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- Creo que Jiles no existe en términos reales. Más allá de que es una persona muy inteligente, el Partido Humanista no tiene relevancia territorial en Chile y ella tampoco fue capaz de traspasarle votos a su pareja. Es un rostro solo y en política uno no puede andar solo.
- ¿Y en la derecha cómo ve las opciones?
- Creo que Lavín y Desbordes son los que corren con más ventaja porque son los que tienen partidos grandes detrás. Lo demás me parece que ya es anecdótico a esta altura.
La izquierda y la convención
- Antes de las elecciones usted señaló que en la Constituyente "lo más importante es que los sectores moderados saquen los dos tercios". Pero son el Frente Amplio, el Partido Comunista y la Lista del Pueblo, de independientes críticos del sistema, los que pueden lograr dos tercios. ¿Qué alcances le ve?
- Creo que cambió el panorama, pero sigue siendo cierto que hay que buscar entendimientos, porque no hay una unidad monolítica de dos tercios en la Constituyente, menos aún con esta dispersión de independientes. Lograr dos tercios significa que hay que sentarse a hablar con gente que piensa distinto de uno en materias fundamentales, sin perjuicio de que el asunto se corrió una movida a la izquierda. Vale lo mismo para Chile Vamos. Yo creo que su significancia en la Constituyente va a depender de que estén dispuestos a sentarse a conversar. Por lo demás, yo le restaría un poco el dramatismo al tema de la Constitución.
- ¿Por qué le restaría dramatismo al tema más discutido?
- Creo que sería funesto que el asunto no avanzara. Imaginémonos que llegáramos a tabla y que los setenta y tantos de izquierda y los setenta y tantos de centroizquierda y de derecha no llegaran a acuerdo y el asunto se estancara. Entonces el proceso político no tendría viabilidad y eso sería gravísimo. Pero descartado ese escenario, creo que pierde algo de drama el tema constitucional porque en la Constitución se fija un marco general. No es en la Constitución donde van a estar las disputas álgidas, las subidas o bajadas de impuestos que le preocupan sobre todo al mundo empresarial, los profesionales, los independientes. Creo que el asunto va a ser más bien simbólico que de discusiones de fondo, que van a quedar más bien para el proceso político mismo.
- También sostiene que contrariamente a la tesis de que el sistema económico es la base de un orden político adecuado, la historia de Chile revela que los periodos de mayor desarrollo económico coinciden con épocas de orden político estable.
- En la derecha es masiva la idea de que si la economía anda bien, todo lo demás va a andar bien. Pero creo que la historia reciente muestra que es al contrario también. ¿Qué mejor ciclo en la historia de Chile que el periodo 1990-2010? Y el 2011 fueron las protestas de los estudiantes y sus familias, las más grandes en décadas, y después vino 2019…cuando se suponía que estábamos en una especie de recuperación económica, con buenos índices en comparación con otros países. Entonces ahí uno se hace la pregunta. No es que la economía no sea importante, ¿pero basta para que haya un desarrollo del país? Ahí es donde la tesis portaliana, por llamarla de algún modo, recupera su actualidad. En todas las épocas se necesita que el sistema político produzca legitimidad, que sea reconocido, que sea aceptado, que haya un marco en el cual todos nos reconozcamos. Si eso está, el orden económico puede despegar. Pero si no está, no hay florecimiento económico, cultural, educacional, institucional ni nada. Creo que eso perdió de vista la derecha.
- ¿Lo perdió de vista la derecha o el Presidente?
- Hasta el último día Piñera está mezquinando recursos y así está destruyendo, por ejemplo, las AFP. Hasta el último día piensa en Excel y balances, y no entiende el carácter de la tarea política. A él no se le pide que Chile vaya bien en eso, sino que primero que todo producir legitimidad, paz social en la medida en que hay un reconocimiento popular de que el sistema político es correcto. Eso es lo que se pide al Presidente primero que todo, y si no cumple eso está demás, sobre todo en Chile con el presidencialismo. El Presidente es un símbolo, tiene que cumplir con esa tarea.
- Igualmente ha planteado que estamos ante una crisis de las que ocurren cada 100 años, porque las personas no se sienten representadas. Que mientras en el centenario fue por un proletariado sin cabida en el sistema político y económico, ahora es por las clases medias. ¿Cuánto puede tardar una solución?
- Yo no me atrevo a hacer predicciones, salvo decir que es lento, porque las crisis cuando son tan profundas y son causadas por un desajuste ente el sistema político y la ciudadanía, requieren cambios de hábitos, de personas. Va a ser lento el proceso en la derecha, en la Concertación, algunos partidos van a desaparecer, algunas coaliciones se van a desarmar y tendrán que pasar muchas cosas. Creo que la Constituyente es una buena forma de procedimentalizar la crisis. Si funciona bien va a ser como una especie de terapia colectiva donde el país se puede reencontrar, pero va a ser lento. En la crisis del centenario, la Constitución se hace en 1925, pero luego viene la caída de Alessandri, después la dictadura de Ibáñez, que también cae, y recién a mediados de los 30, con la segunda presidencia de Alessandri, el orden se restablece.
- Una crisis que dura más de dos décadas…
- Pero desde que partió. ¿Cuándo comenzó la nuestra? ¿Entre 2006 y 2011? El punto es que no tenemos un Arturo Alessandri. Él hizo la Constitución, él la implementó. Eso no lo tenemos. Los procesos son largos porque requieren cambio de hábitos y de mentalidad, y la Constitución es una condición necesaria pero no suficiente. Si el proceso se lleva a cabo de buena manera, va a ser muy importante. pero no será aún condición suficiente. Habrá que implementarla. 2