La paradoja de Viña del Mar
Da la impresión de que tras el fallo del TER, que en rigor era una buena noticia para la derecha, en la última semana se hizo todo mal en la Ciudad Jardín.
No fue una buena semana para la candidatura oficialista de Andrea Molina por la alcaldía de Viña del Mar. A la evidente confusión que ha mostrado su comando -encabezado por Samuel Chávez, con algunas incrustaciones del municipio, como Germán Pérez-, la exdiputada (al igual que Marlen Olivari) optó por restarse de sendos debates televisivos, en los cuales sus rivales se aseguraron de que pagara un alto costo por ello, y establecieron la verdad a medias de que Molina había "arrugado" por no estar "a caballo" de los temas municipales, comparándola con Marlen.
En segundo lugar, debió soportar el exagerado despliegue de Virginia Reginato, quien tras zafar de la acusación por notable abandono de deberes, se lanzó de cabeza a por su campaña a concejala en la Ciudad Jardín. Ello volvió a poner en escena el rol que tendrán sus asesores y empleados de confianza en una eventual nueva administración UDI del municipio (pese al rol de independiente que cumple Molina) y a que la prensa vuelva a poner sus desconfianzas sobre Viña. Algo de ello pudo verse en el reportaje emitido por Mega el jueves por la noche, donde más allá de lo que toda la Región conoce, se insiste en las dudas por el informe n° 577 de Contraloría, el déficit, las horas extra y los presupuestos, aristas que aún investiga el Ministerio Público. Asimismo, y como Reginato se dio el lujo de no querer responder a las cámaras del canal privado, el periodista se hizo un festín con las "calles y veredas deplorables, el campamento más grande de Chile, etc.", y acudió a entrevistados de lujo: 1) un ciudadano mostrando una por una las soleras de la ciudad, con videos de una señora de la tercera edad tropezándose en ellas; 2) el diputado Andrés Celis denunciando que los asesores de Reginato "mandaban a guardar las boletas y facturas en un cajón para no contabilizarlas en el presupuesto"; 3) Javier Gómez haciendo el papel de Javier Gómez; 4) el fiscal Patricio Toro advirtiendo que las aristas "horas extra" y "pago a proveedores" están prontas a finalizar y a formalizarse; y 5) Miguel Alfaro, abogado de Reginato y candidato a concejal (pequeño detalle), hablando de "denuncias infundadas e inexistentes". Súmese a ello la portada del diario La Segunda del mismo jueves ("Una favorita en zona de riesgo"), en la cual se teoriza sobre un supuesto ascenso de Olivari y de las candidaturas independientes, que llevarían a Molina a una inesperada derrota. Agréguense, claro está, los portales digitales a sueldo que festinan con cualquiera de sus tropiezos y tendremos la tormenta perfecta.
Asimismo, no puede quedar de lado el desorden oficialista, que tiene al presidente regional de la UDI, Osvaldo Urrutia, más preocupado de bombardear a la secretaria general María José Hoffmann en Concón con su apoyo a Ricardo Urenda; al de Renovación Nacional, Francisco Chahuán, en su propia travesía por el desierto; y al de Evópoli, Javier Puiggros, con sus caravanas en Olmué y la inmadura mezquindad de su partido.
Como guinda de la torta, Molina debió lidiar el viernes con la visita del candidato presidencial Joaquín Lavín a la zona, donde hizo videos con Carlos Bannen y la propia Reginato, poniendo las manos al fuego por esta última. Dicen en el comando que también se hizo un video con Molina, pero 48 horas después éste aún "estaba en proceso de edición" (cabe precisar que hasta Bernardo Guerra y Patricio Gatica "editaron" sus fotos con mayor celeridad).
¿No será que el "abrazo del oso" que le vino a dar Lavín resulta completamente contraproducente con su candidatura?
Una cosa, y bastante atendible, es tener que vivir con la suegra. Otra, muy distinta, es que sea esta última quien decida sobre las comidas, los permisos de los niños y quién entra o no a la casa.