¿Dónde va la viajera?
Hace muchos años, la primera vez que vi este cuadro, la mayor sensación que me generó fue de una gran curiosidad, principalmente por su gesto enigmático (algo de la Gioconda tiene la señora), como también de la imperiosa necesidad de averiguar más sobre su destino y lo que pasa por su cabeza.
Indudablemente, me asaltan las preguntas de hacia dónde va, qué mira y en qué piensa esta dama que notoriamente está sentada en un vagón de tren, en un viaje de aquellos que se hacían antes en el ferrocarril que conectaba a casi todo el país y que hoy, lamentablemente, parece inexistente.
"La viajera" (1928) es una obra icónica del maestro Camilo Mori, gran pintor porteño, hombre tremendamente ligado a la historia de la pintura, la gestión cultural y a la vida de la maravillosa y ya extinta bohemia porteña. Actualmente la pintura es parte de la pinacoteca del Museo Nacional de Bellas Artes de nuestro país.
Camilo Mori Serrano (1896-1973) nació en Valparaíso, hizo su vida en esta ciudad y vivió y respiró en torno al arte y la pintura. Fue, entre otras actividades, director artístico del Museo Baburizza, en la década de los 40 del siglo pasado, época de esplendor del recinto, junto con la dirección general del poeta Augusto D'Halmar. La gestión de esta dupla de excepción e inigualable quedó reflejada en el incremento considerable de la colección del museo, pero también en el sentimiento porteño y apasionado del mismo, afortunadamente presente hasta nuestro tiempo.
¿Hacia dónde va la viajera? Es la primera pregunta que me asalta. Quizás su destino sea una ciudad de la cultura, en la que a todos les importe y la respeten como valor esencial de una sociedad, donde todos entiendan que sin cultura, como sin educación, no habrá desarrollo posible y menos justicia y equidad, que van íntimamente ligados con una sociedad culta y educada.
Tal vez enfila hacia una ciudad capital cultural del país, donde los organismos del Estado se hagan muy presenten en apoyarla y mantenerla; quién sabe si se dirige hacia una ciudad Patrimonio de la Humanidad, valorada por todos, respetada, que compromete a moros y cristianos en su cuidado y mantención; o quizás va hacia su propia Ítaca, quién sabe si este es su viaje final, el de Kavafis, ese que todos añoramos alguna vez emprender, para asentarnos en el lugar definitivo donde esperar el cierre del ciclo.
Son estas algunas de las preguntas que nacen, mejor dicho, me nacen, cada vez que veo esta obra maravillosa, por la cual tanta admiración tengo.
¿En qué piensa la viajera? Es también una pregunta válida, quizás sea en los resabios aún de la polémica del mural de Mon Laferte, a lo mejor a ella le gusta y quiera fotografiarse en frente de éste, o puede ser que la prefiera como cantante, vaya uno a saber. A lo mejor su pensamiento está ocupado en la imperiosa necesidad de reponer la Bienal Internacional de Arte de Valparaíso y volver a poner a la ciudad en el mapa mundial de las artes visuales; o más aún, más que pensar, quizás añora con ilusión la creación del museo de arte moderno de la ciudad, un pendiente que ya no puede esperar más, y para el cual están esperando tantas y buenas obras para exhibirse. Lugares para su ubicación no faltan, hay varios muy idóneos.
¿Qué mira la viajera? Es otra de mis preguntas. Será que mira la ciudad maltratada por quienes amparados en ese supuesto del grafitismo, solo rayan y ensucian; mirará la viajera los esfuerzos por mantener el patrimonio histórico de la ciudad en las mejores condiciones posibles (tarea nada fácil por lo demás y a veces casi quijotesca), mirará como a veces discusiones nimias nos ocupan gran parte del tiempo y nos llevan inevitablemente a pensar en aquel viejo pero sabio refrán "los árboles no dejan ver el bosque". Creo que la viajera mira con ojos generosos, como los de su autor, y piensa y busca lo mejor de la ciudad, que siempre está, pero que a veces nos negamos a ver o a entender.
Viajar sin duda es una de las mejores oportunidades para pensar y reflexionar hacia dónde va nuestra vida y cómo la queremos seguir construyendo, la viajera nos invita a que la acompañemos en este viaje, en esta aventura para pensar y reflexionar hacia dónde debe ir nuestra vida como ciudad cultural y patrimonial, por cuanto lo es de hecho y de derecho.
A mi modesto parecer, este es un viaje y una tarea en la que todos podemos y debemos contribuir.
Quizás en sus manos la viajera no lleve un libro, sino un cuaderno de anotaciones. En él ella apunta cada buena acción artística y cultural que ocurre en Valparaíso, para luego darle cuenta a Camilo Mori de ello y así alegrar de alguna manera el espíritu del autor. Él siempre lo quiso así y se esforzó y comprometió en ello.
Por lo pronto, me quedo con el maravilloso recuerdo de esta viajera, obra emblemática de la pintura chilena, que nos lleva junto a ella, de camino hacia un mejor mañana que, confío, siempre habrá.
Por RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL