LA TRIBUNA DEL LECTOR La gran oportunidad de una ciudad pospandemia
La pandemia desafía la ciudad porque no solo restringe el contacto social, sino las condiciones de acceso a servicios sociales y trabajo. El virus dejó en evidencia economías urbanas con alto empleo informal y rubros altamente sensibles, como la cultura y el turismo.
Se expandió la vida urbana en espacios virtuales de trabajo, educación, comercio electrónico, acelerando así cambios tecnológicos, sociales y económicos. Y, como suele suceder en Chile, el virus pegó con más fuerza a grupos vulnerables que habitan viviendas de tamaño reducido, localizadas en periferias deficitarias en espacio público. Personas que continuaron trabajando en lugares expuestos a aglomeraciones como centros comerciales o centro de la ciudad.
Pese a ello, también podemos ver el vaso medio lleno, pues la pandemia también da la posibilidad de ciertas oportunidades, porque si miramos las respuestas a pandemias del pasado, la ciudad siempre avanzó cuando enfrentó este tipo de problemas. Ejemplo de aquello es la influenza española de 1918, la que aceleró mejoras en sistemas de alcantarillado y de agua potable en ciudades.
Sin esperar grandes cambios, seguramente a raíz del covid se reforzarán criterios de salud en la planificación urbana, discutiremos sobre nuevos estándares de tamaño, iluminación y ventilación de vivienda social y proyectos inmobiliarios de alta densidad. Asimismo, se planteará la necesidad de barrios con servicios que disminuyan la dependencia por el centro, dotados de espacios públicos y parques que alivien futuros episodios de confinamiento prolongado.
Probablemente, el actual formato de shopping mall -contenedor cerrado de comercio y ocio para 1.500 personas- resultará un modelo cuestionado. El miedo al contagio puede desincentivar, para una parte de población, el uso del transporte público. Una dependencia por el automóvil que puede aumentar si familias optan por dejar la vida en densidad y migrar a urbanizaciones suburbanas.
Se requerirá inversión en ciclovías que conecten áreas residenciales ubicadas a distancias pedaleables de lugares de estudio y trabajo, habiendo aquí una oportunidad para ciudades de tamaño medio. Además, expertos vislumbran un aumento en la utilización de materiales antibacterianos, como el cobre por ejemplo, para la elaboración de mobiliario de plazas o pasamanos de escaleras.
Quizás solo se cumpla el 1% de lo aquí planteado, pero lo que no debiese pasar es que volvamos a caer en esa amnesia territorial que aparece ante eventos de incendios o tsunamis, y que nos hace volver a lamentar pérdida de vidas humanas y pérdidas económicas.
Los cambios que adoptemos superada esta interminable pandemia determinarán nuestra capacidad de respuesta futura. El virus que hoy padecemos puede acelerar cambios que nos lleven a rediseñar ciudades más inclusivas y saludables.
Ojalá así sea.
por César Cáceres Seguel,
Investigador Centro Regional de Inclusión e Innovación Social, CRIIS
Universidad Viña del Mar