Los fans en el Festival de Viña del Mar: persecuciones, desmayos, gritos y más
CERTAMEN. El evento musical no sería tal si no fuese por aquellos que se apostan en los alrededores de los hoteles o que asisten a la Quinta Vergara con el solo fin de ver a su artista favorito.
Una de las postales clásicas de cada febrero en Viña del Mar es ver los alrededores de los hoteles O'Higgins y Sheraton Miramar llenos de gente. Desde simples curiosos que buscan una foto o un autógrafo de cualquier famoso que pase por ahí, hasta fanáticos de los artistas que sueñan con verlo un poco más de cerca, u obtener una selfie, abrazar a la persona y entregarle regalos, por lo que se desplazan por casi toda la ciudad persiguiéndolos.
Y cada vez que esta fanaticada se encuentra cerca de su ídolo se escuchan verdaderos alaridos, gritos -el más común con un "Te amo" a flor de labios- y cánticos de algún hit, un comportamiento que suele repetirse dentro de la Quinta Vergara, donde -a veces- se suman desmayos y se aprecia otro fenómeno: no hay distinción ni género. Aquí solo algunos ejemplos.
Factor Maluma
Uno de los últimos que causó verdadero furor durante su paso por el certamen fue el colombiano Maluma. El músico llegó a la Ciudad Jardín con dos discos a su haber, 12 premios y millones de seguidores en redes sociales, lo que se tradujo en que fuese el primero en agotar la jornada en que se presentó el 24 de febrero de 2017.
Con la invitación del intérprete de "El perdedor", la organización del Festival se anotó uno de sus mejores aciertos: no solo lo trajo en uno de sus mejores momentos, sino que además permaneció durante una semana en la ciudad como parte del jurado.
Es así como decenas de seguidoras lo esperaban día y noche en la casa que le arrendó la producción en Bosques de Montemar, esperando un autógrafo o una foto. Y él se dejó querer, saliendo a saludarlas. Incluso, la fanaticada se hizo presente en actividades anexas al Festival, como cuando el colombiano asistió junto a algunos compañeros al Cesfam de Reñaca Alto para conocer el trabajo que profesionales del recinto realizan en su Sala de Estimulación Temprana.
Sandro y Julio Iglesias
Es así como Maluma revivió una historia que comenzó más de 50 años antes, específicamente en 1966. En aquella ocasión, según los anales festivaleros, en la competencia folclórica participó el cantante de la Nueva Ola Carlos Contreras, quien era considerado el galán del momento, por lo que fue perseguido por las adolescentes.
Las escenas de fervor recién comenzarían a verse al año siguiente. Aglomeraciones, gritos y hasta problemas de desplazamiento de los artistas se produjeron porque decenas de jóvenes, y otras no tanto, buscaban acercarse al italiano Ennio Sangiusto y al chileno Pedro Messone, los que eran parte del show de aquel año.
Pero si hay un artista que marcó la década del 60 fue Sandro, quien se robó las miradas femeninas, sobre todo por sus movimientos sobre el escenario. Volvería a Viña en 1975, ya consagrado como "el Elvis latino", y volvería a conectar con sus seguidoras con su energético y sensual show. Algunas, incluso, corrieron al escenario con tal de tocarlo.
No fue el único que brilló sobre la Quinta Vergara es año, pues Julio Iglesias no tiene rivales a la hora de conquistar al público, romance que se inició en 1969 cuando vino por primera vez a la Quinta Vergara, seguido por otro español, Manolo Galván. También fue la edición en que Roberto Carlos debió llegar a la Quinta Vergara en autos policiales para resguardar su seguridad.
Dos años después, Iglesias también debió contar con un numeroso contingente policial para custodiar cada uno de sus desplazamientos desde Reñaca -donde arrendó una casa- a la Quinta Vergara, ante el fanatismo de sus seguidoras.
Fervoroso también sería el recibimiento del cantante español en 1981. El intérprete de "Me olvidé de vivir" arribó a Chile el 17 de febrero, un día antes del inicio de la competencia, y cientos de fans lo recibieron en el aeropuerto de Santiago y lo mismo ocurrió a su llegada a Viña del Mar. Rápidamente fue conducido a Olmué, donde los organizadores le habían arrendado una casa.
Amor a la mexicana
Con solo 14 años y ya nominado al Grammy por su dueto con Sheena Easton, "Me gusta tal como eres", Luis Miguel debutó en 1985 en la Quinta Vergara, entrando inmediatamente a la historia de los ídolos juveniles que han pisado el escenario viñamarino, llevándose hasta una antorcha de plata por su actuación.
El romance con el Monstruo continuó al año siguiente y se repetiría en sus presentaciones posteriores de 1990 y 1994. La última vez que participó en el Festival de Viña fue en 2012, arribando directamente al aeropuerto Torquemada, hasta donde llegó un grupo de fanáticas para esperarlo, aunque demoró siete horas en aterrizar.
Pocos lo vieron, pues ya estaba oscuro cuando salió del avión director al auto, y tampoco quienes se apostaron a las afueras del Hotel Enjoy del Mar, por donde pasó raudo el auto que lo llevaba directo al estacionamiento.
Pero no solo los ídolos juveniles -entre los que se pueden contar Prince Royce, Lali Espósitoy Mon Laferte- han captado la atención del público. Existen dos ejemplos de artistas mayores, y mexicanos, que han desatado la euforia del Monstruo. En 1996 debutó Juan Gabriel en Viña ante el delirio de sus seguidores, al grado que el show se extendió casi hasta las 3 de la madrugada. Pasaría lo mismo en 1997, 1998, 2002 y 2004, y en esta última hasta descendió a la platea para estar más cerca de sus seguidores que querían que el músico siguiera en el escenario, aunque estuvo cerca de dos horas.
Similar situación se vivió con Marco Antonio Solís en 2005, la que fue su segunda actuación sobre la Quinta Vergara tras su debut en 1998. Cientos de carteles y banderas con el rostro del intérprete de "Si no te hubieras ido" ya presagiaban que iba a ser su gran noche.
Según publicó este Diario, "un show aparte brindaron en la platea y la galería las histéricas seguidoras del cantante, que no pararon de gritar a todo pulmón y corear las canciones de su ídolo. Señoras de cuatro décadas y más que exigieron las antorchas de plata y oro, junto a la Gaviota de Plata". El Buki ha seguido generando la misma euforia en 2008, 2011 y 2016.
20 años: es lo mismo
En la historia del Festival de la Canción también quedarán para siempre grabadas las actuaciones de algunos grupos, como la de Soda Stereo en 1987. Pero si se habla de furor, hay que retroceder a 1998, cuando arribó el grupo estadounidense Backstreet Boys a la Ciudad Jardín. Las 86 mil copias vendidas de su última producción avalaban un gran éxito y sin duda que a nivel de popularidad lo tuvieron.
En el frontis del hotel Miramar unas 5 mil jóvenes esperaban al quinteto, algunas de las cuales incluso se desmayaron. Lo mismo sucedió durante el show que ofreció la banda sobre el escenario de la Quinta Vergara, donde algunas fanáticas tuvieron que ser trasladadas a hospitales.
Veinte años después la escena se volvería a repetir. En 2018 llegaba una de las agrupaciones más populares de este evento, la boy band CNCO, y algunos de sus integrantes salieron a saludar a sus seguidoras afuera del Sheraton, provocando fuertes gritos, llantos e incluso algunos desmayos. También durante el show hubo chicas que debieron ser atendidas por la Cruz Roja y la Defensa Civil por desmayos.
Como bonus track, hubo una actuación donde el comportamiento fue de lo más extraño. Fue específicamente durante la actuación de Yusuf Islam (Cat Steves) en 2015, cuando el público escuchó en total silencio.