Uso responsable de los recursos públicos
Llaman la atención las redes familiares que aparecen en la estructura funcionaria de la Municipalidad de Viña del Mar. El problema de fondo, que no es nuevo, reside en la condición de "agencia de empleos" que aparece en ciertas ramas de la administración pública, con designaciones a veces necesarias y otras veces improcedentes.
Hace décadas, un acucioso periodista de este Diario descubrió que en la Municipalidad de Valparaíso se había creado el puesto de inspector de ascensores del mercado. El cargo resultaba bastante absurdo considerando que solo un mercado de la ciudad, El Cardonal, tenía ascensores, únicamente dos que al parecer, ya en esos años, se encontraban paralizados.
La publicación de este hecho desató un encendido debate en sesión municipal, donde a las observaciones sobre lo improcedente de la designación se sumaron interrogantes sobre quién sería el inspector.
Ahora en este Diario se revela que en la Municipalidad de Viña del Mar se instaló un verdadero árbol genealógico, cuya cabeza sería la renunciada jefa de gabinete de la exalcaldesa, Virginia Reginato. El tema da para debate en sesión del Concejo con nombres y remuneraciones.
En esta situación concreta no se duda de la capacidad de las personas designadas ni de su idoneidad, pero se entra discutir la procedencia de sus nombramientos y también de los cargos que ocupan, recordando aquella extraña función de controlar los ascensores del mercado porteño.
El problema de fondo, que no es nuevo, reside en la condición de "agencia de empleos" que aparece en ciertas ramas de la administración pública, con designaciones a veces necesarias y otras veces improcedentes, todo ello cancelado, en oportunidades generosamente, con recursos públicos, siempre escasos.
Dentro de ese esa realidad encontramos cómo se abultan ciertas funciones, por ejemplo, las relativas a comunicaciones, más allá de las lógicas necesidades que entidades públicas y privadas, con estructuras sobredimensionadas en cargos, cantidad de personas y en ingresos.
Así, la dotación de personal de muchas municipalidades aparece recargada y si las plantas no tienen cupo desde el punto de vista legal se recurre a la contratación a honorarios, que significa un gasto más allá del tipo de vinculación que se crea.
Es posible, dada las necesidades actuales y las nuevas demandas que pesan sobre la autoridad, que esas contrataciones sean necesarias, con lo cual se justifican para casos específicos y por tiempo determinado. Ello, sin embargo, no siempre ocurre y nos encontramos con situaciones, como las que se han conocido en Viña del Mar, que deben ser resueltas por la nueva administración, evitando tropezar con la misma piedra.
Aunque sea obvio recordarlo, la estructura de las municipalidades y de la administración en general, debe estar al servicio de las personas y no al servicio de movimientos políticos, amigos o familiares. Los recursos públicos, por el hecho de ser tales, no pueden estar entregados a la discrecionalidad de funcionarios de turno, cuya tarea es administrarlos responsablemente y responder cuando se hace mal uso de ellos.