"Hace mucho tiempo que veo una especie de voluntad autodestructiva en Valparaíso"
Critica la violencia suscitada en medio del estallido social, remarcando que esta surge de "un deseo violento de disfrutar de la impunidad de los amos". Apunta también a una corrupción del pueblo mismo, en el afán de acceder "a los privilegios de la sociedad de consumo".
"Lumpenconsumismo, saqueadores y escorias varias: tener, poseer, destruir", se titula un ensayo que la licenciada en Filosofía e investigadora independiente porteña, Lucy Oporto Valencia, en el que analiza los actos de violencia que ocurrieron en medio del estallido social, sobre todo por el "privilegio de la impunidad de los amos" que algunos buscaban igualar y, además, con una fuerte crítica a las voces que ponían en foco en las violaciones a los Derechos Humanos ocurridos en octubre y noviembre, pero que callaban o no hacían el mismo tipo de crítica al momento de condenar los incendios, saqueos y otro delitos a la propiedad.
"Se trata de una negación sostenida de estos hechos, no se dimensiona el alcance que tiene, es decir que las personas que han quedado en la ruina por esa causa ¿no tienen derechos acaso? Eso no se considera y, además, muchos de estos hechos han quedado en la impunidad, y ese para mí es el punto más relevante. Sigue siendo una extensión de la histórica impunidad que ha habido en Chile", plantea Oporto, autora entre otros libros de Una arqueología del alma. Ciencia, metafísica y religión en Carl Gustav Jung; La inteligencia se acrecienta en la Nada; El diablo en la música. La muerte del amor en El gavilán, de Violeta Parra o Los Perros Andan Sueltos. Imágenes del Postfascismo, los dos últimos publicados por la Editorial Universidad de Santiago de Chile.
En el caso particular de Valparaíso, una de las ciudades más afectadas por la destrucción, Oporto dice no tener una respuesta de por qué fue tan golpeada frente a comunas cercanas que no tuvieron el mismo impacto, aunque desliza que "hay causas sociales, pero además hace mucho tiempo que veo aquí una especie de voluntad autodestructiva de la ciudad. Incluso, con ocasión de su nominación como patrimonio, la ciudad acabó cooptada por las inmobiliarias, y ahí tenemos todos estos monstruosos edificios que no aportan nada".
"Yo no me siento parte de esta ciudad, de ninguna manera. Yo estoy aquí exclusivamente porque no tengo recursos para irme. Nunca he entendido lo que ven los santiaguinos aquí", complementa.
Disfrutar de la impunidad de los amos
- En su ensayo plantea que existió en el estallido "una incapacidad transversal, entre representantes de visiones alternativas y progresistas de aceptar el peso de la realidad de gravísimos hechos ocurridos desde su inicio", a propósito de los saqueos y destrucción del mobiliario público y privado. ¿A qué atribuye que no acepten enjuiciaran esos hechos?
- Yo todavía sigo meditando, porque esa ceguera frente a la destrucción material ha continuado. Al año siguiente, una semana antes del plebiscito, fueron quemadas dos iglesias y se incineraron otras instalaciones, todo seguía igual. Es decir, salvo algunas noticias que han informado sobre algunos juicios relativos a estas destrucciones, muy esporádicos, yo no he escuchado casi nada sobre eso, al menos en mi experiencia. Me hace pensar que las personas realmente están hipnotizadas por el acontecer y no pueden ver lo que sucede. (…) Tenemos las declaraciones del historiador Sergio Grez, con ocasión de la estatua de Baquedano, donde le atribuye una dignidad que no corresponde, él piensa que es un cuestionamiento al estado nación y sus símbolos, pero ocurre que para hacer un ejercicio así hay que tener capacidad analítica, de pensar, de razonar, y los perpetradores de toda esa destrucción no la tienen, no tienen esas capacidades.