Emergencia climática que dura todo el año
Preocupa que exista un incremento en la ocurrencia de incendios forestales durante el periodo invernal, debido a la falta de lluvias. La emergencia climática y todos sus impactos -los incendios forestales, la falta de agua potable y muchos otros- requieren de un ministerio con la capacidad política para abordar el tema con prioridad.
Es probable que las copiosas lluvias anunciadas para los próximos días tranquilicen las preocupaciones de la población en torno a los efectos de la sequía y den un respiro a la agenda de las autoridades, cuyo real interés está puesto en torno a las contingencias políticas de efecto electoral más inmediato. Como tema árido que es y, principalmente, debido a sus efectos de largo plazo, muchas veces estacionales, la emergencia climática que provoca la falta de lluvias, nieve, el avance de la desertificación y el impacto gravísimo en los ecosistemas, suele durar poco en el escaparate de asuntos relevantes y termina engullida por razones de corto plazo.
No hay que engañarse, siempre está presente, al punto que en estas últimas horas tanto la Corporación Nacional Forestal (Conaf) como la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) advirtieron por el preocupante aumento de incendios forestales en el periodo invernal. La sequedad que domina árboles y pastizales ha provocado la propagación del fuego con una rapidez que ya arrasó con 400 hectáreas del cordón montañoso ubicado en el sector de El Melón. Peor aún, la Unidad de Análisis de Diagnóstico de Conaf determinó que hay seis incendios que probablemente sean intencionales: tres en La Ligua, uno en Nogales y dos en Isla de Pascua.
Aunque de extensiones más acotadas, los siniestros forestales que se desatan cerca del área urbana encierran un potencial de desgracia mayor, como lamentablemente hemos visto en estos últimos diez años. Un informe especializado del Sistema de Indicadores y Estándares de Desarrollo Urbano (SIEDU) elaborado en conjunto por el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y el Instituto Nacional de Estadísticas, advierte que en las áreas urbanas de la región hay cerca de medio millón de habitantes expuestos a este tipo de emergencias. Un 50% de ellos -240.000 habitantes- se ubican en Valparaíso y Viña del Mar, donde muchas de las personas viven en cerros y quebradas que continúan poblándose a través de asentamientos informales y en algunos casos con serios problemas de acceso al agua, lo que dificulta la labor de control de un eventual incendio.
Con todos estos antecedentes, llama la atención que un organismo como Conaf todavía prepare "temporadas", en vez de instalarse con una fuerza de tarea potente en todo el año. Sin embargo, no basta con que la Corporación instale brigadas los doce meses para que el problema ya esté adecuadamente enfrentado. La emergencia climática y la sequía son condiciones permanentes, que requieren una mirada de rango único, es decir, un ministerio acorde que reúna los recursos y coordine el trabajo en terreno; que posea asesoría científica capaz de anticipar escenarios e impactos en la población, además de capacidad política para darle la prioridad nacional que requiere.