(viene de la página anterior)
Los partidos se constituyeron básicamente en organizaciones muy cupulares. (...) Pero transitar hacia el rechazo de toda forma de organización política también nos puede llevar a una especie de situación en la cual la noción de independiente, intrínsecamente, represente algo bueno, cuando en realidad tampoco terminas de tener claro de qué son independientes".
Energía disipada
-Ha pasado poco más de un año y medio del denominado estallido social y pese a que se puso como solución política la elaboración de una nueva Constitución, ¿cree que el ánimo de la revuelta se ha extinguido o no?
-Creo que en la revuelta convergían varias cosas. Hay una energía que probablemente se mantiene latente, que podríamos decir que es aquella más asociada a la frustración, a la sensación de mucha rabia respecto de ciertas inequidades arrastradas desde hace mucho tiempo sobre ciertos sectores. Pero la revuelta, además, articuló ese malestar muy profundo, de mucha rabia con estreses más sutiles y con problemas de orden más transversal, que probablemente se encauzaron a través del proceso constituyente. Entonces, desde ese punto de vista, uno no puede ser taxativo en el sentido de que se haya extinguido, pero sin duda se ha disipado esa energía en varias direcciones, quedando una de ellas todavía asociada a la protesta callejera, en un grupo que creo más bien minoritario.
-Desde el gobierno y el mundo político han hecho harto hincapié en alcanzar cierto clima de "paz social", ¿pero es posible lograrlo en un contexto donde poco a poco se vuelven ver imágenes como las evidenciadas en octubre o noviembre de 2019?
-El que se encauce el proceso político en ciertos niveles de "paz social", no solo basta que parte de la energía de la revuelta se haya canalizado institucionalmente en el proceso constituyente. Además, hay dos cuestiones más en que el Estado requiere dar señales importantes: uno tiene que ver con modificar sustantivamente su accionar respecto de la protesta social, de modo de profesionalizar la acción de las fuerzas policiales y que estas no tengan como único registro de contención de una manifestación la represión o la franca violación de derechos humanos. Y el otro componente que falta es el restablecimiento de cierta gobernabilidad política en el corto plazo. Hoy tenemos un gobierno ausente, y que ha perdido toda eficacia de responder oportunamente a necesidades sociales que todavía se asocian a la pandemia. Cuando tienes esos dos flancos abiertos, la conflictividad social no se va a poder enrielar totalmente.
Instalación de cultura anti partidos
-¿Cómo evalúa el rol de los partidos en este escenario? ¿A qué atribuye la reticencia que tiene parte de la población a estas instituciones?
-Los partidos, sobre todo los tradicionales, aquellos que administraron lo que se denominó "transición a la democracia", se constituyeron básicamente en organizaciones muy cupulares y muy despegadas de la sociedad civil, y que en los últimos años pasaron a ser percibidos por la población como instituciones administradoras de intereses. Pero tengo ahí un punto que es importante: transitar hacia el rechazo de toda forma de organización política también nos puede llevar a una especie de situación en la cual, por ejemplo, la noción de independiente intrínsecamente represente algo bueno o bondadoso, cuando en realidad tampoco terminas de tener claro de qué son independientes. El problema de nuestros partidos políticos no fue que fueran dependientes de una estructura, sino que empezaron a depender de financistas privados o intereses que no eran sus proyectos que ponían ante la ciudadanía.
-¿Cuán fuerte ve el fenómeno de las candidaturas independientes? ¿Se puede hablar de independencia por estar fuera de partidos, cuando la LDP y TER buscan las mismas reglas y beneficios de los partidos para competir en las legislativas?
-Lo que hay en Chile es una cultura anti partidos, como estructura formal, pero lo que estás viendo es que tienes organizaciones que se están articulando con la misma lógica de administración que tiene un partido. LDP, por ejemplo, es claramente un grupo que logró articular adecuadamente un significante que resuena muy fuertemente para las personas, pero básicamente lo que has visto en la constituyente, es el comportamiento de una bancada; legítimamente, no creo que eso sea perverso. Lo que ocurre, sin embargo, es que te presentas ante la ciudadanía como independiente de todo y no asumes los costos de declarar cuáles son tus idearios. Las personas, básicamente, han estado votando a esos candidatos en rechazo a la estructura de partidos, pero eso es un discurso que es limitado; es probable que ya en una segunda elección como la que se viene, no va a ser suficiente el constituirse meramente como un espacio de rechazo a las estructuras tradicionales, porque van a haber perdido cierta cuota de novedad y la gente va a empezar a evaluar sus comportamientos durante estos meses, percibiendo que es solo un grupo tratando de llevar adelante un determinado programa.
Irrupción de caudillismos
-¿Está entrando América Latina a un proceso de "izquierdización"? Si bien hace unos años se veía más fuerte a la derecha, con Presidentes como Jair Bolsonaro o Sebastián Piñera, hoy los son rostros más cercanos a la izquierda los que han ganado un poco de terreno en la región.
-No creo que uno pueda hacer una afirmación de una tendencia hacia la izquierdización propiamente tal, porque los procesos son muy complejos y diversos. Si tomas en cuenta el caso de Perú, que es probablemente de los más paradigmáticos de las últimas semanas, tienes el triunfo de un candidato de una izquierda bien tradicional, pero en una segunda vuelta, después de haber obtenido en la primera una votación bastante discreta. Entonces, fue prácticamente una disyunción entre una candidata del fujimorismo, que representaba algo muy fuerte en la memoria de los peruanos y en esa oposición, Castillo se impone, pero no termino de tener claro que el pueblo peruano haya querido, mayoritariamente, una conducción con esas características, que si bien tiene un discurso de izquierda que puede ser muy interesante para algunos en América Latina, también tiene dejos muy conservadores, que son anticíclicos con respecto de la renovación de la izquierda del siglo XXI.
-En definitiva, no responderían a un fenómeno global, sino que a la coyuntura específica de cada territorio...
-Creo que son procesos muy locales, no creo que exista alguno que pueda marcar una suerte de tendencia, porque también hay mucha desarmonía. Si piensas que en la elección presidencial chilena ganara Gabriel Boric, ¿en qué sentido podrías decir que eso es parte de un mismo ciclo con el caso peruano?; salvo en el sentido de la lógica antagónica de que no es la derecha. Si eso es así, podrías decir que América Latina vive un ciclo de vaivén permanente, donde los agotamientos del ciclo de la centroizquierda o centroderecha, tienden a dar paso a al bando contrario. Ha ocurrido en Argentina, en Uruguay, que tienden a ser más parecido en el contexto de los países del cono sur.
-Entre los casos más complejos de Sudamérica se encuentra el de Perú, un país que en los últimos cinco años ha tenido cinco mandatarios distintos, siendo Pedro Castillo el último en ser electo. ¿Cómo se puede explicar esta inestabilidad política?
- Esa inestabilidad explica las características de la última elección, donde ningún candidato logró tener una votación tan alta, que le permitiera garantizar un espacio de gobernabilidad fuerte. Entonces, con un tema de corrupción tan fuerte durante años, lo que se terminó configurando es un nivel de agotamiento del sistema político tal, que sometido a los comicios, muchos peruanos probablemente tuvieron que optar por el mal menor que ellos percibían, sea este (Keiko) Fujimori o (Pedro) Castillo, que siendo muy distintos, ambos representaban un cierto discurso antisistema, personas que venían de afuera. Esa es una tendencia muy común cuando los sistemas políticos se agotan, irrumpen fuertemente ciertos caudillismos que se sostienen mucho sobre cierto personalismo, que pueden constituirse en alternativas para articular ese malestar, ese "que se vayan todos". Por lo tanto, me parece que Perú va a mantener un estado de inestabilidad fuerte, porque el gobierno si bien obtuvo una mayoría en la segunda vuelta, es evidente que no tiene una base social lo suficientemente sólida.
Fracaso de proyectos transformadores
- ¿Es América Latina tierra fértil para los totalitarismos? Pareciera que por más elecciones que se realicen, hay líderes que no abandonarán nunca sus puestos.
- Ojo con la idea de generar una visión excesivamente estereotipada de que los únicos autoritarismos son estos vinculados a Daniel Ortega o a Venezuela. Ciertamente en la región, dadas las condiciones que hemos discutido, teniendo en cuenta las profundas contradicciones y los fracasos de los proyectos políticos socialdemócratas o socioliberales para mejorar la vida de las personas, se generan espacios para caudillismos y para que eventualmente el autoritarismo se imponga, incluso por vías democráticas: Bolsonaro, es un caso donde un candidato es elegido con un discurso autoritario. No creo que sea terreno fértil por alguna característica cultural, sino que el terreno fértil para el autoritarismo es el fracaso de los procesos transformadores. Eso está ocurriendo en Europa, pasó con (Donald) Trump en Estados Unidos, también en Brasil y ocurre de manera más "grotesca" en algunas partes del mundo, como pueden ser algunos regímenes donde caen en un espacio dictatorial.
-¿Hasta dónde pueden incidir en el votante chileno en las presidenciales casos como la represión de las protestas en Cuba, que Venezuela llegue a 7 millones de exiliados según la OEA o que el régimen de Ortega en Nicaragua haya detenido a siete presidenciables a cuatro meses de la elección?
-El impacto de esos procesos en Chile, creo que va a ser menos probables, porque al ser el candidato activo y más competitivo de la izquierda en este momento Gabriel Boric, quien ha sido muy explícito en diferenciarse y condenar ese tipo de procesos políticos, de alguna manera va a sacar de la agenda este debate, porque no tiene tanto rendimiento. (…) Obviamente hay un segmento, especialmente de la derecha chilena, que permanentemente levanta los fantasmas de las experiencias fracasadas que se autodenominan de izquierda para tratar de definir como inviables las propuestas de los candidatos en nuestro país. Sin embargo, mi sensación es que eso va a tener menos peso en esta elección presidencial, porque tengo la impresión que el candidato que va a representar con más fuerza un proyecto transformador (Boric), tiene una mayor distancia y ha logrado condenar con fuerza esas cuestiones. 2
Si piensas que en la elección presidencial chilena ganara Gabriel Boric, ¿en qué sentido podrías decir que eso es parte de un mismo ciclo con el caso peruano?; salvo en el sentido de la lógica antagónica de que no es la derecha. Si eso es así, podrías decir que América Latina vive un ciclo de vaivén permanente, donde los agotamientos del ciclo de la centroizquierda o centroderecha, tienden a dar paso a al bando contrario".
"
"