De paseo por el Facebook de Gonzalo Ilabaca
Dice el pintor Gonzalo Ilabaca Astorga (Concepción, 1959) que "Valparaíso es un bolsillo sin fondo, donde metas lo que metas, igual se va a perder. El solo hecho de vivir en una ciudad puerto donde nadie sabe qué es una ciudad puerto, es algo totalmente surrealista. (...) Me di cuenta de que aquí, cuando la gente habla de la ciudad habla de los perros vagos, habla de un montón de cosas que son de la ciudad, y el puerto queda fuera. La ciudad puerto, la mezcla perfecta entre el urbanismo, el comercio y el cruce de razas, Valparaíso la perdió y, por lo tanto, ahora tenemos amnesia del mar".
Conspicuo vecino de la plaza Waddington, en Playa Ancha, desde donde levantó todos los movimientos por el borde costero posibles, que luego confluyeron en aquel tibio recuerdo que fue el Pacto Urbano La Matriz, Ilabaca fue ajusticiado pública y digitalmente el sábado pasado tras expresar su decepción para con la administración del alcalde Jorge Esteban Sharp Fajardo en El Mercurio de Valparaíso, esto último, según sus detractores, el mayor de sus pecados (¡Supieran que hoy en la tarde participa de un Facebook Live con Gonzalo Ibáñez!) El jefe comunal, a su humilde juicio, "no merece una segunda oportunidad".
Ingenua, o quizás provocadoramente, el gentil Ilabaca, el de pelo largo, el que dejó botada la carrera en cuarto año de Medicina por el Arte, el que se perdió años vagabundeando por Europa y Oriente, el que integró el taller La Brocha, junto a Bororo, Benmayor y Domínguez, el padre de la cantante Pascuala y de la también artista Danila, el que no usa teléfono móvil, pero sí y mucho Facebook, es el mismo que colgó en su muro la publicación aludida con un sutil mensaje:
"Dejo entrevista.... el medio es El Mercurio, el fondo es el tema y para mí el tema de fondo es el borde costero porque ahí nace la riqueza de Valparaíso. Lo otro es distribuir pobreza. Aquí hablo de la mesa de borde costero implementada desde el municipio, de su importancia y de su falta de continuidad. No es, como dice Sharp, una mirada desde la élite, porque en esa mesa de borde costero estaban muchos actores: lancheros, transportistas, emprendedores, deporte náutico, patrimonio, urbanistas, turismo, concesionarios. La EPV también estuvo en su momento, al igual que los concesionarios. Parto de este principio de la economía: "Ningún país (ni ciudad) pasa del subdesarrollo al desarrollo haciendo siempre lo mismo". De ahí la importancia de cambiar y complementar la estrategia sobre Valparaíso. No solo preocuparse de sus problemas, que son muchos, sino incorporar sus potencialidades... y esas potencialidades vienen desde el mar, de su condición marítima, de su gran potencial del borde costero como articulador principal. Es el valor agregado para reactivar todas las potencialidades de Valparaíso. Es una invitacion a encontrar soluciones integrales, con argumentos sociales, urbanísticos, culturales, económicos y patrimoniales, y no con descalificaciones personales".
Pero, como decía el gran Peter Veneno, los comentarios y respuestas fueron de "antropología": más de 300 en solo 12 horas, la mayoría de ellos con su buena coprolalia y descalificaciones incluidas. Primero lo trataron de "Perkin", lo insultaron, lo acusaron de "prestarse al juego de la derecha fascista", de "oportunista burgués", de hacerse una "autozancadilla" (a sí mismo y al progresismo), de vendepatria ("el Gonzalo hace la misma siempre, estábamos en no sé qué lucha, él se unió, y cuando le ofrecieron espacio de galería para sus cuadros, nos dejó botados"), de darle más posibilidades a la "dilusion" (sic) de votos entre candidatos de izquierda, o de simplemente conseguir que el votante insatisfecho vote equivocadamente por la derecha para que así vuelva a la municipalidad el pinto-castrismo-cornejismo-bannenista de siempre.
También saltaron al ruedo los nombres de Enrique Moro e Isabella Monsó, el del inefable Boris Kúleba ("grande, Gonzalo, hiciste trabajar un día sábado a los funcionarios municipales en campaña con permiso sin goce de sueldo que te están insultando bajo tarifa en estos comentarios. ¡La hiciste!", escribió el diseñador); el del concejal Daniel Morales, a quien se le ocurrió plantear que Ilabaca era lo más lejano a un ególatra y lo terminaron tratando de "fascista"; el de un escritor que denuncia muy responsablemente desde la ciudad francesa de Lyon una supuesta red de tráfico de drogas en la municipalidad, asegurando haber presenciado "una compra grande" de la "buena" durante la anterior administración; el de un periodista que "le hacía queques" al municipio desde este Diario (el cual supuestamente nadie lee pero todos se dan el tiempo de discutir sobre él o enviar de forma pirata por WhatsApp tempranito, como la exsecretaria municipal y flamante primera dama del candidato Claudio Reyes, Mariella Valdés); el posteo de un gaffe del edil Yuri Zúñiga en medio del concejo municipal del 10 de marzo, con el micrófono abierto ("sí, se perdió una recachá de mercadería. Sí, los huevones son ellos. Primeros, segundos y terceros, ellos. Claudio Reyes, nomás y se acabó..."). Todo eso mientras el concejal Iván Vuskovic explicaba qué hacer con las "mermas" dela bodega Simón Bolívar.
Si hasta apareció el mítico "Gendarme de Acero", para rematar a Ilabaca por "hacer la de Quico", tomar la pelota e irse a otro equipo, acusarlo de "poco maduro" y de supuesto agente encubierto de la UDI, aprovechando incluso de invitarlo a "terapias de carácter y lealtad".
Otros, los menos, valoraron su "valentía" y "consecuencia", pero también se fueron de troleo, dejando claro que en el ámbito de los guerrilleros digitales nadie les hace mella a los actuales dueños del descosido balón porteño.
Pero quiero creer que antes de este facebookicidio a mansalva de Ilabaca, él ya había muerto muchas veces antes y vuelto a levantarse. Como cuando era Yuri UK, "pintor de mala muerte y de la muerte mala", nacido en la imposible Poolipor y fallecido por una hemiplejia en Ceylán.
O el Ilabaca que fue devorado por los tiburones de Caldera. O el de la postal de Germán Arestizábal, el último de los beatniks, o el de las cabronas del Flamingo Rose, el Louisiana o el Roland Bar. Quizás el de las tardes de cazuelas en La Vega Central, tan cerca del taller de Bellavista, el de Washington Carvajal, el payaso del circo Miami que zurcía la carpa y cuidaba al mono, y que estuvo perdidamente enamorado de una malabarista, que por supuesto nunca le correspondió. El de las prostitutas y tripulantes, el de los viajes por India, Tailandia, Nepal, Indonesia, Bali o la América campesina profunda mexicana o guatemalteca.
Empero, el Ilabaca que con toda seguridad no ha muerto, es aquel que se aleja de la siutiquería de la "Espléndida Apátrida" o la "Flor Inexistente" y se propone retratar los matices y personajes de la atmósfera porteña, lo que solo consigue atenuando colores con una segunda capa aguada sobre la aún húmeda original de ocre en telas alargadas, como "escenografías de cinemascope" ("La llegada del Circo Ruso", "Atardecer en Carampangue", "El tripulante perdido", entre ellas).
Hablo del Ilabaca de "El Libro del Hambre", aquella interminable serie de 200 cuadros y, particularmente, el de "Valparaíso sin Angustia", que corona esta página, en el cual toda la furia de su pintura pareciera concentrarse en los ojos color océano de ese maltraído pequeño Lord Fauntleroy porteño.
por don milton