La ética imaginaria
Exigirles decencia a los miembros de un partido político es el piso mínimo de una sociedad civilizada. Cortémosla con los relativismos.
A diferencia de lo que pueda creerse, la crisis de la ética pública en la Región de Valparaíso nunca se trató de grandes desfalcos de dinero en negociaciones amañadas y turbias, con oscuros maletines. Es más, muchos altos personeros del Poder Judicial y el Ministerio Público coinciden en que los límites institucionales y las normativas del sistema de licitaciones de nuestro país evitó casos de corrupción mayúsculos, como los de Odebrecht en naciones vecinas.
En Chile, y en Valparaíso para más señas, se roban vueltos, cajas de mercadería, insumos de ollas comunes, platas de subsidios y diarios en PDF. La crisis de la ética pública tiene mucho más que ver con el ventajismo y la llamada "viveza criolla", que no es otra cosa que la justificación del más vil y ordinario robo hormiga, que todos los días exhiben sin asco numerosos "servidores públicos" y grises miembros de partidos políticos venidos a menos.
Citando a Parra (cuyos libros seguramente no han leído y, si lo hicieron, debe haber sido en PDF o fotocopias), la discusión imaginaria protagonizada esta semana en el grupo imaginario de mensajería instantánea de un partido político imaginario es decidora. Gente imaginaria que hoy está a cargo de municipalidades imaginarias, de servicios locales imaginarios y, en suma, de defender a gente imaginaria, pretende desafiar a un medio de comunicación imaginario insistiendo en la distribución de ejemplares piratas imaginarios y violando la legislación imaginaria correspondiente en torno a la propiedad intelectual y los derechos de autor, invocando el santo nombre imaginario de su privacidad y derecho a la información.
Lo más triste de toda esta historia imaginaria no es sólo que su propia cofradía está llena de soplones imaginarios, sino también el pusilánime silencio de su presidente regional imaginario, de su directiva comunal imaginaria y de todos aquellos que se suponen decentes y virtuosos, los mismos que proponen como alternativa "formar un grupo aparte, no comprometiendo al partido en la distribución (de los diarios)", en el cual "incluso podría ser que participaran en este independientes, de otros partidos... y cada cierto tiempo cambiar el nombre del grupo. ¿Les parece?".
No, no nos parece. Como tampoco nos parece que una de las grandes defensoras de persistir en el pirateo de diarios haya estado (de forma imaginaria) a cargo de los menores de 4 años de la Región.
Tan triste como que un partido que alguna vez tuvo las agallas para luchar contra la injusticia y el abuso, hoy exhiba los representantes del nivel que tiene en Valparaíso, los mismos que pretenden recuperar la ciudad a punta de miserable voluntarismo y quién sabe con qué fin, tras una pasada administración que fue todo menos pulcra y honrada. De hecho, la defectuosa administración actual los ocupa día por medio como ejemplo y argumento de los más escandalosos actos sin que nadie tenga el nivel moral de responderle.
También, aprovechando el vuelo, ya que hablarán con sus abogados imaginarios para determinar si piratear diarios está bien, podrían preguntarles por qué hoy solo tienen cuatro alcaldes a nivel regional (de los cuales uno, quizás el más decente de todos, fue expulsado del partido hace algunas semanas por no llevarles el amén con su candidato, otra estuvo al borde de la destitución y un tercero está acusado de fraude al fisco); dos parlamentarios, el 50% de ellos con la militancia congelada por desafección con el partido; o por qué terminaron relegando a su candidata por Viña del Mar para proteger una opaca negociación por Quinta Normal.
La respuesta no se alejará mucho de la indignación imaginaria que les causó ser pillados en falta, o del sitio en el cual terminaron las últimas administraciones locales bajo su bandera imaginaria.