En resumen
Diego Boneta, como Luis Miguel, carga con una mayor responsabilidad dramática en este nuevo ciclo.
Diego Boneta, como Luis Miguel, carga con una mayor responsabilidad dramática en este nuevo ciclo.
En "Brujas" (Alfaguara) la escritora mexicana Brenda Lozano narra el cruce de cuatro mujeres a través del lenguaje. Una curandera, una periodista, una transexual y una fotógrafa lesbiana son unidas por el relato.
Probablemente lo más interesante de "Luis Miguel: la serie" sea el hecho de que el mismo cantante está detrás de ella en calidad de productor ejecutivo. Para alguien que siempre ha sido reacio a hablar con la prensa, la aceptación a revelar detalles íntimos de su vida a través de los mecanismos de la ficción refleja un avance en términos comunicacionales. Pero no seamos ingenuos. Esto no es un testamento sino que un espectáculo. "Luis Miguel: la serie" moldea la realidad a la luz de las telenovelas. Él, siempre la víctima de este culebrón, debe sobrevivir en un mundo repleto de villanos y traiciones. Esa dinámica, ya conocida por los espectadores latinoamericanos, asegura el triunfo de la apuesta junto con las revelaciones que Luis Miguel depara para la audiencia. Son golpes noticiosos que sirven como promoción constante.
El problema que dejó la primera temporada es que el villano era más interesante que el héroe. Luisito Rey, interpretado por el carismático actor español Oscar Jaenada ("Cantinflas") se robó la serie. Astro infantil de la música en su España natal, terminó en México lidiando con su fracaso y proyectándose en su pequeño hijo, a quien explotó desde temprana edad. Más siniestra aún fue la relación con su mujer Marcela Basteri. No solo la golpeaba sino que la prostituía para conseguir favores políticos. La primera temporada termina con la sospecha de que él mató a la mujer. La búsqueda del paradero de esa madre ausente será también el leit motiv de este nuevo ciclo.
El primer capítulo de esta segunda temporada abre con el funeral de Luisito Rey en Cádiz y nosotros nos preguntamos: ¿Cómo sobrevivirá la serie sin su mejor personaje? Pronto nos daremos cuenta de que en las fórmulas de la telenovela los villanos no desaparecen; solo se reemplazan. Es así como Luis Miguel será nuevamente víctima de inescrupulosos en el ámbito profesional y abusadores en lo familiar. A pesar de que está en su mejor momento como cantante, sus problemas lo consumen. Y el fantasma de su madre pesa en el aire. Su desaparición es un misterio. Ni el Mossad, (una de las agencias de inteligencia de Israel), contactado para dar con su paradero, la tiene fácil.
Como también pasaba en la primera temporada, la trama se teje en dos madejas temporales: los años 90 y el año 2005, con un Luis Miguel algo decadente que debe lidiar con la tinnitus, un zumbido en los oídos que no de le deja vivir. En la primera época se filtran también los excesos, las fiestas, el vacío del ego elevado. El gran apoyo del cantante sigue siendo su manager, el argentino Hugo López, una especie de figura paterna. Del resto de los personajes se puede desconfiar, como dicta el manual del culebrón.
A pesar de que la ausencia de Jaenada (actor que personificaba a Luisito Rey) se siente, "Luis Miguel: la serie" logra mantenerse en pie gracias a un guión dinámico que va arrojando hitos musicales dentro de la carrera del "Sol de México", como la grabación de la balada "Hasta que me olvides", escrita por Juan Luis Guerra. Las canciones van rematando los golpes emocionales de la trama. La televisión las devuelve en tiempos de nostalgia, una operación rentable que Netflix maneja a la perfección.
En "Luis Miguel: la serie" el cantante mexicano participa también como productor ejecutivo.
Por Andrés Nazarala R.
foTograma
1- ¿En quién te inspiraste para escribir "Brujas"? - En México, entre 1950 y 1980, hubo una curandera muy importante que se llamaba María Sabina. Ella tenía unos cantos -oraciones- como poemas, imposibles de hermosos. Desde ahí busqué la manera en que la curandera de mi libro nombrara la naturaleza. No es el mismo vocabulario que tenemos en las ciudades. No quería tampoco apropiarme de traducciones de lenguas originarias. Quería imaginar cómo ella nombraría un pañuelo. Algo medio infantil, como cuando aprendes un idioma y te mueves en un espacio de mucha imaginación, porque no tienes palabras.
2- ¿Cómo fue la investigación? - Leí varios libros, un tanto áridos, sobre curanderos en México. De ahí saqué detalles del lugar en que vive la protagonista. Más que investigación, tenía muchas preguntas sobre el feminismo. En México hay diez feminicidios diarios. Este es un país muy violento con las mujeres. Además es un tema que nos cruza el cuerpo a todas ya que las muertes son la punta del iceberg en una sociedad violenta: desde ahí tenía muchas preguntas que busqué responder de una manera muy modesta y personal, a partir de la ficción.
3- Las protagonistas recuerdan su infancia. ¿Cómo ideaste esa escena? - Así como un niño hoy que juega con un iPad; mis personajes podían pasar horas haciendo una muñeca con retazos de telas. En el campo imaginé cómo jugaban, mirando a un sobrino chiquito que se moría de risa poniéndole su polera a un perrito que salía corriendo para sacársela. Las novelas son la traducción extrañísima de nuestra vida cotidiana. Ellas, al igual que mi sobrino, juegan con un perrito pero en una milpa (cultivo de maíz), donde lo cubren con paja y se ríen al ver que el animalito corre para sacudirse.
Brenda Lozano estudió literatura en México y EE.UU. Tiene 39 años y ha publicado tres novelas.
3 preguntas
Ana Hop