Difícil tarea de poner fin a campamentos
La Región de Valparaíso es la que acumula más tomas en el país, con un alza de 112% en la cifra de familias que vive en asentamientos irregulares. "El desafío debe contemplar mayores recursos, la reformulación de los instrumentos usados, y una reflexión más profunda sobre uno de los problemas estructurales que enfrenta la Región".
El último informe sobre campamentos dado a conocer ayer por la organización Techo-Chile - y desarrollado en conjunto con la Fundación Vivienda- podrá generar indignación, tristeza y reclamos airados, pero nadie puede alegar sorpresa ante el crecimiento exponencial de los asentamientos irregulares en la Región de Valparaíso durante los últimos dos años.
Las cifras son lapidarias. Aquí se encuentra el 29,2% del total de tomas del país; entre 2019 y 2020, las familias que viven en lugares sin regularización crecieron un 112% (pasaron de 11.228 a 23.843) y las tomas se incrementaron un 24% (de 181 a 225). Una de las conclusiones del catastro es que "el aumento de la campamentación se dio fundamental mediante nuevos hogares que llegaron a vivir a asentamientos que ya se encontraban conformados".
Aunque el catastro lo lideran Viña del Mar y Valparaíso -83 y 53 campamentos, respectivamente-, el problema se replica en otras 20 comunas, lo que habla con claridad del alcance regional del problema.
La primera tentación que surge luego de leer el documento de 120 páginas, que está disponible en el sitio web de Techo, es cargar las culpas a las duras consecuencias del estallido social y la pandemia, como si ambos procesos fueran precursores de cualquier problema regional y sirvieran de catalizadores perfectos de las evidentes responsabilidades que les competen a las autoridades actuales, aunque es justo plantear que heredaron un problema de larga data.
Tampoco corresponde aludir de forma específica a la inmigración. De acuerdo al informe, solo un 8,4% de las familias que viven en campamentos están integradas por inmigrantes.
Por tanto, lo que refleja claramente el "Catastro Nacional de Campamentos 2020-2021" es el fracaso de las políticas para radicar y erradicar los numerosos asentamientos irregulares. Sea en la forma de subsidios habitacionales, planes especiales de regularización, convenios marco entre Minvu y Gobierno Regional, o el desalojo por orden judicial con ayuda de la fuerza pública, las medidas aplicadas han sido ineficientes y el problema habitacional ha escalado hasta una situación difícil de abordar.
Ha faltado voluntad política para poner como prioridad las necesidades planteadas por los ciudadanos que necesitan un lugar propio donde vivir y los esfuerzos hechos hasta ahora han fallado al momento de entender las causas del fenómeno, que van más allá de las meras dificultades económicas para adquirir una vivienda digna. La tarea que le queda a las autoridades nacionales, regionales y comunales es ardua, pero ineludible. El desafío debe contemplar mayores recursos, pero también una reformulación de los instrumentos utilizados, así como una reflexión profunda sobre uno de los problemas estructurales que enfrenta la Región.