En resumen
Luisa Verdee (1992) es una activista mexicana radicada en Chile. Es ingeniera digital, impartió talleres de autoaceptación y ahora acaba de lanzar el libro para adolescentes, "Gorda no es un insulto" (Alfaguara).
Luisa Verdee (1992) es una activista mexicana radicada en Chile. Es ingeniera digital, impartió talleres de autoaceptación y ahora acaba de lanzar el libro para adolescentes, "Gorda no es un insulto" (Alfaguara).
El terror como género se remonta a los orígenes del cine. En 1896, Georges Méliès estrenó "La mansión del diablo", inaugurando nuevas posibilidades para el arte de la imagen en movimiento. El horror nació así como un laboratorio de ideas sobre cómo narrar una historia visualmente, transportar lo fantástico a la pantalla y provocar miedo en los espectadores. A diferencia de otros géneros, acá los diálogos no importan demasiado. Todo está puesto en la imagen, el montaje, el tiempo. Después, por supuesto, todo se transformó en industria, los códigos quedaron estampados, las películas comenzaron a dialogar entre ellas y nació un canon que parece inalterable.
¿Quedó el cine de terror empantanado en sus propias fórmulas? Un par de películas recientes como "Dulces sueños, mamá" (2014) o "Midsommar" (2019) trajeron algo de esperanza, demostrando que hay otras formas. Con cierto aire de provocación, Ingmar Bergman comentó alguna vez también que "Persona" (1966) es una película de vampiros. Aunque la confesión da para debatir, el escalofrío que sigue provocando es un indicio de algo.
No se le puede pedir a "La calle del terror" -trilogía de Netflix con entregas en partes- originalidad aunque tampoco seamos tan indulgentes. Ok, podemos aceptar que funcione como un homenaje fiel al cine slasher (subgénero centrado en psicópatas y adolescentes) pero no que se vuelva tan predecible cuando sus intenciones son sorprender.
La nueva oferta de la plataforma, que está entre lo más visto por los chilenos esta semana, se basa en libros del escritor R.L. Stine y, su gracia, es que cada filme está ambientado en décadas diferentes. La primera entrega tiene lugar en 1994 y sigue a un grupo de adolescentes de un pueblo llamado Shadyside, donde ocurren asesinatos que, como irán descubriendo, se relacionan con la presencia fantasmal de una bruja enterrada en la misma localidad.
En la primera entrega, la intención del equipo liderado por la directora Leigh Janiak es claro: "La calle del terror" debe ser una suerte de "Scream" para los adolescentes de hoy. No es casual que la protagonista esté enamorada de una chica que apenas la corresponde. "Horror LGBT", han dicho algunos.
Lo cierto es que Janiak invierte más fuerza en adaptar los viejos códigos del horror a los nuevos tiempos (la heteronormalidad y el sexismo de las ofertas de los 80 pueden resultar violentos) que en probar formas más eficaces de sacar gritos. Los giros se vuelven previsible, los golpes de efecto no funcionan y las referencias son calculadas según los criterios de marketing del streaming; léase nostalgia vintage, un playlist noventero que debe costar miles de dólares, cinefilia pop obvia y guiños estéticos que parecen como sacados del nuevo catálogo de una tienda de modas.
"La calle del terror" está entre lo más visto por los chilenos esta semana.
Por Andrés Nazarala R.
Fotograma
1-¿Por qué no se necesita ser flaca para ser feliz? -Porque la felicidad no debería depender de la forma que tiene tu cuerpo, ni de cómo te ves. Podemos ser felices con quienes somos y no por cómo nos vemos. Decidí escribir sobre un personaje que nunca me había tocado leer, una chica con cuerpo cambiante, que se percata de la importancia que tienen los cuerpos en la sociedad y quiere cambiar eso. Comete muchos errores, no encaja en las expectativas de su entorno, pero no tiene que modificar cómo se ve ni pasar por un super makeover para aceptarse e ir en el camino de ser feliz.
2-¿Cómo fue el camino de aceptación de tu propio cuerpo? -Ese camino sigue en curso. La aceptación del cuerpo no es algo de un día, ni que tenga una meta y listo. Es que a pesar de haber derribado muchas barreras e ir trabajando en el amor propio es un constante trabajo, ya que el cuerpo está en constante cambio y mientras tanto la sociedad, medios, tradiciones, te siguen repitiendo los mismos mensajes gordofóbicos o misóginos, que hacen que el camino siga siendo difícil. Yo intento influir mostrando que uno puede seguir viviendo siendo gordo o no teniendo un "cuerpo ideal".
3-Vienes de México. ¿Cómo ves los estándares de belleza en Chile? -Si bien toda Latinoamérica tiene arraigado el estereotipo de belleza europea, cuando llegué a Chile me sorprendió que fuese aún más fuerte. Las personas en publicidad tenían los mismos tonos de piel, cabello, ojos y los mismos tipos de cuerpos. Muy distinto a lo que veía diariamente caminando por las calles de Santiago. Las tallas de ropa y de zapatos también las noté más reducidas. Además, a lo que yo he visto, hay un tema de clasismo que también se refleja en los estereotipos de belleza, eso fue muy impactante.
Verdee narra el viaje hacia el amor propio de una adolescente.
3 preguntas
Luisa Verdee, activista:
archivo personal
"La calle del terror (parte 1): 1994" es la primera parte de la trilogía de Netflix.