado el tamaño reducido de su población en las costas de Chile y Perú".
Para Juan Manuel Estrada, la presencia de estos mamíferos es clave para la salud de los océanos. "Las ballenas son súper importantes. (...) Primero, tienen un rol de centinelas; es decir que si se ven ballenas indica que ese ambiente en general está bien cuidado. Cuando se muere un ejemplar -de 100 toneladas, por ejemplo- y se hunde se lleva un montón de nutrientes y carbono al fondo marino, el cual termina siendo degradado en unos 100 años aproximadamente, proporcionando nutrientes por todo este tiempo a una comunidad de peces, invertebrados, crustáceos, y otros".
El biólogo marino y doctor en Biotecnología añade que "cuando la ballena defeca aporta grandes cantidades de hierro; éste ayuda a fertilizar el océano y permite que prolifere el fitoplancton (que le da el color verde al agua). Por un lado, produce más del 50 % del oxígeno que respiramos y, por otro, contribuye también a que las microalgas capten dióxido de carbono".
En 2008 se promulgó la Ley 20.293 del Ministerio de Economía, donde se declaró a Chile como zona libre de la caza de cetáceos, prohibiéndola en forma definitiva para cualquier fin, sea comercial o científico. Además, el Decreto Supremo Nº230 del mismo año declaró monumentos naturales a las especies que habitan dentro de la jurisdicción nacional, lo que convierte al Pacífico local en uno de los santuarios balleneros más grandes del planeta.
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