Retorno a clases en la Región de Valparaíso
La destacable labor de Educación, Salud, profesores, funcionarios y apoderados se ha visto opacada por consideraciones ideológicas. Mientras los adultos llevan a cabo sus pulseadas políticas, se sigue acrecentando la brecha educacional regional que tanto daño hiciera y hace en nuestro país.
Qué duda cabe, el regreso a clases se ha transformado en una discusión mucho más política que sanitaria. En la Región de Valparaíso la seremi de Educación Patricia Colarte -acaso una de las funcionarias más silenciosas pero activas y trabajadoras de ese paralizado grupo que sigue siendo el de los secretarios regionales ministeriales del Gobierno Regional- ha debido lidiar no sólo con la pandemia, sino también con la lógica desconfianza de los apoderados, la radicalización de los profesores y, como si fuera poco, el traspaso de los colegios municipalizados de la provincia de Valparaíso a su nueva dependencia del Servicio Local de Educación Pública (SLEP).
Simultáneamente, y como era casi lógico, se han activado los protocolos en algunos establecimientos de la zona (6 sobre un total de más de 500) por casos de contactos estrechos y otros incidentes sanitarios menores, pero no ha sido posible el regreso a clases de los colegios y liceos subordinados al SLEP en la comuna de Valparaíso.
El acuerdo oficial con el Colegio de Profesores y el alcalde Jorge Sharp apuntaba a la postergación de una semana para que, finalmente, el retorno se concretase mañana lunes 8. Sin embargo, el propio traspaso al SLEP retrasó la licitación de demarcación y sanitización para buena parte de los establecimientos. De tal forma, alrededor de la mitad de los colegios, casi 30, volverán el jueves 11, en tanto los restantes deberán seguir esperando que se complete el proceso de higienización.
Tanto el director del SLEP Valparaíso, Manuel Pérez, como el presidente comunal del Colegio de Profesores, Andrés Arce, difieren en la colaboración mutua. El primero habla de reuniones semanales con los gremios, directores, apoderados, padres y estudiantes, en tanto el segundo niega que exista una mesa de trabajo que posibilite entendimientos.
Así, mientras los adultos llevan a cabo sus pulseadas políticas, se sigue acrecentando la brecha educacional regional, con el condicionante de que muchos de estos niños no cuentan con conectividad ni posibilidad de llevar a cabo clases híbridas con facilidad, como también imposibilitan que, en el mayor de los casos, la madre pueda reintegrarse a sus labores de trabajo y, lamentablemente, que se complejice el acceso a las colaciones Junaeb del Programa de Alimentación Escolar (PAE) del Ministerio de Educación, el cual con tanto esfuerzo ha conseguido sacar adelante de forma mixta (canastas individuales y preparación de desayunos y almuerzos en los propios establecimientos, según la elección de cada colegio) la citada seremi Colarte.
Sería tramposo citar las recomendaciones de los organismos internacionales, desoídos cuando se refieren a Educación y Patrimonio, aplaudidos y citados si critican a Carabineros.
En suma, insistir en que los niños sacrifiquen otro año de sus vidas por criterios ideológicos no es justo ni respetable.
Los apoderados son quienes hoy tienen la palabra.