Adiós a las grandes ligas
Nos tenían mal acostumbrados. Hay que decirlo con todas sus letras. Por años esperábamos cada fin de semana verlos salir por algún túnel de un estadio europeo junto a Lionel Messi, Neymar, Luis Suarez, Frank Ribery, Arjen Robben, Robert Lewandowski, Kevin De Bruyne o Paul Pogba. Y esto es solo por nombrar algunos de los más afamados compañeros que tuvieron por casi una década. Fue un lujo para ellos. Y un orgullo para los hinchas chilenos que supieron desde que los vieron debutar que eran diferentes al resto.
Nadie quería que se terminará esta pasarela de estrellas alrededor de los mejores exponentes de una generación irrepetible. Siempre guardamos la esperanza de que los que aparecieran después pudieran al menos acercarse a sus carreras. Desgraciadamente, casi todos fueron quedando en el camino, lejos de las luces brillantes de las grandes ligas europeas, apenas asomando sus cabezas en el fútbol mexicano o simplemente brillando en Chile. El famoso recambio no apareció en la Selección ni tampoco a nivel de clubes.
Hoy nos deslumbramos con algún futbolista que destaque en la segunda división de Inglaterra, con las actuaciones de chilenos en la Copa Libertadores y, de vez en cuando, con alguna asistencia en el lejano Medio Oriente. Esa es nuestra realidad. No hay otra. De algún fichaje rimbombante en la Premier League, Bundesliga o Serie A, ni hablar. Con mucha suerte alguno cae en un equipo europeo donde pasa sus últimos años de carrera una vieja gloria. Y nos emocionamos cuando festejan juntos un gol. Duele, pero es la verdad.
Las cinco grandes ligas europeas nos cerraron de pronto las puertas y nadie se dio cuenta. O simplemente a nadie le importa demasiado. Y aquella brecha empezó a minar a la Selección, que de pronto se empezó a llenar de jugadores de la liga mexicana. Y el famoso avión que llegaba desde el Viejo Continente para las fechas clasificatorias cada vez traía más asientos vacíos.
Por eso en días en que las puertas de salida se abren de par en par en el Inter para buscarles una salida decorosa a Alexis Sánchez y Arturo Vidal, no queda otra que darles las gracias. Aplaudirles de pie. Aquella década dorada en la que buscábamos la forma de ver sus partidos de Champions League, los clásicos españoles y finales de FA Cup llegó a su fin. El primero en bajarse de ese crucero del amor futbolistíco fue Claudio Bravo, que ahora deshoja la margarita en la tranquila Andalucía, lejos de las luces y flashes que siguieron su carrera desde que aterrizó en el Nou Camp en 2014.
Los últimos que resisten en la élite, Sánchez y Vidal, parecen hacerlo más por orgullo que por otra cosa. Sus niveles la última temporada ya denotaban un evidente declive ante las grandes figuras del Inter. No solo es un tema salarial el motivo de sus potenciales salidas del club, hay mucho de rendimiento en el análisis que hacen los dirigentes. Ver otra cosa solo es no asumir la realidad. Ya lo dieron todo, que duda cabe. En otro momento de sus carreras, el Inter no habría estado jamás en sus planes, cuando brillaba en España, Premier o Bundesliga. Ahora, es el cuadro italiano es el que busca otros tipo de jugadores, más jóvenes y no tan caros.
Que duda cabe que lo que vivimos en esta última década será irrepetible en el corto plazo. Y quizás nunca la volvamos a ver. Tener tres chilenos en la élite del fútbol mundial nos permitió saber mucho más de esos equipos que en algún momento parecía inalcanzables. Nos adentramos en rivalidades que nos parecían tan lejanas, pero que de pronto las abrazamos como propias. Conocer a Pep Guardiola, Arsene Wenger, José Mourinho o Antonio Conte, como líderes de nuestros mejores futbolistas resultó tan enriquecedor como gratificante.
Pase lo que pase con Sánchez y Vidal en estas semanas antes del cierre del libro de pases, bien vale agradecerles por todo. Si nos dan un año más sentados frente al televisor viendo Liga de Campeones o clásicos en el Giusseppe Meazza será a esta altura una yapa. Sus mejores años ya quedaron atrás. El protagonismo de ambos también. Ahora que disfruten donde quieran. Donde sean felices. A la postre, nosotros seremos felices con ellos.
por cristián caamaño,
comentarista de espn
y radio agricultura