Nuevas medidas contra el covid
El Gobierno decidió ajustar las exigencias del plan Paso a Paso a la gravedad de los contagios, pero hay dudas de si lo hizo en forma oportuna. Marzo apareció sin contemplaciones y el Gobierno deberá tomar varias decisiones difíciles asociadas a la pandemia cuando entramos a la recta final en la campaña electoral de abril.
En un signo de realidad política y sinceridad sanitaria, el Gobierno decidió ayer dar marcha atrás en las medidas que habían permitido mayor libertad en la fase 2 de Transición, al tiempo que definió adelantar el toque de queda y aplicar cierres más estrictos a locales como restaurantes y negocios de comercio detallista. Bajo el supuesto de que fueron superadas las necesidades del verano -el descanso psicológico de la población que sufrió varios meses de cuarentena y el alivio económico de los servicios asociados al turismo, gran motor de empleo estacional en muchas regiones-, el Ministerio de Salud vuelve al relato epidemiológico original: estamos en la pandemia más grave de la historia reciente y debemos actuar con la urgencia que se merece. Es importante destacar el cambio aplicado por el equipo que lidera el ministro Enrique Paris, pero es difícil coincidir con el timing aplicado cuando los signos preocupantes como alza en contagios, aumento en los índices de propagación del virus, ocupación de camas críticas y la reducción en la edad promedio de los hospitalizados por covid-19, eran evidentes desde, al menos, mediados del verano. En el fragor del entusiasmo por la rápida vacunación, pocos han caído en cuenta que la inmunidad de rebaño se alcanza con un nivel de 80% a 95% de vacunados, una cifra que el país podría alcanzar recién en el segundo semestre.
Tras las decisiones de ayer, tres cuartas partes de la población regional vivirá bajo cuarentena los fines de semana y los cambios introducidos a la fase 2 afectarán en la semana de forma directa a 24 de las 38 comunas. La situación más compleja se vive en las zonas en cuarentena permanente -Valparaíso, San Antonio y, a partir de sábado, Catemu, Quillota y El Quisco-, que pasan a reeditar la fase de confinamiento más estricto, un golpe a la vida económica de dichas comunas similar al sufrido en invierno y primavera, cuando cada día surgían noticias sobre el cierre definitivo de algún local emblemático.
Para compensar el impacto, el Gobierno anunció un nuevo plan de apoyo, que establece subsidios y bonos especiales en este recrudecimiento de la pandemia. Esta decisión también tiene una cuota de realidad política -quiere desalentar los llamados a un nuevo retiro de fondos previsionales, el tercer 10%- y otra de sinceridad sanitaria -las cuarentenas ponen en riesgo puestos de trabajo precarios-, pero queda corto en su ambición económica y aún debe sortear los enredos burocráticos que ya pusieron en aprietos al Gobierno hace algunos meses.
Marzo apareció sin contemplaciones y el Gobierno deberá tomar varias decisiones difíciles para frenar las muertes por coronavirus, cuando entramos a la recta final en la campaña por la batalla electoral. En este ambiente, con frecuencia confuso, es importante que el Ministerio de Salud preste oídos a los especialistas -propios y convocados- y a pocos más, porque una vez contados los votos de las urnas y sin importar su resultado, la pandemia seguirá aquí.