"El hiperpresidencialismo permite exceso de avances sobre la autonomía de otro poder del Estado"
En sus últimos días como presidenta del Senado, Adriana Muñoz D'Albora saca cuentas alegres en cuanto a la productividad legislativa. Dice que es todo un logro, considerando que la pandemia obligó al Parlamento a trabajar en forma remota gran parte del 2020. La senadora del PPD por la cuarta circunscripción dejará el cargo, muy probablemente para ser reemplazada por otra mujer, Yasna Provoste.
-¿Cuál es la autoevaluación de su gestión?
-Pese a todo el contexto difícil que significó reorganizar todo, lo que obtuvimos en materia de producción de trabajo legislativo fue histórico, tanto en sala como en comisiones. Realizamos una gran cantidad de sesiones especiales, creo que 18, a las que asistieron sectores que estaban buscando entregar en el Senado su situación, el testimonio de sus problemas. Las pymes, los gremios de la salud, los profesores, gremiales empresariales… recibimos una gran cantidad de sectores que querían transmitir al Parlamento, y especialmente al Senado, la crisis económica, su insatisfacción con las medidas que estábamos tomando y yo creo que logramos un trabajo bastante exitoso. Estoy preparando mi cuenta para la próxima semana, pero ya hemos visto estadísticas que de enero de 2020 a enero 2021 despachamos 259 proyectos de ley. Si lo comparamos con 2019, un año normal, se despacharon 191. Y fíjese que las reuniones de comisiones fueron 1.486 y el 2019 fueron 1.200. también de sala tenemos 174 sesiones con 692 horas de trabajo. El 2019, en cambio, hubo 102, con 351 horas de trabajo. Aumentamos muchísimo el ritmo de producción legislativa de nuestro trabajo en medio de la pandemia.
-Entonces, la pandemia terminó agilizando su trabajo.
-Sí, el trabajo telemático agilizó mucho nuestra labor porque la gran mayoría de los senadores somos de regiones, lo que significa que nuestros desplazamientos sean por tierra o aéreos y se entorpecían con las medidas sanitarias necesarias de confinamiento, de cuarentena. Se paralizaron los vuelos, había barreras sanitarias. Así que esta modalidad permitió que superáramos esta barrera y que pudiésemos tener estas sesiones desde donde estuviéramos. Esto permitió sesionar y agilizar el trabajo y es una modalidad que llegó para quedarse.
-¿Qué temas quedaron pendientes en su gestión?
-Hay muchas tareas que me hubiera gustado hacer presencialmente, como seminarios, encuentros con organizaciones. Por ejemplo, en cuanto a mi trabajo hacia el mundo de las mujeres, yo lo tuve que suplir con una agenda que instalamos en una mesa de género covid-19 que instalé muy tempranamente en mayo del año pasado. Una vez instalada, me habría gustado haber tenido reuniones permanentes y haber tenido más encuentros presenciales. Tampoco pudimos reunirnos con el mundo de la diversidad sexual. En materia de Derechos Humanos, armamos una mesa de Verdad, Justicia y Reparación de garantías de no repetición de violaciones a estos que levantamos en coordinación con la comisión de DD.HH. Una de las tareas que ha quedado pendiente, pero que ya está bien próxima a terminar, es un registro histórico de lo que ocurrió durante la revuelta social de octubre del 2019. Levantamos toda la información que recibimos durante ese período en la comisión de DD.HH. que recibió a las víctimas y sus familiares, escuchando sus testimonios, interviniendo ante las autoridades pertinentes. Todo ese registro lo vamos a publicar y una de las tareas que está concluyendo esta mesa la vamos a publicar en un documento que tenga el valor de memoria histórica de lo que ocurrió.
-Muy probablemente le entregará la mesa a otra mujer, un hecho inédito.
-Sí, es muy importante que una mujer asuma la conducción de la nueva mesa, sobre todo con la senadora Yasna Provoste, con la que hemos realizado muchas tareas y tenemos gran afinidad. Es también importante que se vaya haciendo natural y normal que las mujeres vayan siendo las líderes de la mesa del Senado.
-Es muy simbólico también de un país en transformación.
-Sí, sobre todo en la elite política, porque es difícil remover las barreras culturales en estos niveles, donde por cierto el ejercicio del poder es complejo para las mujeres. Porque aunque seamos iguales, entendiendo esta igualdad en la forma en que llegamos a acceder a estos cargos, compitiendo y sometiéndonos a campañas y al escrutinio electoral, y llegamos con votaciones muy altas a ocupar estos cargos, posteriormente somos relegadas en el ejercicio de estos cargos. Creo que ha ido cambiando al interior la mentalidad de los propios colegas varones y de las bancadas de tomar conciencia y de tomar la decisión de reconocer la capacidad que tenemos las mujeres de la conducción política en estos espacios.
-¿Cómo definiría la relación que hubo con el Ejecutivo durante su gestión?
-Fue bastante tensa, como es bastante público. Fundamentalmente, por ser un período complejo donde el debate se hizo tenso por la rapidez, la inmediatez que se requería de la toma de decisiones en materia legislativa. Se hizo tenso por la búsqueda de la oposición de instalar una línea de respuesta al desempleo de las madres trabajadoras que requerían un respaldo y un resultado desde la ley y las políticas públicas que las apoyaran para permanecer con sus hijos y no perder el empleo, extender el posnatal que era una gran materia de controversia. Entonces, ahí hubo una tensión entre hacernos cargos de esa exigencia y por otro lado las esmirriadas facultades constitucionales del Congreso. El gobierno hizo ver esto al llevar muchas iniciativas parlamentarias al Tribunal Constitucional, ejerciendo sus facultades de vetar no solo iniciativas parlamentarias, sino además proyectos de ley votados, discutidos democráticamente, despachados por el Congreso. Por otro lado, ha hecho un ejercicio bastante extremo con las urgencias. En ese sentido hemos tenido tensión, por cierto, porque realmente el hiperpresidencialismo permite este exceso de avances sobre la autonomía de otro poder el Estado. Por eso yo he señalado que es muy importante que el proceso constituyente que ya se avecina se haga cargo de debatir y redefinir el sistema político que existe, hiperpresidencialista, y que debilita las facultades y legitimidad de otro poder del Estado que es el Parlamento. Este es el poder elegido por el pueblo, con el voto del pueblo, al cual los parlamentarios debemos responder pero que nos vemos limitados por este sistema y también por una constitución que limita mucho las facultades.
-¿Cuál sería el punto de equilibrio? En algunos momentos incluso se indicó que había un parlamentarismo de facto.
-En una relación de respeto y resguardo de la autonomía entre los poderes. Tiene que haber un equilibrio donde, por cierto, por un lado el Ejecutivo debe gobernar, pero también el Parlamento debe hacerse cargo de las demandas populares. En ese sentido, se debe permitir que muchos temas que se encuentran en el margen de la constitucionalidad puedan ser revisados. No es posible que sigamos con una gran cantidad de materias que son impedidas de abordar.
"El trabajo telemático agilizó mucho nuestra labor porque la gran mayoría de los senadores somos de regiones, lo que significa que nuestros desplazamientos sean por tierra o aéreos y se entorpecían con las medidas sanitarias".
"Hay mujeres de todas las bancadas, de izquierda, centro y derecha, con mucha capacidad, que pueden hacerse cargo de la conducción de la presidencia del Senado".