El grave problema del agua en la región
La sequía que afecta a la Región de Valparaíso plantea desafíos urgentes y exige una mirada de largo plazo que no se aprecia en las autoridades. Así como los vecinos de Ventanas se sienten perjudicados por la reactivación de una termoeléctrica, las medidas paliativas de la crisis pueden tener impactos en otras comunas.
La grave sequía que afecta a la región desde hace más de una década comienza a representar riesgos concretos para los habitantes de zonas urbanas que, a lo lejos, escuchaban la preocupación que plantea la falta de agua en sectores rurales. Para muchos de los residentes en el Gran Valparaíso, la crisis hídrica era una preocupación menor, quizás algo más presente en los veranos, pero sin la carga emotiva y de urgencia que adquiere en otras provincias, donde el abastecimiento con camiones aljibe es una necesidad básica que provoca serias controversias judiciales, capaces de llegar a la Corte Suprema, que en marzo de este año acogió el recurso de protección presentado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos, sede Valparaíso, en favor de los habitantes de la Provincia de Petorca, para garantizar el acceso a 100 litros diarios de agua potable por persona.
Ahora, la crisis hídrica provocada por esta sequía golpea de cerca a los grandes centros urbanos regionales y, peor, desnuda la falta de planificación a largo plazo, la improvisación de las autoridades y la escasa conciencia que existe en la propia población, que no detecta la gravedad del problema mientras no se vea interrumpido ese servicio que el mundo moderno entiende como un derecho básico: un grifo con agua limpia para beber.
El impacto más reciente tiene que ver con un retroceso en el plan de descarbonización de la matriz energética, ya que el coordinador eléctrico nacional tuvo que pedir a la empresa AES Andes reactivar las turbinas de la central carbonera Ventanas 1. La medida, por cierto, provocó el airado reclamo de la comunidad en Puchuncaví, que se siente otra vez perjudicada en una decisión que tiene un beneficio a nivel general del país. El hecho deja al descubierto la fragilidad de las decisiones adoptadas por la autoridad, pero también revela la profundidad del problema y se transforma en un farol de alarma para toda la población, porque todo indica que no existe capacidad para anticipar todas las crisis que son y serán gatilladas por la sequía, el vaciamiento de las cuencas, el avance de la desertificación, la falta de lluvias y nieve, etc.
Con seguridad, los efectos de la actual situación tendrán un impacto en la temporada de incendios 2021-2022, que en los últimos años han arrasado con largas extensiones de pastizales y bosque en zonas cercanas a parques naturales y aquellas áreas de amortiguación que existen entre la mancha urbana y la zona rural. En lo inmediato, urge que el Gobierno apruebe la declaración de zona de catástrofe hídrica para aquellas provincias de la Región que se ven más afectadas. Este es el mecanismo vigente para enfrentar la emergencia, pero no puede reemplazar las medidas de largo plazo que a todas luces aún no se han adoptado.