En resumen
"Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil" cuenta con 4 capítulos de 1 hora de duración. En Netflix.
"Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil" cuenta con 4 capítulos de 1 hora de duración. En Netflix.
Alejandra Apablaza Villalobos (Viña del Mar, 1980), diseñadora y editora del libro "Vamos a crear juntas", ha trabajado como directora de arte, fotógrafa, ilustradora y columnista en revistas y libros. En su Instagram @ale_apablazav muestra sus creaciones y reflexiones.
Lisa Lam, una solitaria estudiante canadiense de 21 años, acostumbraba a escribir sus pensamientos más íntimos en una página de Tumblr. Fue ahí donde anunció que haría un viaje liberador a Los Ángeles, ciudad a la que llegó el 27 de enero de 2013. Se hospedaría en un hotel histórico de bajo costo que descubrió vía internet. No sospechaba que, desde su construcción en la década del 20, era un antro de yonquis, delincuentes, asesinos seriales (ahí vivió el célebre Richard Ramírez, apodado "el acosador nocturno"), prostitutas y, en definitiva, la fauna abandonada del sector conocido como Skid Row, donde suelen ir a parar ex presidarios y personas recién salidas del manicomio.
Lam fue vista con vida por última vez el 31 de enero. Su familia contactó rápidamente a la policía de Los Ángeles. Los medios divulgaron el caso mientras que los "detectives virtuales" iniciaron sus propias investigaciones desde la comodidad de sus hogares. La desaparición de Lisa Lam se convirtió en un misterio nacional.
En "Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil" (4 capítulos, en Netflix), el director Joe Berlinger entrevista a investigadores policiales, a la gerenta general del hotel en esos años, a un periodista que escribió sobre el misterio, a una pareja de ingleses que padeció la pesadilla accidentalmente y a un estudiante de odontología que comenzó a seguir las pistas desde su computador, entre otros. Como es habitual con las series basadas en crímenes reales de la plataforma, la producción es "trending topic" y forma parte del ranking de lo más visto en Chile.
Hay muchas formas de contar una historia. Joe Berlinger sigue de la A a la Z el manual narrativo establecido por el streaming (con esa incómoda costumbre de resumir todo lo que veremos antes de la aparición del título). Este no es muy distinto al de una serie de ficción o a los capítulos de un best seller. Cada episodio termina con un cliff-hanger que nos llevará a querer continuar con curiosidad morbosa. Ahora bien, muchos de esos desvíos se justifican solamente por el espectáculo. Son meros juegos de artificio que quedarán en el camino. Digamos que la triste historia final de Lisa Lam se podría contar en menos de una hora, pero las series sobre crímenes funcionan como una montaña rusa emocional que, en este caso, conecta la desaparición con una paleta de posibilidades que van desde la corrupción policial a las supuestas perversiones del Black Metal. No podemos reclamar. Nosotros aceptamos la manipulación antes de apretar play a través de un contrato tácito. Lo que habría que analizar es de qué manera la transformación de la realidad en show altera o no el caso. Sin ir más lejos, los cuestionamientos que recibió la serie argentina "Carmel", especialmente de parte de la familia de María Marta García Belsunce, dan para debatir al respecto.
Lo más interesante de "Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil" son los comentarios sociales que se asoman en medio de la maraña efectista (y eficaz) de Berlinger: la crítica social a la hora de hablar de esa suerte de vertedero de personas que circulan en torno al hotel o la mirada aguda frente a la opinología de internet, semillero predilecto de condenas y fake news. Es en esos detalles donde la miniserie agarra cierto vuelo y lucha en contra de su propia naturaleza sensacionalista y vacía.
Lisa Lam desaparece extrañamente en un Hotel de Los Ángeles.
Por Andrés Nazarala R.
fotograma
1- ¿Cómo logras crear y criar al mismo tiempo? - Trato de no separar tanto esos espacios. La cultura actual nos lleva diferenciar y distanciar esos mundos porque el ritmo laboral está pensado desde lo masculino. Yo no me desconecto de la crianza si estoy pintando o creando: incluyo a mis hijos, les muestro materiales, los hago parte de mi quehacer. Sobre todo en esta pandemia en la que llevamos casi un año en la casa. Por ejemplo, ahora he estado aprendiendo sobre tintes naturales, y es muy bonito, porque todo pasa en la cocina: mientras hago el almuerzo, escucho a mis hijos jugar y hierve la olla con el tinte. Así ha sido siempre, en todas las culturas y trato de que mis días vuelvan a esos ritmos.
2- ¿Qué pasó que lo hecho a mano alcanzó hoy su verdadero valor? - Espero que sea así, que pongamos en valor el trabajo manual. Esa reflexión responde a la enorme crisis social, cultural, económica y ecológica en la que estamos. Necesitamos parar, volver a las labores nobles, crear los objetos que usamos y relacionarnos con los demás y con lo que tenemos siendo más conscientes y menos consumistas. Llegamos a un punto de colapso y ansiedad que nos distanció de la creatividad y nos transformó en tecla y pantalla. Hacer cosas a mano, nos permite volver a conectar con nuestro entorno y con la Tierra, desde la belleza y la pausa.
3- ¿Qué tienen en común todas las mujeres que reuniste en tu libro? - Las 40 mujeres que aparecen en "Vamos a crear juntas" son personas dedicadas al trabajo manual. Cada una crea objetos utilitarios o decorativos y ofrecen un servicio en el que el trabajo manual es la base. Ellas también enseñan a otras mujeres su quehacer, dando talleres, por ejemplo. Todas mueven el flujo creativo y el intercambio de saber.
Alejandra Apablaza vive con sus hijos, marido, perros y gallinas en Isla de Maipo.
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Diego Orellana