Alucinar y contemplar montaña arriba
1-¿Cuándo nació tu amor por la montaña? -La montaña ha estado en mi vida siempre. Mi papá nos sacaba a caminar por Yerba Loca hacia el Refugio Alemán. Nos transmitió muy bien la naturaleza y la contemplación. Nos todos esos cerros magníficos: altísimos, imponentes, hostiles y maravillosos. Crecí con esos cuadros en la ventana, la montaña se conoce más cuánto más la visitas. Te vuelves un erudito en ella cuanto más agudizas tus instintos. A mí una montaña me nutre y me hipnotiza, como un canto de sirena. En la montaña tienes que empujar tus límites y pasar la barrera del "no puedo más".
2-¿Qué es el freeride y el freestlye? -Yo hago freeride, esquiar fuera de pista, y me dedico al backcountry: subir una montaña por los propios medios, con esquí de randonnée. Uno se desliza hacia adelante y frena hacia atrás, así subes con los esquís puestos. Tienes que conocer muy bien la ruta, se baja libremente. No hay pistas ni barreras, ni andariveles, es montaña virgen. El freeride no es disciplina olímpica pero sí es una de las más extremas: te miden la fluidez, el control, la línea que eliges, que puede ser con más o menos dificultad, dentro o fuera del centro de sky. Hay competencias en Alaska, en Japón y en Verbier, Suiza.
3-¿Cómo estuvo tu viaje por Japón? -Fue una maravilla, iba por tres meses y terminé quedándome trece. Quería conocer el Zen y llegué a un monasterio para saber cómo comportarme cuando viajara por el país. Me enseñaron de todo: a comer, a respirar, a caminar, me mostraron otra forma de vida. Fueron una familia: me apoyaron incondicionalmente: hasta ahora me contacto con ellos. Me compré una bicicleta y recorrí livianita, libre. Partí cerca de Kioto y me encantó tanto que recorrí el país entero más apertrechada. Hice 3000 kilómetros, todas las islas más importantes. Yo aluciné.
A la deportista Soledad Díaz se le puede ver en el Youtube del Club Alemán Andino.
Soledad Díaz, deportista y viajera
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