Imparable deterioro
Otra vez un aniversario de la inscripción, otra vez una invitación a la reflexión. Pero ¿reflexionar sobre qué? ¿Sobre qué no se ha reflexionado aún? Existe una inflación de estudios, análisis, investigaciones y reflexiones sobre Valparaíso. ¿Y cuál es el resultado efectivo? Lo que todos, no solo los académicos e informados ven, una progresión imparable de deterioro, de decadencia, una reducción drástica en calidad de vida. Si lo quisiéramos graficar, no sería similar, por ejemplo, a una gráfica de la bolsa, con una línea en zigzag hacia arriba y abajo; no, sería una línea recta hacia abajo, sin un solo salto hacia arriba.
¿Hay una posibilidad de desviar esta línea o está todo perdido ya?
Si las necesidades, o posibilidades, de intervención para revertir esta situación hace 20 años fueron puntuales, limitadas por sectores y con una problemática definida, hoy ya no es así: lo que se requiere hoy son decisiones integrales, sistémicas, drásticas y energéticas; con un liderazgo claro y con una sola finalidad, cumplir con lo urgente y esencial, sin tratar de complacer intereses particulares ni enfoques superficiales.
Para recuperar el patrimonio y la ciudad se debe dar primero un uso a su capacidad instalada, preexistente. Todas las iniciativas para proteger el patrimonio serán en vano si no hay un uso claro que le dé viabilidad. Nadie invertirá ni recuperará un edificio patrimonial sin saber para qué ni para quién lo hace. Esto es el tema de fondo de la ciudad patrimonial: acordar, definir y promover un uso actual y así revertir su obsolescencia.
Argumentos que indican que no hay trabajo en la ciudad, son un mito. Antes de la pandemia ingresaron 35.000 personas diariamente desde Viña y el interior a Valparaíso a trabajar. ¿Por qué no viven acá, entonces? ¿Por qué agregan un tiempo largo a su jornada, con un alto costo, al vivir lejos de su lugar de trabajo? La respuesta es simple y clara: porque tienen una mejor vida en otro lado.
Sabido es que el plan de Valparaíso tiene una densidad poblacional mínima, 177 personas viven en el Barrio Puerto y 4.904 en toda la zona "El Almendral" (Censo 2017); existiendo en ambos sectores una gran cantidad de edificios en desuso, otros ocupados solo en el primer piso, y terrenos eriazos. La gestión e inversión para recuperar un edificio patrimonial cae en su propietario, pero si éste invierte en su edificio también realiza una inversión en el sector; sin embargo, el Estado le cobra en esa acción, a través del IVA, un 19% más. Muchos países tienen una exención de IVA para trabajos de recuperación patrimonial, lo que es absolutamente justificado, porque es el Estado el que gana con un barrio en buenas condiciones y también el que pierde tremendamente con una ciudad insegura y en ruinas. Basados en la experiencia y realidad local, cabe preguntarse si toda la intervención para recuperar edificios patrimoniales tendrá que ser libre de IVA. Los descuentos existentes como créditos fiscales, reducción en impuestos u otros, parecen cosméticos. Lo que habría que promover es: "Si recuperas edificios existentes, invirtiendo en esta zona patrimonial, no te vamos a cobrar nada adicional porque necesitamos recuperar nuestra ciudad".
Mucho se habla de repoblar la ciudad, pero este repoblamiento también tiene que corregir la estratificación social, mejorando las condiciones de porteños y atrayendo nuevos residentes, como dice Daniel Morales en su tesis "Plan de Repoblamiento en Base a la Recuperación del Patrimonio Modesto". No es posible que el 90% de la población esté sujeto a subsidios estatales de emergencia. ¿Dónde está la clase media en esta ciudad? Y ¿por qué no quiere vivir acá? Porque entre otras cosas, la ciudad no se ha actualizado potenciando lo existente, tiene mínima oferta habitacional en zonas centrales, no retiene el valioso comercio identitario, tiene poca oferta educativa contemporánea, pocas instalaciones recreativas atractivas y áreas verdes, con espacios públicos en mal estado, entre otros aspectos, que opacan sus potencialidades. Esta situación es el resultante de administraciones sin visión y autocomplacientes, cuya postura pareciera ser que el estancamiento (y hasta la pobreza) está visto como lo deseable, lo atractivo, cayendo en un romanticismo social que pretende compensar las deficiencias por "la Bohemia", "la maravillosa vista", entre otros; justificando su nula acción con atributos ya instalados.
Claramente, será difícil repoblar el centro de la ciudad si hay poca oferta comercial y de servicios. Pero ¿cómo se puede recuperar el comercio si no hay clientes? ¿Cómo se puede mantener el comercio tradicional o invitar a un comerciante a iniciar un emprendimiento en Valparaíso si no hay expectativas de un negocio rentable? Una solución sería convertir el centro histórico de la ciudad en zona franca, liberar todo el comercio tradicional o de escala local del pago de IVA por un periodo de mediano plazo. Será necesario equilibrar oportunidades para recuperar Valparaíso, ya que las desventajas son muchas: falta de infraestructura, inseguridad ciudadana, falta de seguros para edificios mayores de 50 años, falta de créditos hipotecarios para la recuperación de edificios históricos; sumado a la competencia desleal del comercio callejero, autorizado y fomentado por la municipalidad. Si se habla de igualdad de oportunidades, estas desventajas tienen que ser eliminadas o compensadas.
En el último tiempo se ha discutido sobre la instalación de teleféricos; sin embargo, en 14 años no se logró recuperar la calle Serrano, en el Almendral se siguen agravando los daños del terremoto del 2010, el Centro de Neurociencia, iniciado en diciembre 2010 con el concurso arquitectónico, tiene fecha de entrega prevista para el 2025. ¡15 años más! O, en otro ámbito, ocho años "trabajando" en la actualización del Plan Regulador Comunal sin resultado alguno. Palabras o estudios no traen un avance, solo su aplicación y realización.
La posibilidad de recuperar la ciudad, o por lo menos frenar su deterioro, se escapó de la capacidad que ofrece la municipalidad. Lo que se requiere es acción coordinada para el fomento residencial, con énfasis en lo productivo, tecnológico y comercial, resolviendo la seguridad ciudadana, bajando la vulnerabilidad y todo lo identificado en tantos estudios realizados. Hace 18 años se postuló, desde el Estado de Chile, a Valparaíso ante la Unesco, asumiendo una responsabilidad para que dicho galardón trajera los resguardos y beneficios que se comprometieron.
¿Cuánto más tenemos que esperar? Valparaíso lo necesita ahora. Y todo junto.
Por michael bier,
Arquitecto, Doctor en Ciencias Técnicas
Director Centro de Estudios DUC, Valparaíso