Shamsia, la grafitera afgana
Shamsia Hassani nació en Teherán, Irán, el año 1988, cuando sus padres emigraron desde Kandahar por la guerra. Es considerada la primera artista callejera de Afganistán. Acostumbra realizar murales y pinturas que representan a las mujeres como figuras fuertes e independientes. Con líneas audaces y ángulos agudos y labios sellados o sin bocas visibles, sus mujeres a menudo portan y tocan instrumentos musicales, que les proporcionan una voz, un vehículo para la autoexpresión. En la serie Secret, por ejemplo (Hammer Museum de UCLA, Los Angeles), las mujeres usan el burka, que los occidentales a menudo asumen como una forma de opresión, pero en el trabajo de Hassani, la tela transparente revela la fuerza y la humanidad de la mujer que existe debajo del vestido, pese a estar cubierta. En el fondo, Hassani está tratando de señalar que elegir usar el burka o el hiyab no es el problema; las mujeres no serán verdaderamente libres hasta que puedan hablar por sí mismas y ser escuchadas. Hassani tiene como objetivo desestigmatizar las percepciones erróneas de las mujeres musulmanas al ilustrar que quitarse el pañuelo no es lo mismo que liberarlas.
En otra serie, Birds of No Nation, se representa a las mujeres observando ciudades desde los tejados. Han llegado a una nueva ciudad en busca de refugio del caos de su tierra natal, de la misma manera que las aves migran en busca de alimento y seguridad. Sin embargo, estas mujeres que viven en un país extranjero están constantemente mirando hacia afuera. Esta serie habla de la migración masiva de ciudadanos afganos a países vecinos, que Hassani presencia a diario, así como de su propia historia itinerante (la artista pasó la mayor parte de su infancia en Teherán, Irán, pero seguía siendo una ciudadana afgana y, por lo tanto, no tenía los mismos derechos que los ciudadanos iraníes).
Hoy, tras la captura de la totalidad del país por los Talibanes, las mujeres vuelven a estar en riesgo ante un integrismo religioso que, al menos en el pasado cercano, no les permitía estudiar, menos trabajar, y eran sometidas a un trato digno de la Edad de Piedra.
¿Habrá, pese a todo y pese a todos, algún atisbo de futuro para todas ellas en Afganistán?
por EKO TUNDE