Virginia, hoy es siempre todavía...
Segunda hija de Luis y Mafalda, unos inmigrantes italianos oriundos de Montebelluno (Véneto) y Camogli (Génova), respectivamente, avecindados en Playa Ancha; hermana de Claudio y Mafalda; viuda de Juan Luis Gray; madre de Ricardo y Verónica; y abuela de cinco nietos, Virginia María del Carmen Reginato Bozzo (Clínica Española de Valparaíso, 1939), la "Cotona", como le llamaba su fallecido hermano Claudio, fue siempre la más bonita del barrio.
Les hablo de los días de tortas pascualinas y cimas (a çimma, un plato genovés con aires a malaya), ravioles hechos a mano y retazos de zeneise, dialecto genovés que su madre nunca dejó de hablar.
De hecho, ya cuando vivía en Recreo y en sus días como promotora de la empresa familiar de venta de electrodomésticos, lámparas y adornos "Reginato Hermanos", resultó elegida cinco veces reina de belleza en solo un año: en el Centenario de la Sexta Compañía Bomba Italia, el Carnaval de la Cruz Roja, la Societá Canotieri Italiani, la Kermesse de la Scuola Italiana y la exposición anual de la Asociación de Industriales de Valparaíso (Asiva). En esta última ocasión el vestido se lo hizo la Nena, la modista de la familia, la misma que les confeccionaría años más tarde los trajes de novia a ella y Mafalda. Eran los tiempos en que pololeaba con el cadete Marcos Valenzuela, otro personaje con el cual se volvería a encontrar medio siglo después.
A mí me tocó conocer a su hermano, Claudio, quien falleció joven -a los 53-, llegó a ser dueño del Laboratorio Biosano y encabezó durante mucho tiempo distintas ramas deportivas de la colectividad italiana, el club Canottieri de Valparaíso, el Stadio Italiano o la Federación Chilena de Natación, sin haberse metido una sola vez al agua en su vida.
Fue él quien me contó que, en una imprecisa fecha de los años sesenta, Virginia participó en el Festival de Viña con un grupo folclórico que había armado con unas amigas y con el cual cantó, como su tan admirada Iva Zanicchi, y bailó cueca como si el mundo se fuese a acabar.
Como es sabido, la alcaldesa no completó la educación básica y media hasta mucho más tarde, en una discutida convalidación en el colegio polivalente Sembrador de Colina. Su vida fue, más bien, el trabajo en "Reginato Hermanos" tras la muerte de su padre (ella en la sala de ventas, puliendo la cuchillería con creta y alcohol); y luego el político, como dirigenta regional de la secretaría de la mujer en los años ochenta, miembro del Consejo de Desarrollo Comunal (el antiguo Codeco), concejala en Viña del Mar por doce años y alcaldesa electa en octubre de 2004, mes que coincidió con el fallecimiento de su marido.
Detengámonos en el verano de 2005, el primer Festival de Viña de la flamante jefa comunal. ¿Animadores? Ricardo Montaner y Myriam Hernández. Aquella noche, sentada al lado de Luis Guastavino, vestida de chaquetón negro y pañuelo amarillo, Reginato inició un largo romance con la ciudad y popularidad del evento, a punta de carisma y simpatía. Ya era la "Tía Coty".
Tanto generaba en términos de exposición la gran fiesta de la Quinta Vergara, que la fama alcanzaba hasta para los concejales, como fue el caso del entonces edil y presidente de la comisión organizadora, el hoy diputado y principal verdugo de la alcaldesa, Andrés Celis, quien se paseaba del brazo de la llamativa modelo argentina Luciana Salazar para la noche de gala.
El año 2008 Reginato fue a la reelección y llegó a la friolera de 107 mil votos (78,76%); nuevamente en 2012 (63,45%) y con la mitad del Concejo Municipal para la UDI. Todo parecía ir viento en popa hasta que asomaron los nubarrones, las denuncias y los problemas de gestión que redundaron en la acusación por notable abandono de deberes por parte de la mitad de sus ediles, de la cual recién zafó este mes.
Para 2016 le costó un poco más (59%). La llama se iba apagando y ya la miraban con otros ojos. La "Manam" inició su espiral de impopularidad, junto con la Casa del Deporte y las veredas de la ciudad. Los pobladores de una toma viñamarina le funaron el clásico piscinazo del Hotel O'Higgins. Bajarle artificialmente el volumen al público de la Quinta y subir el de la orquesta para ahogar las pifias en su contra fue haciéndose cada vez más habitual en las frías noches festivaleras, como reconocieron en un programa de TV otras dos concejalas que sellarían su suerte, Marcela Varas y Macarena Urenda.
También le soltaron la mano los viñamarinos "influyentes", como los hermanos Celis, Francisco Chahuán, Agustín Squella, Gonzalo Ibáñez, el Club de Viña y los empresarios de la Fundación Piensa.
La ley que no permitía la reelección le impidió ir por un quinto período, pero no que optara por volver al Concejo. ¿Quiso o la empujaron, como sugiere Tomás de Rementería? Cómo saberlo.
Así es que yo (que, siendo bien honestos, no soy nadie, pero sí colgué los guantes a tiempo y me retiré de las pistas a comienzos de siglo en mi exilio cachagüino) suelo recordar a la Virginia de la piscina de Recreo, mientras hojeo las palabras del sevillano Machado, quizás el más luminoso de la generación del 98.
"Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. Y ahora, ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos. Porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde. Ahora".
por don milton