A propósito del teniente Ovalle, Christchurch y la Antártica chilena
El teniente primero de la Armada Luis Ovalle Leyton ha escrito un fundado ensayo que demuestra cómo Punta Arenas es la puerta de entrada a la Antártica. No puedo estar más de acuerdo con sus planteamientos respecto de una materia que es de vital importancia para el futuro geopolítico del país y al cual los chilenos no le damos la trascendencia que tiene. La verdad de las cosas es que la Armada, como institución, ha intentado por años poner el tema en la agenda nacional y para ello ha realizado múltiples esfuerzos. Desafortunadamente, sus planteamientos no han recibido la adecuada atención de parte de las autoridades. Es cierto que se instaló el Instituto Antártico Chileno en Punta Arenas y que la FACh realiza una tremenda labor de contacto con el continente helado, pero es indispensable hacer más. Basta imitar en parte lo que hace Nueva Zelanda.
En efecto, si se pretende llegar a la parte norte de la Antártica, Punta Arenas debería ser obligadamente el centro de operaciones mundial. Ahora, si se desea arribar al centro del Continente helado, o sea, al Polo Sur, desde hace ya años ello se realiza desde Christchurch, en Nueva Zelanda, que es el lugar más cercano y que cuenta con todas las facilidades para ese propósito. Los "kiwis" han tenido una política de Estado para sacar provecho a esa realidad geográfica. La ciudad posee un puerto adecuado que sirve para las operaciones de los buques que aprovisionan a las bases permanentes en el Polo Sur y en el aeropuerto mismo se ha construido una gran base moderna de apoyo desde donde Estados Unidos opera para mantener su presencia en el Polo Sur. Lógicamente, otros países también la usan. Comparada con Punta Arenas, Christchurch tiene la desventaja de que no puede jugar un papel en el tema marítimo, pues el Polo Sur no tiene mar. Pese a eso, así y todo hay promoción de turismo para visitar el Polo Sur por vía aérea, operación que lógicamente se efectúa desde la ciudad neozelandesa, que posee las acomodaciones de apoyo necesarias. Ahora, para intentar que Punta Arena realice una tarea a gran escala en el área marítima antártica y especialmente en lo turístico, es indispensable poseer, entre otras cosas, una infraestructura portuaria adecuada, cosa con la que no cuenta.
Adicionalmente, al lado de la base aérea, Christchurch construyó una especie de gran museo que reproduce exactamente lo que es la vida en la Antártica, cómo se vive ahí, se muestran elementos de las primeras presencias humanas en el Polo Sur, cómo es la fauna del lugar y todo ello con la misma temperatura que existe en el Continente Helado. Para poder visitarlo como turista hay que usar la ropa y el equipo adecuados, lo que está disponible para todos los que desean conocerlo. Incluso tiene un acuario que reproduce exactamente la salinidad del agua de la Antártica y su temperatura, donde habitan pequeños peces antárticos que son absolutamente desconocidos.
Teniendo esas realidades en mente, es que hubo un esfuerzo por hermanar a Punta Arenas con Christchurch, como un medio para mostrar al mundo que ambas eran, respectivamente, los puertos de entrada para los dos puntos en que hay presencia humana allí. En su momento esta iniciativa fue recibida con entusiasmo por el entonces comandante en jefe de la Armada, almirante Jorge Martínez Busch, quien dispuso que el buque escuela "Esmeralda", en su viaje al Pacífico, recalara por primera vez en la isla del Sur de Nueva Zelanda. En efecto, en 1995 la Dama Blanca realizó una espectacular visita al mando del entonces destacado capitán de navío Raúl Silva, quien luego, como vicealmirante, llegó a ser jefe el Estado Mayor de la institución. El ya fallecido oficial y su tripulación dejaron una impresión imborrable en ese puerto, la que no ha sido olvidada.
El paso siguiente del proyecto fue crear un vínculo político entre ambas ciudades, por lo que se concretó la idea de hacer a Punta Arenas ciudad hermana con Christchurch. Esta hermandad pretendía ser activa, no solo honorífica. Con ese propósito viajó a esta última el intendente de Magallanes, quien dio los primeros pasos para lograr dicho objetivo. Es más, tomando en consideración el museo que vio allí, la primera autoridad regional magallánica desarrolló un novedoso proyecto tendiente a crear, con modalidades diferentes, un gran museo que produjera en los visitantes la misma impresión que se sentía cuando se entraba al neozelandés. Luego se pretendía una visita de la autoridad de la ciudad neozelandesa citada a Punta Arenas. Todo estuvo muy bien orientado y en principio no hubo problemas en Santiago para realizar la inversión. Desafortunadamente, como sucede mucho en nuestro país, cambiaron las autoridades y el proyecto de hacer hermanas a ambas ciudades quedó en un cajón. Lo mismo acaeció con el proyectado museo. O sea, la iniciativa de expandir por el mundo la noción que a la Antártica se puede llegar solo por Punta Arenas o por Christchurch quedó solo en eso, en una idea.
Lo narrado es otra demostración de la falta de conocimiento e interés de las autoridades nacionales por constituir a Punta Arenas en la puerta obligada de contacto con el norte de la Antártica, zona por lo demás de más fácil acceso y de mayor interés mundial. A todo lo dicho hay que agregar la amenaza argentina cierta en el sentido que ese sitial lo ocupe Ushuaia.
Por lo anterior, reitero que leer artículos como el del teniente Ovalle Leyton son una demostración que la Armada sigue preocupada del tema y, al mismos tiempo, constituye una forma de producir un toque de atención en las autoridades nacionales respecto de cómo se debe proceder.
Por demetrio infante figueroa, abogado y exembajador