Adolescentes ante múltiples amenazas
Desaparición de niña porteña de 13 años deja a la vista los peligros a los que se ven expuestos los niños y sus relaciones en redes sociales. Es posible que los esfuerzos familiares hayan requerido de una asistencia profesional no siempre disponible y generalmente costosa. Ahí tendríamos una falla de nuestros sistemas escolares y de salud.
La esperanza, fundada en casos anteriores, es que Nayareth aparezca. Pero esa vuelta al hogar no significa la solución al problema de esta niña porteña de 13 años, estudiante de séptimo año básico, que una noche abandonó su casa.
Lo había hecho en otras ocasiones. El padre, Jean Pierre Nocetti, no esconde la realidad en declaraciones a este Diario: "Ella salió de la casa a las dos de la madrugada… Cuando antes lo hacía, volvía, pero empezó a pasar la hora y nos dimos cuenta de que era algo más grave… Quizás fueron unas cuatro veces. Esto viene del año pasado y cada vez que ella lo hacía dejamos constancias y denuncias…Ella no nos contaba nada, sacábamos de mentira verdad cuando revisábamos su teléfono". Cuenta el padre que "se hizo todo lo posible para evitar esta situación, se conversaba con ella de buena manera, había conversación, pero por otro lado la persona que conoció mi hija la tenía envuelta en un mundo de colores… Uno le decía cuando veíamos noticias que había casos similares. En el sentido más trágico, le decíamos que podría haber sido ella, que dónde la íbamos a encontrar… Ella entendía, pero no respondía".
La niña ya lleva una semana desaparecida y su salida nocturna se atribuye a una relación virtual con un adulto de 40 años que le hacía insinuaciones sexuales, cuenta la madre, Marcela Covarrubias. Sobre esta dramática situación se pueden hacer muchas reflexiones y señalar a muchos responsables. Una cadena favorecida por las redes sociales que parte en la familia, pasa por las amistades, por la educación -ahora más precaria que nunca- para rematar en el instigador. Se puede hablar del ambiente general que ofrece ese mundo de colores del que habla el desesperado padre.
Hay que reconocer en este caso la apertura de ese padre que al dar cuenta del drama no oculta la reiteración de los hechos y revela los intentos familiares por hacer ver a la niña los peligros a que se exponía.
Es posible que los esfuerzos familiares hayan requerido de una asistencia profesional no siempre disponible y generalmente costosa. Ahí tendríamos una falla de nuestros sistemas escolares y particularmente de salud, cuando es necesaria una reacción oportuna ante conductas como las reiteradas desapariciones de Nayareth.
En esa dirección habría que insistir en los proyectos de escuelas para padres -difícil oficio- basados en las realidades actuales y en experiencias compartidas que pueden evitar situaciones como la de esta chica porteña que inquieta a tantas familias con hijos adolescentes indefensos, en un clima de múltiples amenazas que van desde la droga hasta ese peligroso mundo virtual de fantasía, que no conoce límites, que se presenta en redes sociales.
Todo lo anterior enfocado hacia el refuerzo de la responsabilidad básica que reside en la familia.