Todos los "Viernes" que Juan Forn gozó en Chile
El escritor y editor argentino murió de un infarto al corazón. Escribió durante años la contraportada del diario Página/12 y asesoró a varios escritores a este y al otro lado de la cordillera. Aquí hablan de él la editora Andrea Palet y los escritores Alberto Fuguet y Leonardo Sanhueza.
Forn forjó varias amistades en Chile y sus lectores lo conocen principalmente por sus "Viernes", la contraportada de Página/12.
Un infarto al corazón en el día del padre. Así se fue de este mundo Juan Forn (1959- 2021), reconocido escritor, editor y traductor argentino. Su obra considera cuentos como los de "Nadar de noche" (1991), novelas como "Corazones cautivos más arriba" (1987), "Frivolidad" (1995), "Puras mentiras" (2001) y "María Domecq" (2007).
Como editor creó la Colección Biblioteca del Sur, donde impulsó a los escritores argentinos de los noventa. También lanzó el primer libro de Mariana Enríquez, cuando ella era tan solo una escolar. El exceso de trabajo llevó a Forn a un coma pancréatico, que lo hizo salir de Buenos Aires y refugiarse en la costera Villa Gesell.
Desde allá encontró una forma única para sus textos, que salieron desde el 2008 los viernes en la contraportada del diario Página/12 argentino. Ese ritual le hizo sumar lectores por millones. Acá un retrato a tres voces de Fuguet (a quién editó), de Palet (que lo editó) y de Sanhueza que le dio el último adiós.
Fuguet
El primer autor chileno contratado por Forn como editor fue Alberto Fuguet. "Mala onda", su novela más leída, fue impresa en Buenos Aires. El escritor nos narra su experiencia cuando se encontró con Forn en Santiago:
"El Forn que recuerdo, el que deseo recordar, que recordé cuando murió, es el de los ochentas y, diría, que poco o nada tiene que ver con el hombre que ha sido despedido y llorado. Debe haber sido por el año 87 u 88 que lo fui a ver a una charla que dio en el Chileno-Norteamericano. Creo que había leído su primera novela: 'Corazones cautivos más arriba'. También puede ser que me la regaló ahí. Le hice tantas preguntas desde el público que terminó invitándome a cenar. O a tomar".
-¿Y qué pasó en el carrete?
-Me dijo: "Vos querés ser escritor. A ver si sos. Te voy a interrogar. Y darte consejos. Lo primero: tenés que irte de acá; es un pueblo y si no tuviera esa pátina de modernidad, sería un pueblo más del interior. ¿De verdad crees que puedes escribir con este acento 'divertío' que tienen?". El Juan Forn mítico de mis recuerdos es aquel chico bajito y cabezón que demostraba que sí se podía escribir de otros temas y no temer a un futuro demente y atroz, encerrado en un planeta propio. Me impactó que un escritor podía estar vivo, tener humor, lujuria, deseo de abarcarlo todo. Forn no se parecía a nadie de estos lados.
-¿En qué te ayudó?
-Para mí fue clave. Quizás lo mitifico, pero al menos sus conversaciones y recomendaciones, hasta sus 'insultillos' y manipulaciones, me ayudaron a lanzarme. Un cierto Chile se fascinó con Forn y este cayó rendido por la hospitalidad de ciertos intelectuales neoliberales posmodernos.
-¿Qué significó el trabajo editorial de Juan Forn en los noventa para Chile y Argentina?
-Intenso. Fue la "luz que iluminó la oscuridad de la gran ciudad", para citar la traducción, y de alguna manera la re-escritura que Forn hizo de la novela de Jay McInerney. Quizás tantos focos lo quemaron, lo obligaron a huir porque un momento en que dejó todo y se inició el otro Juan Forn, que
Por Cristóbal Gaete
"El Juan Forn mítico de mis recuerdos es aquel chico bajito y cabezón que demostraba que sí se podía escribir de otros temas y no temer a un futuro demente y atroz".
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