Gimnasia mental en días de radio
Esperábamos atentos los acordes de la Tocata y Fuga de Juan Sebastián Bach. No es que fuéramos aficionados a la música clásica. Ni siquiera sabíamos el nombre de la pieza, menos el de su autor.
No. Simplemente la composición para órgano, electrizante, de principios del siglo XVIII del gran músico alemán, nos anunciaba un radioteatro nocturno de terror que, con masoquismo infantil, seguíamos de lunes a viernes en Radio Cooperativa.
El Monje Loco, con rechinar de rejas y de ataúdes que se abren en un convento de claustros oscuros, imaginario, donde residía este personaje que acompañaba sus relatos con una estremecedora carcajada, todo esto con la música de órgano como fondo.
En estos días cuando se ha perdido la capacidad de asombro todo esto puede parecer ridículo. Pero haga la prueba en una noche oscura y escarmenando en Spotify ubiqué a Bach y su Tocata y Fuga. Cerrando los ojos y haciendo trabajar a la imaginación, la Loca de la Casa de la que hablaba Santa Teresa, se puede recrear ese clima tenebroso del Monje Loco, sepultado en el olvido como tantos otros radioteatros que concentraban la atención, tarde y noche de, miles, millones de auditores de todo el mundo.
Esa afición infantil por el terror que nos desvelaba la revivimos en el cine en 1955 con "Les Diaboliques" (Simone Signoret, Véra Clouzot y Paul Meurisse), en la que con un rol siniestro y sin mayor intención, se publicitaba la Citroneta. Pero esa es otra historia y volvamos a la radio.
En gran mérito de ese medio y sus bien logrados radioteatros era que hacía trabajar la imaginación. Las voces diferentes en los parlamentos de cada episodio nos iban conduciendo hasta escenarios que nosotros mismos creábamos mentalmente.
La música y los efectos sonoros eran una ayuda. Balazos, cascadas, truenos, choques de trenes, puertas que se abren o se cierran, batallas navales, tormentas, románticos besos...
La creatividad para hacer caminar la imaginación era importante. En "Tex Selinius, el hombre del espacio" precursor radioteatro porteño sobre temas espaciales, los pasos de los selenitas en su invasión a la tierra eran sonorizado con mascadas de tallos de apio tierno ante uno de esos clásicos micrófonos Shure, llenos de hoyitos, que semejaban una máquina para hacer puré de papas que teníamos en casa.
Una gimnasia mental olvidada cuando la televisión, con su explosión de colores, nos entrega el plato preparado, listo para el consumo.
Fútbol saludable
Y si usted es aficionado al fútbol una saludable y gratuita oportunidad para darle cuerda a la imaginación es escuchar un partido por radio.
La creatividad, a veces excesiva de los relatores, nos permite "ver" jugadas, criticarlas, rechazar sanciones, perder la paciencia por oportunidades desaprovechadas y, por cierto, condenar las actuaciones del árbitro que miraba para otro lado cuando ocurrió aquello que definía el partido.
Si al momento del pitazo final usted termina agotado, quiere decir que la gimnasia mental ha sido exitosa.
Y, para ser agradecidos hay que evocar a las grandes figuras del relato como Fioravanti, el uruguayo-argentino, precursor, que en algún momento escuchamos por onda corta en radio Splendid de Buenos Aires, o Darío Verdugo, creador de aquella frase de suspenso "¡Va a tirar…tira…gooool…pe en el palo, pelota fuera del field!". El field es el campo de juego, el término inglés aparece en el tradicional himno de Wanderers. Y no podemos olvidar a Julito Martínez, aquel artista del micrófono deportivo con su "¡Justicia divina!".
Los marcianos
Woody Allen nos retrotrae con su filme "Días de radio", al impacto que causó en los Estados Unidos la transmisión por una de las grandes cadenas radiales de una supuesta invasión de los marcianos el 30 de octubre de 1938, noche de Halloween.
Con o sin anuncio previo, aquella emisión fruto de la creatividad de Orson Welles, causó un impacto tremendo pues, simulando una información noticiosa, se daba cuenta de la invasión de los marcianos que avanzaban desde Nueva Jersey. La resistencia, decía un locutor, era inútil, mientras bien logrados efectos sonoros acompañaban al relato.
Noche de pánico generalizado, congestión de tránsito y muchas víctimas fatales. Se ignoraban que se trataba un relato de ficción demasiado realista.
La patente de veracidad de la trasmisión estaba avalada por emisiones reales que los corresponsales transmitían, en directo desde el frente de la Guerra Civil Española.
Welles, famoso por "Ciudadano Kane", estuvo en Chile en agosto de 1942. Malú Gatica dijo de él que "era un tipo complicado".
Terror en chile
Con los horrores de la Segunda Guerra Mundial parecía olvidada y absurda aquella invasión de los marcianos en Estados Unidos. Así, buscando sintonía en la noche del 12 de noviembre de 1944, Radio Cooperativa repitió la gracia, adaptando la invasión espacial al territorio nacional.
Se publicitó la emisión. Con todo, cundió el pánico por el país que vivía en terreno los efectos de la guerra lejana con alcances más allá de lo diplomático al romper relaciones con Alemania y Japón.
Abonaba la incertidumbre política interna la letal enfermedad, inicialmente oculta, del Presidente de la República, el radical Juan Antonio Ríos.
La radio hizo bien (?) su trabajo con despachos en directo y los correspondientes efectos sonoros.
Los teléfonos colapsaron y las comunicaciones entre diversas ciudades eran imposible. Arreciaban las consultas médicas de personas afectadas por "lo que estaba ocurriendo".
José Villarroel, técnico del campamento cordillerano Los Maitenes de la Cía. Chilena de Electricidad, fallecía impactado por el realismo de la transmisión.
Sanciones a la radio por violar normas precisas sobre el contenido de las transmisiones. Explicaciones de la emisora apoyadas en la publicidad previa donde se advertía "el carácter imaginativo y fantástico de la obra, recomendando a las personas de temperamento impresionable no escuchar la transmisión".
Olvidado el episodio chileno, el 14 de febrero de 1949 la radio El Comercio, de Quito, Ecuador, repitió el viejo libreto. Miedo y violencia. Muertos y heridos. Una masa indignada incendió la radio y el diario del mismo nombre.
En 1958, 20 años después de la transmisión de Welles en Estados Unidos, se revivió el episodio en Portugal, pero ante los primeros estallidos de pánico la policía lo suspendió.
Esos viejos episodios advierten que es peligroso jugar con la imaginación, pues la credulidad está alerta y es campo libre para las fake news en nuestro dominante enjambre de redes sociales que se toma el mundo digital.
por segismundo