Daniel Hidalgo: "Nos pilló el futuro y nos pasó por encima"
Escribió "El último pogo de Rita Maldita" y luego tuvo que hacer clases de lenguaje online con un computador chino. Acá el escritor chileno resuelve el cruce entre ficción y la realidad más pura.
Daniel Hidalgo (1983), autor de "Canciones punk para señoritas autodestructivas" y "Manual para robar en el supermercado", escribió ahora "El último pogo de Rita Maldita". Es una novela negra protagonizada sólo por antiheroínas que se desenvuelven entre canciones punk, rock, The Smiths, tocatas, drogas, tatuajes y sexo.
Paralelo a la ficción, el autor hace clases de Lenguaje en un colegio de Santiago donde debe lidiar con los problemas de hacer clases a distancia, como por ejemplo, prender la computadora.
-Eres profesor de Lenguaje, en una época difícil. ¿Cómo vas con las clases virtuales?
-Actualmente, estoy haciendo clases híbridas: a veces desde mi casa y otras desde el colegio. La verdad es que no sólo es muy difícil, sino que diría imposible en un período más extenso de lo que tenemos contemplado. Por eso, fue necesario reinventar las clases completamente. Ya no es ver sólo una figura adelante, sino muchas pantallitas pequeñas una al lado de la otra. Se trata de rediseñar todo en esa coro interactivo y virtual. La verdad, yo veo a mis colegas muy agotados y estamos recién empezando este nuevo año de pandemia. Nos pilló el futuro y nos pasó por encima.
-¿Qué es lo que falla?
-Todos pensábamos que en el "futuro" podríamos ver esas pantallas con proyecciones holográficas tipo nave espacial de serie de televisión, pero no: falla el internet, falla el micrófono, mi notebook de origen chino se demora hasta una hora en iniciar y eso que aún no cumple un año. Se pega, se reinicia, nos equivocamos en los links. Redujimos las clases a lo mínimo y aun así no pasa mucho.
-¿Qué leen los estudiantes? ¿Libros tuyos?
-En clases, con los estudiantes, leemos harta distopía y ciencia ficción porque se parece más a lo que estamos viviendo: el realismo se siente aburrido y lejano. Trato lo más posible de que no lean nada mío nunca, que ni siquiera sepan que escribo, al menos hasta que ya no sea su profesor.
El lado b del profesor
Cuando no hace clases, Daniel Hidalgo escribe. O escucha música. Para escribir dice Hidalgo que se nutre de cine, rock, cómics, televisión, internet y "cualquier insumo de la cultura popular que me ayude a conformar el mundo. Creo que el escritor debe encontrar literatura donde pareciera no haberla".
Las protagonistas de "El último pogo de Rita Maldita" son Miss Horror y Rita Maldita, personajes antiheroicos, llamativas, mujeres dañadas de alguna forma, rebeldes en extremo.
"Quise hacer personajes complejos, con sus luces y sombras, más allá de su género. Para ello, busqué inspiración en la experiencia, aunque yo le hago el quite a lo autobiográfico y me interesa más destrozar mi identidad hasta desaparecer, cuando escribo. No creo que la literatura tenga que ser una transcripción de la realidad y la vida de los autores debiera importarnos un pepino. A Miss Horror y Rita Maldita las fui delineando a punta del punk hecho por mujeres a comienzos de los años noventa. Son letras y estéticas de bandas como Bikini Kill, L7 o Babes in Toyland. Las letras de Patti Smith también me ayudaron mucho a entender la figura de las mujeres en las subculturas", comenta.
-Diste un salto. Pasaste de una editorial chica a una multinacional. ¿Te sientes un escritor consolidado?
-Para nada. Me siento profundamente lejos de ello porque no busco eso en la escritura, sino más bien extraviarme, ponerme al borde con los ojos cerrados.
-¿Cuál es tu estilo?
-Con respecto a mi estilo, la verdad no tengo idea. Sé que me inquieta el espacio público, lo urbano, las tensiones sociales, los oprimidos, la cultura popular y cómo está mediatizada o intervenida por otros discursos de la industria y la cultura global. La oralidad en mis libros tiene que ver con cierta concepción de la prosodia, de la musicalidad de las palabras, con el ritmo, los acentos y los intervalos.
-La música siempre está presente: pop-rock chileno, hardcore o punk. ¿Por qué?
-Es el pulso de caminar día a día por la calle, el latido del corazón, el ritmo del día y la noche. Soy de los que escucha música desde que se despierta hasta que se acuesta. Aprovecho cada silencio de la rutina de la vida para ponerme audífonos o armar una playlist. Extraño mucho las tocatas, y estoy ansioso por volver a ver música en vivo en algún bar. La vida no tendría sentido sin música. Me parece que en las canciones de la música popular están las mejores historias de la humanidad contemporánea. Una novela de trescientas páginas queda diminuta al lado de una buena canción pop de tres minutos.
-¿Por qué escribes?
-La riqueza de la escritura, creo que está en la falta de certeza. Escribir se parece a un juego en donde la mayoría de las veces tienes todas las de perder, sobre todo si te gusta el riesgo. Freud tiene un concepto que se llama el "sentimiento oceánico". Se refiere a un momento preciso, cuando uno se diluye con el resto del mundo y conforma un todo con él. En este sentido, sí creo que un autor debe hacer lo posible para que su relato tenga los mayores alcances posibles. Dejar de ser el autor, hacer todo para que esa obra sea de los otros.
-¿Cómo ha sido escribir en pandemia?
-No tuve bloqueos, pero sí un desorden terrible que me hacía escribir cuatro o cinco cosas en paralelo.
-¿Qué escuchas en estos días?
-Cuando escribía "El Último pogo de Rita Maldita" armé una playlist en Spotify con harto del material que me sirvió para escribir. Son canciones y artistas que están ahí, citados directamente. De hecho, el link está en las páginas de la novela.
-¿Y qué lees?
-Estuve leyendo todo lo que encontré en español de Yasutaka Tsutsui, comedias de ciencia ficción delirante, y ahora estoy empezando "Las Voladoras de Mónica Ojeda" con mucha expectación.
-¿Qué es lo más punk que vislumbras en el Chile actual?
-Las protestas de los viernes en Plaza de la Dignidad.
Los tres primeros libros de Daniel Hidalgo Urtubia fueron premiados por el CNCA.
Por Nayive Ananías
Editorial Planeta