El nihilismo
Adelanto del libro "Palabra escondida: Conversaciones con Stella Díaz Varín" Por Claudia Donoso
-Te has declarado cada vez más nihilista. ¿O es un decir?
-Esa es una oscilación que he tenido siempre, porque si uno se pone a buscarle algún sentido a la vida es inevitable darse vuelta en el nihilismo más loco. ¿Porque para qué, si no hay dónde? ¿Para qué, si la vida es insoportable, y hagas lo que hagas te vas a morir igual? Pero si no hay nada que hacer, caes en la negación absoluta y te suicidas. Entonces, por lógica, también piensas que, si igual te vas a morir, tienes la opción de hacer algo. No sirve para nada, pero te puedes dar ese lujo.
-¿El lujo de qué?
-De vivir en la incertidumbre y de llegar a convertirte en individuo. Porque no naces individuo, sino que te conviertes en uno en la medida en que piensas con libertad, a partir de ti mismo y no de los demás. Pero sucede que da miedo y la gente busca subterfugios, porque decidir ser lo que eres sin agachar el moño es una opción que tiene riesgos. Pero, bueno, de eso se trata. ¿O estás sobreviviendo? Porque condición sine qua non para morirse es estar vivo, pues. Eso es irredargüible.
-¿Cómo consideras que ha sido tu recorrido vital en cuanto a bienes y daños?
-Mira, yo la vida no la miro así como diciendo ¡ay, qué cosa más terrible! Nada. En realidad estoy muy ansiosa por vivir, aunque duela como caballo. Asumí hace muchos años que si hago lo que hago o hice lo que hice y después ando sufriendo, es lo que me busqué y lo que corresponde a mi comportamiento, a mi conducta, a mi actitud. A lo mejor me equivoqué, puede que la cuestión haya estado por otro lado, es posible, pero no le ando echando la culpa a medio mundo y me niego a ser, no víctima, sino siervo del dolor. Esa ha sido mi opción y a ella me apego.
-Violeta Parra no soportó la vida y se suicidó a los 50 años.
-Hubieras visto a esa mujer como yo la vi, destruida, agotada, tomando unos vinos tintos de la peor especie, llorando, toda la vida llorando, y era un lloro sexual. Y, paralelamente, esa mujer componiendo y escribiendo verdadera poesía, una poesía que supera de lejos a la de su hermano Nicanor. La calidad de la Violeta Parra es de las más altas, porque transmite lo humano esencial y eso sirve para la vida, para la tuya, para la mía y para la de los que vendrán.
-Según se sabe, el golpe de gracia para Violeta fue la decepción amorosa y la de la quiebra de la carpa que instaló en La Reina, donde su público no la siguió. En tu caso no te veo para nada suicidándote. ¿O me equivoco?
-No. El suicidio, para mí, no. Menos a causa de un hombre.
-¿Como a qué edad decidiste quedarte sola?
-Como a los 50. Tampoco es que una decida quedarse sola, sino que te vas quedando más sola que un pescado sin su cardumen y más sola que la campanada de la una. Pero en realidad a los 50 años me sentía dueña de la tierra, estaba muerta de la risa, bailando en una pata, y por lo tanto no tenía ninguna necesidad de dejarme invadir por un pelmazo.
"Mira, yo la vida no la miro así como diciendo ¡ay, qué cosa más terrible! Nada. En realidad estoy muy ansiosa por vivir, aunque duela como caballo".