DISTINTAS MIRADAS Y POSICIONES EXPRESADAS EN LA CONSTITUCIÓN
"¿No deberíamos aspirar los convencionales a comportarnos como si fuéramos la bancada de Chile y no la réplica tediosa y ya intolerable de las divisiones del Congreso Nacional?" se pregunta el destacado académico y convencional electo Agustín Squella en una reciente carta publicada en El Mercurio.
Su misiva salió al paso del carnaval de declaraciones posibles de escuchar con posterioridad a las elecciones, en especial de convencionales provenientes del mundo de los independientes, los sorpresivos ganadores de la contienda. Preocupa a Squella la formación de 'bancadas' o 'minicuerpos compactos, cerrados sobre sí mismos' y en cambio propone a los convencionales actuar como una gran 'selección chilena' de fútbol. Más allá de lo cándida de la comparación, comparto su mirada. En el fondo, pero no en la forma. Permítanme explicarlo.
La tarea constituyente es probablemente el mayor hito democrático de nuestra vida republicana. Puestas así las cosas, los 155 miembros de la convención no solo redactarán la nueva Constitución, también, ellos y ellas, tendrán una importante cita con la historia. Ello implica una gran cuota de responsabilidad y sobre todo de generosa visión de país, tal como advierte el profesor Squella. Sin embargo, esto no significa claudicar de las propias ideas o convicciones respecto de Chile y su futuro. He allí mi principal discrepancia con su carta.
Es absolutamente legítimo -y créanme que hasta cierto punto necesario- que los convencionales de manera individual o colectiva subrayen sus diferencias en la antesala del inicio de su labor. Es esa diversidad de miradas y posiciones la que más tarde, vía diálogo y deliberación democrática, la nueva carta fundamental debe intentar recoger sabiamente.
Las constituciones son fotografías de un momento político, de una correlación de fuerzas políticas al interior de la sociedad. Ello necesariamente nos remite a una disputa por poder y representación. Las buenas constituciones, se dice, son aquellas que defienden los derechos de las minorías contra las mayorías circunstanciales y en especial de los ciudadanos contra el poder estado y su monopolio de la fuerza.
¿Atenta entonces contra el sano debate democrático la existencia de una bancada indígena o feminista, por ejemplo? En absoluto. Minorías históricamente excluidas tienen todo el derecho de bregar en la convención por sus asuntos y de buscar persuadir al resto de su validez e importancia. Una democracia, más que un régimen de acuerdos, es un sistema para convivir en condiciones de profundo y persistente desacuerdo. Allí gran parte de su magia". 2
Es absolutamente legítimo que los convencionales subrayen sus diferencias en la antesala del inicio de su labor".
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