La histórica aprobación en el Consejo Regional de $46.291.202.102 para el financiamiento de proyectos presentados por Bomberos, pescadores, municipios y otros organismos, permitirá la implementación de iniciativas largamente anheladas, como la adquisición de nuevos carros de emergencia, la aplicación de medidas para enfrentar el covid-19 y la asistencia técnica que tanto requiere la pesca artesanal de la Región.

Sin embargo, algunos consejeros regionales ya manifestaron su inquietud por la sobredemanda que la pandemia imprime a los escasos fondos regionales y advierten que el ritmo de gasto afectará la disponibilidad de recursos del futuro gobernador regional, un cargo inédito y clave en el proceso de descentralización del país.

El primer problema surge del bajo monto aprobado en la Ley de Presupuestos para el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR) de Valparaíso. Nuestra región recibirá este año un total de $82 mil millones, muy por debajo de los $ 133 mil millones que llegarán a La Araucanía, pese a que esta última tiene una población menor y niveles de carencias similares. Incluso, Valparaíso está en una situación disminuida frente a los recursos asignados a El Maule, Biobío, Los Lagos y Antofagasta.

Aunque el Gobierno ha dicho que la partida será suplementada durante el resto del año, persiste la duda sobre cuál será el monto final con que contará la nueva autoridad para aplicar los cambios y medidas propuestos en su programa. El candidato de Chile Vamos, Manuel Millones, plantea que los recursos ni siquiera permitirán enfrentar todos los requerimientos que existen hoy, calculados en $250 mil millones, según las iniciativas ya ingresadas al banco regional de proyectos.

En la práctica, ninguno de los seis candidatos -Marco Oyanedel, del pacto Igualdad para Chile; Rodrigo Mundaca, del Frente Amplio; Ricardo Georges, del pacto Humanicemos Chile; Aldo Valle, de Unidad Constituyente; Luis Aravena, del Partido Unión Patriótica, más el mencionado Millones- conoce con precisión los recursos con que contará una vez se instale en el edificio de calle Melgarejo (en el sexto piso y no en el 19, como debería corresponderle a la principal autoridad regional).

Enfrascados como están en el combate de la pandemia y el adelantamiento de elecciones, ni el Congreso ni el Ejecutivo se han preocupado de acelerar la tramitación del proyecto de descentralización financiera de los Gobierno Regionales -actualmente en el Senado y con plazo hasta el 24 de abril para recibir indicaciones- y menos de dar garantías de adecuado financiamiento a la nueva autoridad, que está llamada a cambiar las reglas del juego centralista que afecta el avance de las regiones.

A fines del mes pasado, el Consejo del Banco Central de Chile entregó el Informe de Política Monetaria (IPoM), correspondiente al mes de marzo. El IPoM en comento nos reseña que "la economía chilena ha ido avanzando en su proceso de recuperación tras el fuerte shock provocado por la pandemia. El 2020 culminó con un dinamismo mayor al anticipado, denotando una mejor adaptación de empresas y hogares y el apoyo de un sustancial impulso monetario y fiscal. Así, aunque en lo inmediato se anticipa un retroceso de la actividad local por el endurecimiento de las medidas sanitarias, las perspectivas para el 2021 se han afianzado, apoyadas, además, por el sostenido avance del proceso de vacunación, el mayor impulso externo y la continuidad de políticas expansivas". No obstante, "persisten riesgos importantes relacionados con el inédito shock sufrido".

Si bien el PIB cerró el 2020 con un retroceso anual de 5,8%, el IPoM refuerza que la recuperación de la economía chilena se ha ido extendiendo, aunque persisten diferencias entre los sectores. Sobre estas dinámicas, creo útil reflexionar sobre algunos puntos relacionados. El primero, destacado en una reciente entrevista al presidente del Banco Central, Mario Marcel, que la economía chilena ha sufrido en un año y medio tres shocks: la crisis social, el efecto de la recesión global y el impacto directo de las restricciones sanitarias. Es decir, estamos en una crisis económica que tiene orígenes no necesariamente económicos, con lo cual presenta dificultades adicionales y nuevas complejidades para su abordamiento, si lo comparamos con otras experiencias y con la teoría.

Un segundo punto a considerar es que el mercado del trabajo aún muestra rezagos importantes, especialmente en algunos sectores, porque su nivel actual aún está por debajo de los valores previos a la pandemia, como lo registran las últimas cifras del trimestre diciembre-enero-febrero del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), donde a nivel nacional aún hay 895.000 menos empleos y en la Región de Valparaíso hay 88.000 menos ocupados que hace un año. En otras palabras, la recuperación continúa siendo heterogénea, con rezagos aún relevantes en los sectores más intensivos en interacción social, lo que ayuda a explicar las importantes brechas que persisten en el mercado laboral.

Por ello, es importante recordar el impacto generado en la tasa de empleo femenino, que está 7,9 puntos porcentuales por debajo de lo observado en el período de prepandemia, relevando que la inactividad se mantiene alta para las mujeres que abandonaron el empleo remunerado para dedicarse al cuidado de hijos y familiares.

Finalmente, un tercer punto a reflexionar tiene que ver con el impacto que tendrá el mercado laboral con la penetración e incorporación de nuevas tecnologías que reducirán la demanda de aquellas ocupaciones más rutinarias y, por ende, más factibles de ser automatizadas. En consecuencia, la recuperación económica que tendremos durante el 2021 es una buena noticia, pero, como planteó recientemente el economista Alejandro Micco, "el empleo debe ser un tema de primer orden. Por eso, el Gobierno, en el corto plazo, debe orientar esfuerzos y recursos a estimular la demanda de empleo, centrándose en las empresas con problemas de liquidez y, también, facilitar la oferta de trabajo".