Evocaciones, personajes y pellejerías del Bote Salvavidas
A la épica de los rescates en la bahía del Bote Salvavidas se une en los recuerdos infantiles la prosaica evocación de la buena gastronomía que se disfrutaba en el comedor del cuartel de la institución. Encuentros familiares en un destartalado local en el Muelle Prat, que sería reemplazado por el actual restaurante en segundo piso, sobre la sede de los voluntarios, situado en el primero. Pero, con mirada de niño, lo más atractivo del lugar era asistir en primera fila a las faenas portuarias, carga y descarga, entrada y salida de naves. Un mecano en tiempo real.
Mónica sanders
Esa evocación del antiguo local revive en la imperdible "Mónica Sanders", novela de Salvador Reyes, cuando sus personajes comentan el hoy desaparecido local:
"No hay en el mundo muchos lugares más pintorescos. Como ambiente de puerto, como cosa típica, no se puede pedir mejor. Esto acentúa el carácter de Valparaiso, que, después de todo, es la ciudad más original de Chile".
Dialogan los comensales de la novela:
"Me alegro de que el lugar no le disguste. Yo también lo encuentro muy bien, pero supongo que debe ser por la costumbre que tengo de venir.
- No, no lo crea usted. El Bote Salvavidas sería un lugar clásico en Marsella, en Barcelona, en Génova, en Nápoles, en cualquier gran puerto mediterráneo, y hasta en puertos nórdicos. Aquí nosotros no lo apreciamos bastante. Somos nuevos ricos y no nos gusta sino lo monumental y lo brillante. Nos falta clase para comprender el encanto de este barracón.
Hasta ahí la conversación entre un habitué del restaurante y un invitado con roce internacional. Envidiable promoción gratuita en las páginas de una novela. El libro de Salvador Reyes, diplomático conocedor de ambientes y buenas mesas, es de 1956.
A la descripción del escritor sumamos en nuestro recuerdo algunos objetos náuticos en exhibición y la clásica nómina de la directiva, como en muchas instituciones, expuesta a los visitantes. El presidente y otros personajes de la época. En lugar importante el capitán del Bote Salvavidas, Oluf Christiansen, un mítico porteño nacido en Dinamarca, que llegó a Chile durante la Guerra del 14 -la Gran Guerra- contratado por la Compañía Sudamericana de Vapores. Trabajó en las obras de construcción del molo y el espigón en un barco que rellenaba con lastre los bloques de hormigón que serían la base de las defensa del actual espacio de aguas abrigadas del puerto.
Rodolfo Garcés Guzmán, destacado periodista de este Diario y escritor, entrevistó hace décadas a Christiansen, quien recordaba los orígenes del actual Bote Salvavidas:
- En 1925 partimos con la iniciativa. Al comienzo las autoridades la rechazaron. Renovamos el entusiasmo. Éramos y fuimos siempre voluntarios. Descubrimos que era mejor tener gente sin muchos conocimientos náuticos. Los pescadores no me resultaron: sabían bien del peligro, porque eran expertos en cosas del mar. En cambio los legos, por mí formados, se atrevían a todo, tal vez porque ignoraban las consecuencias. Los sustos me los llevaba yo, pero por dentro. Sin saberlo, ellos parece que me admiraban. El cuartel lo tuvimos en 1928, después de rendir pruebas de efectividad en muchos temporales".
El dique
Y continúan los recuerdos del capitán:
- No se perdió una sola vida en los primeros años. Sólo el 22 de mayo de 1940, en el temporal que dio vuelta el dique, hubo que lamentar desgracias humanas. Antes de eso los sacábamos a todos y después… también.
Christiansen recuerda así el gran temporal que dio vuelta de campana el dique flotante, que tenía en su interior al vapor "Chile". Noventa personas, entre trabajadores del dique y tripulantes de la nave, estaban expuestas a morir en medio de la furia del viento y las olas. Con riesgo de sus vidas, los voluntarios del Bote Salvavidas, junto al personal de un remolcador del astillero "Las Habas", lograron salvar muchas vidas.
El dique estaba perdido, pese a que flotaba invertido. Totalmente inútil. Duro golpe para Valparaíso. Se perdía el único dique flotante de la costa del Pacífico sur de imposible reemplazo en medio de la Segunda Guerra Mundial. Y ahí aparece otro porteño mítico, el ingeniero Federico Corssen Decher. Acomete una operación que culminaría exitosamente con la vuelta del dique a su posición normal el domingo 16 de agosto de 1941. Fiesta en Valparaíso con la estridencia de pitos y sirenas de las naves. Cuando Corssen desembarca en el Muelle Prat, tras dirigir la arriesgada maniobra de recuperación, una multitud entusiasta lo recibe como un héroe. Pero esa es otra historia.
Las logias
La historia del actual Bote Salvavidas, que formalmente se inicia en 1925, es anterior. Tiene su origen en 1878, cuando un furioso temporal hizo naufragar varias embarcaciones en el puerto. En la emergencia, el capitán Julio Acbiardi, arriesgando su vida, salvo al capitán de una barca en peligro y su familia. En arriesgado transbordo, los llevó hasta el vapor "Abtao", que salió mar afuera para capear el mal tiempo.
Ante la manifiesta acción temeraria, la logia masónica "Germania" premió con medallas de oro y plata al capitán y a su tripulación.
Pero la inquietud ante las amenazas en la bahía seguía presente y junto a otras logias el 15 de julio de 1880 se crea la "Sociedad para la Propagación de Salvamentos de Vidas en Mar y Tierra". Largo nombre para una institución que fue creciendo con el paso de los años y cuya tarea terminaría fundiéndose con la que desarrollaba el actual Bote Salvavidas con un propósito común: el rescate de personas y embarcaciones atrapadas en las hermosas, pero traicioneras aguas de nuestras costas.
Labor y riesgo voluntario que hoy se ahoga en medio de pellejerías económicas, situación ante la cual, pareciera, lo mejor es mirar para el lado.