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experiencia que significa el estar in-situ, donde se dan los hechos históricos", plantea.
Nevazón y acantilados a 4.000 metros de altura
En relación a la experiencia, Mauricio Quiroz indica que se logró, a través del estudio de documentos como los partes de guerra que emitían los oficiales y generales, ensamblar un trazo exacto de todos los sitios históricos asociados al cruce. Así, el equipo pasó por la Horqueta de Leiva en Los Piuquenes, el Portillo y Vegas del Cuzco, Los Escalones, entre otras localidades.
"Sin duda, sortear la altura cercana a los 4.000 metros sobre el nivel del mar, y en varios tramos la falta de leña o la escasa disponibilidad de agua, fueron los principales desafíos. Mismas peripecias que probablemente enfrentaron los soldados, milicianos y arrieros que componían el ejército de entonces. Pero claro, con la salvedad de que lo nuestro fue una expedición científica con más y mejor tecnología. No hicimos una recreación, sino un estudio profundo de la ruta y el territorio de montaña asociado", aclara el investigador.
Esto mismo comunica Marc Turrel, quien complementa mencionando la gran variedad de ambientes meteorológicos que enfrentaron en la zona montañosa, y que podían cambiar dramáticamente, incluso en temporada de verano.
"Yo creo que contextualizarlo de esta manera, revivirlo con todos los climas -tuvimos sol, tuvimos viento, mucho frío- a caballo, además, tratando de seguir estos senderos y pistas que solo los arrieros conocían, fue toda una aventura. (...) Pudimos seguir paso a paso lo que ha sido esta hazaña, cómo se realizó y por qué se eligió cruzar ese valle -porque era ancho y permitía el campamento de un ejército numeroso-", expresa.
Gonzalo Gajardo cuenta que, si bien el grupo estaba preparado tanto física como mentalmente para soportar condiciones meteorológicas extremas, el frío terminó afectándolo considerablemente, casi al punto de la hipotermia, sobre todo cuando comenzó a nevar copiosamente en la cordillera.
"Si no hubiese sido por la asistencia de los arrieros, no habríamos podido apurar la marcha. Ellos, cuando empezó la nevazón, inmediatamente advirtieron la posibilidad de girar hacia otras rutas mucho más escarpadas, donde los caballos estaban poco menos rasguñando la roca. Íbamos con los nervios muy crispados, pero finalmente lo logramos", relata.
Los CAMBIOS EN EL ECOSISTEMA son notorios
Si bien existen modificaciones en el ecosistema producto del tiempo, la intervención humana y el cambio climático, Marc Turrel sostiene que la travesía sí se puede asemejar a la vivida por los soldados hace 204 años, mencionando que, si bien existen diferencias en la cantidad de agua en los ríos o en las áreas verdes, aún permanecen partes de los tambos de la época inca.
"Realmente, fue muy emotivo tratar de vivir eso. (Los soldados del ejército) no tenían los equipos que teníamos nosotros, el tipo de ropa, los zapatos. Creo que debieron haber tenido una logística muy bien organizada. Tanto para los hombres como para los animales fue algo a la altura de lo que hizo Napoleón en los Alpes. Entonces, ese horizonte de montaña y de condiciones invernales que tuvimos fue realmente un gran desafío", complementa.
Esa misma opinión comparte Mauricio Quiroz, quien sostiene que las "condiciones climáticas y geográficas fueron prácticamente las mismas" que enfrentó el Ejército Libertador. El historiador, además, menciona que previo al cruce, los patriotas que lo acometieron hace más de dos siglos contaban con informes sobre la disponibilidad hídrica, de pasto y leña que encontrarían durante la travesía.
"La información entregada por los arrieros como Justo Estay y por José Antonio Álvarez Condarco, cartógrafo y ayudante de campo de San Martín, que hizo la misma ruta un año antes de que cruzara el ejército, les permitieron estar bien apertrechados", expone.
Gonzalo Gajardo resalta que los cambios ambientales han afectado dramáticamente a la gente de la zona, en especial arrieros y crianceros. Un ejemplo de esto es la reducción de las vegas de agua, lo que dificulta el acceso al recurso y reduce las áreas verdes para animales como el guanaco.
"Ellos han resentido mucho el cambio climático porque la escasez hídrica y la falta de pastos y vegetación les han impedido poder tener una crianza de animales vacunos y de cabras como ellos acostumbraban, al volumen que ellos solían esperar, así que su actividad se ha ido reduciendo muy dramáticamente", agrega.
Además, hace mención a los efectos de la actividad minera en la extracción de agua de los glaciares de roca. "A la opinión pública le queda la impresión de que la minería es una especie de actividad inocua que va a un descampado a hacer algo porque allá no hay nada. Esa es una imagen tremendamente equivocada y trastocada de la realidad, la actividad minera genera un tremendo impacto en la montaña", asevera.
El viaje con los ojos del soldado o el cartógrafo
Para Gonzalo Gajardo, la significación de la travesía radica en poder verla "con los ojos del arriero, del cartógrafo de comienzos del siglo 19, de un soldado del Ejército de los Andes, de un caravanero inca precolombino y de un jinete español de tiempos de la conquista", quienes pasaron por la misma ruta, esteros y cajones que el equipo de esta expedición.
"Para poder hacer una puesta en valor del patrimonio que representa el paso del Ejército de los Andes por este altoandino del valle de Putaendo, es necesario traer a la vida todas estas formas de ver. No sólo el paso, sino que los enlaces de la cosmovisión andina precolombina, la experiencia de los conquistadores, los soldados republicanos de la independencia, el mundo de los arrieros que transitan desde el siglo 19, la sociedad agraria de la temprana república en los valles de Chile. Son elementos culturales que van uniéndose para formar un itinerario cultural", complementa.
Para Marc Turrel es importante destacar la unión y el espíritu de equipo logrados por los integrantes del grupo, con el cual compartió "momentos históricos que nunca antes habíamos vivido". Destaca además lo positiva que fue la travesía en materias antropológicas, históricas y patrimoniales, lo cual aportará a los objetivos futuros de su fundación.
"Yo creo que ese es el objetivo que tenemos como fundación: apoyar a Argentina y Chile en la postulación para que esta ruta sea declarada Patrimonio de la Humanidad, (...) pues yo creo que esos valles son como la magia de un libro abierto donde se escribió la historia de Chile, que ni el viento ni la nieve han borrado. Eso queda en la huella de esas montañas y esos senderos, que son los mismos que hace 200 años. Esas huellas tienen que ser un enlace memorial para vincular la historia de esos años con la que ahora vivimos", finaliza el periodista e investigador francés. 2