"No solo hay que mirar el mar, también las aguas residuales"
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El actual déficit hídrico de la Región de Valparaíso, sumado a las lapidarias conclusiones del informe de cambio climático de la ONU, da cuenta de un complejo panorama que, a simple vista, exige acelerar la búsqueda de soluciones. "Desafortunadamente, los hechos nos indican que esto no se va arreglar de un año para otro; por lo tanto, pienso que la institucionalidad debe ponerse al día. Creo que se están haciendo esfuerzos, aunque lógicamente muchas veces hay un retardo en la toma de acciones frente a los problemas", comenta el académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), José Luis Campos, experto en recursos hídricos y en la investigación del tratamiento de aguas residuales.
- ¿La región debe comenzar a explorar con más decisión otras opciones como la desalación o el uso de aguas residuales?
- Desalar el agua de mar no es barato. Si uno piensa abastecer ciudades o zonas cercanas a la costa podremos tener precios competitivos, pero si pensamos en llevar el agua hacia La Ligua o Petorca quizás los precios se disparen y, por ejemplo, para los agricultores no sean valores que les permitan tener rentabilidad en sus productos. Ahora, pensando un poco en nuevos recursos hídricos no solo debemos mirar el mar, sino que pensar también en las aguas residuales.
-¿Cree que podría utilizarse el agua residual en la región?
- Israel, país mucho más seco que Chile, tiene una agricultura económicamente muy rentable, porque a pesar que la mayor parte del agua que usan viene de desaladoras, usan el recurso varias veces. Entonces, el agua a la que una vez le dan uso potable, la tratan y la vuelven a utilizar en la agricultura. Acá en la Quinta Región el problema que tenemos es que gran parte de las aguas residuales se van al mar sin tratar mediante emisarios. Entonces, pensando en proteger los recursos marinos y conseguir agua dulce o apta para la agricultura podríamos tratar las aguas residuales y volver a usarlas. Y ya digo, puede ser. Depende del tratamiento que se le dé a esa agua para que tenga uso agrícola o incluso potable.
- ¿Cómo podrán convivir en el futuro dos actividades intensas en el uso del agua como la agricultura y la minería en la región?
- La agricultura el problema que tiene es que depende de seres vivos que requieren sí o sí el agua. En la minería estamos usando una tecnología para extraer los metales basada en hidrometalurgia. Lo que está implementado funciona bien y se sigue con el proceso, pero es una pena que Chile, siendo una potencia minera, no desarrolle investigación para desarrollar minería en seco. No digo que sea fácil, pero podría ser posible. En agricultura siempre hay formas de hacer el uso del agua mucho más eficiente, por ejemplo, los sistemas de riego y no solo por goteo, sino que ir más allá con sistemas de control, con sondas que detecten la humedad del suelo u otras características, y que se le dé a la planta justo lo que necesita para evitar riego en exceso.
- Bajo este escenario de sequía, ¿la región deberá postergar su objetivo de ser un polo agroindustrial?
- Hay que implementar soluciones. Si Israel y otros países lo han hecho, acá también se puede hacer. Si pienso como país y no de forma regionalista, hay que saber que hay otras zonas de Chile que disponen de bastante agua y a partir de allí pensar en aplicar la agricultura en las zonas donde las condiciones climáticas sean mejores, sobre todo tomando en cuenta una cosa: en evitar conflictos sociales, porque si hay poca agua y queremos implementar más agricultura, eso, a la larga o a la corta, nos va a llevar a un problema.
- ¿El factor sequía debería ser considerado en las evaluaciones ambientales de los proyectos?
- Sí. Yo tengo asumido ya el concepto de zona saturada de contaminantes cuando se quiere levantar una termoeléctrica y ya no se puede hacer. Eso mismo debería pasar en el sector agrícola. Por ejemplo, llega un momento en que no hay más agua y se debería declarar el territorio zona saturada de agricultura. Esto, porque eso significaría conflictos y los pequeños empresarios o la gente que cultiva de forma individual y tiene territorios pequeños generalmente van a llevar las de perder. Entonces, vamos a beneficiar la economía, pero también vamos a generar una desigualdad social.
"En el país muchas veces cuesta arrancar los procesos porque siempre se confía en que el año que viene será mejor".