"¡Vamos bien, mañana mejor!"
Ese era el eslogan usado en dictadura para generar una falsa sensación de avance, mientras caíamos en picada en crecimiento económico, libertades civiles o derechos humanos. Una contradicción brutal entre realidad y propaganda, entre las ilusiones que se vendían y los porfiados hechos que se padecían. Eso sentí al enterarme que el informe de la Unesco sería favorable respecto al estado de conservación del sitio patrimonial de Valparaíso, e imagino que cualquier persona que haya caminado por el plan percibirá algo parecido. ¿Una evaluación favorable? Pero lo más increíble es que la evaluación de la Unesco no haría mención a la enorme destrucción que generó el estallido sobre espacios públicos e inmuebles patrimoniales.
¿En qué estaría pensando la Unesco cuando decide omitir este brutal hecho al evaluar favorablemente un sector de la ciudad cuyo declive es evidente y se viene arrastrando hace años por la falta de inversión y de un plan de gestión patrimonial? ¿Por qué Icomos o el Consejo de Monumentos Nacionales no levantaron las alertas para evitar este bochorno? Cuesta encontrar una explicación lógica. Al parecer, habría influido un convenio de colaboración suscrito entre el municipio de Valparaíso y el Ministerio de las Culturas para recuperar el sitio, lo que es preocupante considerando que dicho convenio es solo una declaración de intenciones. No tiene valor legal y carece de medidas, plazos o fuentes de financiamiento, lo que es grave considerando que el municipio de Valparaíso está quebrado y que el presupuesto del Ministerio de Culturas apenas alcanza para entregar subsidios a los artistas afectados por la pandemia. ¿Quién pagará la cuenta, entonces? No sorprende que el alcalde Sharp califique este convenio de papel como una nueva refundación de Valparaíso -la cuarta o quinta, a estas alturas-, ya que lo mismo hizo con su Pladeco millonario que tiene las mismas indefiniciones. ¿Pero por qué caen en lo mismo organismos serios como la Unesco, Icomos o el Consejo de Monumentos Nacionales? E incluso asumiendo que el convenio se cumpliera, ¿cómo es posible que no se haga mención a la violencia del estallido?
¿Estas instituciones tendrían la misma pasividad si los daños hubiesen sido generados por empresas u otros organismos del Estado? Podría apostar que no. Ya imagino las ruedas de prensa con autoridades anunciando multas y duras condenas como ocurrió con el mural de Mon Laferte. De hecho, a la Unesco sí le preocupa el impacto que pueda tener el proyecto del Parque Barón o la ampliación del Terminal 2 del puerto de Valparaíso. En esos casos pidió antecedentes y anunció monitoreos, pese a que se trata de proyectos que renuevan áreas degradadas, aportan espacios públicos o refuerzan la capacidad portuaria de una ciudad con severos problemas de desempleo.
Es complicado cuando se distorsionan las prioridades a este nivel. Cuando proyectos de inversión son lapidados y se hace vista gorda con el vandalismo y esto no es exclusivo del tema Unesco. En Valparaíso se está haciendo norma joder a los que cumplen. Los comerciantes deben seguir pagando patentes e impuestos, aunque sus ingresos se hayan visto mermados por la violencia o un comercio ambulante fuera de control, con un municipio incapaz de distinguir a las familias que trabajan por necesidad, de las mafias que los abastecen de productos robados o contrabandeados.
Lo mismo aplica con los funcionarios municipales a honorarios despedidos en una verdadera razzia política, mientras que un sujeto formalizado por un delito grave es pasado a la planta. Esta contradicción también se puede ver en todos los trabajadores del turismo o la gastronomía que perdieron sus empleos por las cuarentenas que burlan los ultrones que bailan en fiestas sin que ninguna autoridad haga nada por detenerlos. O cuando los loteadores brujos se toman y venden sitios robados, mientras miles de personas esperan años por acceder a una casa juntando ahorro y pagando dividendos.
Esta distorsión de prioridades y de valores básicos para el funcionamiento de una democracia nos puede llevar por muy mal camino. Por ello, sería gravísimo si se confirma que la evaluación de la Unesco sobre el sitio será favorable y que no hará mención de la violencia del estallido, cuyas heridas sobre el patrimonio, la cultura o el empleo siguen abiertas, generando mucho dolor e incertidumbre.
por iván poduje capdeville