En resumen
Alicia Vega (89), la cineasta y educadora que realizó talleres de cine para niños y niñas de poblaciones durante 30 años, acaba de publicar "Cuadernos de Alicia". En el libro-objeto comparte su experiencia con la imagen y el juego.
Escribir en un tiempo sin límites
1Alicia, ¿por qué escribir en pandemia? -Por esa oportunidad de escribir en un espacio de tiempo sin límites. Por construir de acuerdo a lo que fue el taller: una experiencia motivada por la realidad de los niños en un marco de rigurosidad. Tuve dos años tranquilos para revisar materiales que guardo desde 1985. Dividí lo que quería contar en tres cuadernos, escritos a mano y con imágenes fotocopiadas en mi casa, que dieran cuenta de los juegos, el lenguaje cinematográfico y las películas que vieron los niños. Así, de forma sencilla, compartí con todos el camino recorrido.
2¿Qué podemos encontrar en estos cuadernos? -En cada cuaderno hay tesoros: En "Doce Juegos", se muestran los pasatiempos de la gente del siglo XIX, cuando no existía el cine y menos la televisión. Se enseña a fabricarlos, utilizando materiales comunes como papel, cartón, tijeras, pegamentos, cordeles. En el cuaderno relativo al "Lenguaje del cine" se enseñan los códigos para ver películas y entenderlas. En el cuaderno relativo a "Las películas", se hace una presentación de veintidós obras de corto y largometraje que los niños vieron durante la realización del taller.
3¿Qué le puede brindar el cine (de calidad) a los niños? -Además de maravillarlos les permite acceder a ideas y sentimientos. Ya no sólo es la acción o el color o los efectos especiales, sino personajes que interactúan con su paisaje interior y exterior. Charles Chaplin, por ejemplo, hace reír, pero también nos introduce con sus historias en el mundo de los pobres y con ello nos lleva a intentar ser solidarios antes que meros espectadores. Las buenas películas nos van guiando a otras; hay que aprender a conocer a los autores y seguirles la pista, también como un juego.
Alicia Vega escribió una colección de 3 tomos con la metodología de sus talleres.
3 preguntas
Alicia Vega cineasta y educadora:
Fundación Alicia Vega
Las aventuras del niño ciervo en un mundo pandémico
Netflix logró un nuevo éxito: "Sweet Tooth", serie de ocho capítulos que comienza con una pandemia que azota al mundo. Una fantasía tomada de un cómic que resuena en estos tiempos complejos.
Las sincronías pueden ser curiosas. La serie "Sweet Tooth", nuevo fenómeno de audiencias en Netflix, se viene cocinando desde el año 2018 con la inspiración de un cómic más o menos desconocido que el sello Vertigo publicó en 2009. Hablamos de sincronía porque el punto de partida es un virus que ha arrasado con casi toda la población mundial. Vemos cuarentenas, caos social, gente intubada, ciudades desiertas y animales que se toman las calles. El narrador, en off, remarca la idea de que ese fin de los tiempos es en verdad el inicio de la historia que nos convoca. El escenario es entonces post-apocalíptico, un mundo sin leyes en el que los sobrevivientes buscan estrategias para seguir aferrados a la vida.
De las cenizas surge también una nueva raza, producto de las mutaciones generadas por el virus: híbridos entre animales y humanos que, como sabremos a medida que avanzan los capítulos, son brutalmente perseguidos. Uno de ellos es Gus, un adorable niño con astas de ciervo que es criado por su padre en medio de la naturaleza, entre rejas construidas para que nadie se acerque. El mito que le cuenta el padre es que afuera no hay más que fuego, que el mundo es un gran incendio del que ellos están a salvo. Cuando éste muere, producto del virus, el niño se verá forzado a salir de su zona de comodidad, obsesionado con encontrar a su madre que supuestamente estaría en Colorado.
Gus se hará fuerte en esa tierra de nadie donde las cabezas de los híbridos son cotizadas y cada persona cuida su propio pellejo. El niño-ciervo se aferrará a lo más cercano que puede encontrar a una figura paterna y protectora: un ex jugador de fútbol americano que no tiene problemas en matar a quien se cruce por su camino.
"Sweet Tooth" ha sido definida como una cruza entre "Mad Max" y "Bambi". Y, aunque parezca una broma lúcida de periodista, algo de eso hay: la crudeza de los escenarios post-civilización con la ternura infantil de un personaje inocente al que acompañamos en su aventura. Digamos que ya conocemos todos los ingredientes de la serie pero la mixtura de la crudeza apocalíptica con el entretenimiento familiar arroja un producto singular dentro de un universo de fórmulas inalterables.
Ahora bien, en tiempos en que Marvel ha monopolizado de mala manera el matrimonio entre cine y cómic, "Sweet Tooth" mira hacia atrás en términos de estilo. No hay aquí la sobredosis de imágenes de, digamos, "Avengers" sino una narración pausada. Si se quiere, remite más bien a las ecuaciones de un Steven Spielberg, quien en "E.T." también supo combinar la ternura empática con la crueldad y la crítica social. Restando los efectos digitales y ciertas postales de violencia contemporánea, "Sweet Tooth" pudo haber sido perfectamente filmada en esa época bajo la forma de una película de matinée. Ahora llega, sin embargo, avalada por una pandemia que ha reformulado nuestra idea de realidad. Las viejas ficciones parecen ahora documentales. La distopía reemplazó a la utopía. Las fantasías del cine dejaron de parecer invenciones lejanas.
"Sweet Tooth" ha sido definida como una cruza entre "Mad Max" y "Bambi".
¨Por Andrés Nazarala R.
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