Una villa de Asturias en el corazón de Chile
Como Embajador de nuestro país en España me ha tocado a menudo el privilegio de asistir a ceremonias en las que flamea nuestra bandera y se entona el himno nacional, y en las que los españoles expresan cariño y admiración por nuestra tierra, su gente e historia. No hay duda, pese a nuestros vaivenes y turbulencias, la patria goza de un sólido prestigio internacional, del cual no siempre estamos conscientes.
Recientemente participé, en el pueblo de Corao, perteneciente al Ayuntamiento de Cangas de Onís, en la imponente Asturias, en un homenaje a Don Eduardo Llanos Álvarez de las Asturias. Por decisión ciudadana, una calle histórica y recién restaurada llevaría su nombre y dispondría de un busto esculpido por María Iglesias. Yo, como Embajador, estaba invitado a acudir a la ceremonia.
¿Quién es Don Eduardo y qué nexo tiene con Chile?, se preguntarán algunos.
Fue un filántropo, un educador, un empresario y un humanista al que los chilenos le debemos mucho. El 22 de mayo de 1879, un día después del Combate Naval, en la ciudad de Iquique, entonces bajo soberanía peruana, Don Eduardo ejecutó un acto de coraje civil, humanismo y nobleza que lo hizo entrar por la puerta ancha en nuestra historia. Al ver que los cuerpos del Comandante Arturo Prat y sus oficiales estaban expuestos en la vía pública, convenció a las autoridades de que a estos hombres les correspondía cristiana sepultura.
El español, hijo de Corao, se encargó de los trámites y la ceremonia, y evitó así que los restos de nuestros héroes se perdieran en fosas comunes. Que reposen hoy en la cripta del gran monumento en Valparaíso, se debe a Don Eduardo.
Yo no conocía esa zona montañesa y verde de Asturias, aunque sí la región vecina, Cantabria, de donde provienen los Ampuero que, a principios del siglo XVI, se asentaron en el sur de Chile. Se trata de una historia de sacrificio y esfuerzo de la cual me siento orgulloso como chileno, hijo de un país mestizo, formado por pueblos originarios e inmigraciones sucesivas, una mezcla que nos enriquece y otorga identidad y unidad.
Llegué a Corao, región de historia milenaria (como toda España), acompañado por el alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González Castro, quien conoce la zona como la palma de su mano y lleva diez años dirigiendo el Ayuntamiento.
Me impresionó lo que vi: la calle copada por más de un centenar de vecinos que guardaban sentados la distancia sanitaria requerida, y a un costado, frente a la casona natal de Don Eduardo, se hallaba un estrado con las banderas de Chile, España, Asturias y Cangas de Onís. Hicieron uso de la palabra el Alcalde, un representante de los descendientes de Don Eduardo y uno de los vecinos, el encargado de cultura de Asturias, la escultora, el historiador de Corao y este Embajador.
Y allí estaban la radio, la televisión y medios escritos. Aproveché la ocasión para expresar los agradecimientos chilenos por el coraje de Don Eduardo y el papel que jugó en el restablecimiento de las relaciones entre Chile, España y Perú. Y también para expresar lo que significa para nosotros Arturo Prat y la gesta del 21 de mayo, y que en ese sentido su acto adquiría un valor adicional inmenso, que acrecentaba nuestro agradecimiento.
La exposición sobre la vida del ilustre asturiano, montada en el Centro Cultural de Cangas de Onís, me hizo sentir una sana envidia por la forma en que los españoles -con sus monumentos y arquitectura patrimonial desde la época de los fenicios- valoran, conservan, cultivan y difunden su historia.
La muestra la componen fotografías, manuscritos e impresos de la época, revistas, libros, artefactos, en fin, todo aquello que habla de un pasado que a los españoles enorgullece y brinda sentido al presente y genera respeto hacia quienes forjaron al país. En esa muestra hay numerosos documentos que enriquecen también nuestra historia y que debiéramos conocer.
Comprobé que la Armada de Chile valora y destaca desde siempre el rol de Don Eduardo. Afecto correspondido: todos agradecen el homenaje y la placa colocada por la Armada en su tumba, en 1929, y el busto del español instalado en Iquique. Aproveché la visita para estrechar los vínculos con quienes cultivan en Asturias un capítulo clave de nuestra historia. Palpé también un interés de Cangas de Onís por establecer lazos con Iquique e instituciones culturales de Chile, iniciativas que, estoy seguro, prosperarán.
Tras visitar el vecino e impactante santuario de Covadonga, donde se rinde homenaje al Rey Pelayo de Asturias (685-737) por su resistencia ante los musulmanes, salí de esa zona semejante a Chiloé por su paisaje ondulado y boscoso, y volví a Madrid pensando en cuán importante es cultivar la historia para formar ciudadanos integrales, tolerantes y cultos, y construir un Chile más libre, justo y próspero.
por Roberto ampuero, embajador de chile
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