Una especie en extinción
La última vez que visité la intendencia de Valparaíso, lo que más me llamó la atención fue el ascensorista: una persona encargada de apretar los botones del ascensor como si el resto de los que subíamos al aparato no lo pudiéramos hacer. Esta función resultaba lógica cuando se trataba de los primeros ascensores, esos con dos rejas que era difícil hacer calzar. Mientras en el Gran Hotel Ciudad de México, este artefacto es exhibido como un lujo, en el puerto, varios edificios lo tienen para el uso diario, como ocurría en el mismo edificio de El Mercurio de Valparaíso (¡Cómo lo extraño!)
El recuerdo de los ascensoristas surge a propósito de los guardalíneas que hoy cumplen una función más bien decorativa, corriendo con sus banderas como gimnastas tratando de equilibrase al lado de la línea de cal.
Si hacemos un poco de historia, su función fue una sofisticación del juego. A inicios del siglo XX, en Chile, ya era difícil encontrar un árbitro y, más aún, uno que conociera las reglas. Agrego otro dato que encontré leyendo el libro "El Deportista Mártir" de Alberto Arellano: a Manuel Guerrero, arquero de Wanderers que reforzó a Colo Colo en la gira por el mundo, cuando no jugó en su puesto, le correspondió, un par de veces, cumplir la función de árbitro contra los equipos extranjeros.
En la medida que el fútbol se fue complejizando, acelerando y mercantilizando, la necesidad detener lineman fue haciéndose cada vez más urgente. Ya no daba lo mismo que un gol fuese anulado por una posición de adelanto como sucedía en las primeras pichangas.
Hoy en día, la tecnología ha permitido complementar, por no decir relevar, la función de los guardalíneas. Un par de líneas de colores resuelven rápidamente si la posición de adelanto existió o no. En ese contexto, el lineman, en vez de colaborar, estorba, porque puede anular una jugada que, según su ojo humano, es incorrecta, mientras que un software demuestra lo contrario. Ya ocurrió de modo experimental en el tenis a raíz de la pandemia, donde los jueces de línea fueron reemplazados por cámaras y computadores infalibles.
Si su hijo o hija sueña con ser árbitro, que lo insulten y maltraten a su madre, sírvase a compartir este interesante sitio llamado willrobotstakemyjob.com, en el cual aparece si su trabajo lo hará un robot en el futuro.
En el caso de los árbitros, de todos los deportes, en general, las posibilidades de que estos desaparezcan a manos de los robots es de un 98%.
A partir de estos datos, no veo la hora de que vuelva el fútbol para aprovechar de insultar a los árbitros, asumiendo que puede ser la última vez que lo haga.
por WINSTON
OSVALDO VILLARROEL / AGENCIAUNO