El rescate de viejos edificios porteños
El nuevo destino del inmueble de la Bolsa de Valores de Valparaíso es un buen ejemplo de las tareas que permiten recuperar la ciudad. El reciclaje urbano lo encontramos en muchas ciudades del mundo que han reconvertido sus edificaciones, bien ubicadas pero ya con baja utilización. Un buen ejemplo es Puerto Madero, en Buenos Aires.
El más que centenario edificio que ocupó la desaparecida Bolsa de Valores de Valparaíso, adquirido en 2019 por la Universidad Santa María, acogerá al Instituto Internacional de Innovación y Emprendimiento 3IE de esa casa de estudios superiores. El inmueble, que por décadas fue uno de los centros económicos más importantes del país, pero que tuvo un final poco feliz, fue adquirido en $2.000 millones por la Universidad en una decisión que significa apoyo a valores patrimoniales que tanto cuestan mantener en la ciudad. El Instituto de Innovación, por otra parte, es un aporte desde la academia a la tan necesaria renovación empresarial en tiempos de cambios económicos y sociales. Más allá de esa función relevante, la nueva vida que se da al edificio llama a mirar en su conjunto todo el antiguo centro financiero de la ciudad, hoy decaído en movimiento y ocupación. Hay allí edificios de alto valor y de fuerte presencia urbana, que sin un adecuado uso como es lo que asegura la Universidad Santa María, están condenados a un paulatino deterioro.
El reciclaje urbano no es novedad. Lo encontramos en muchas ciudades del mundo, que han reconvertido antiguas y valiosas edificaciones, bien ubicadas pero ya con baja utilización. Tenemos el ejemplo cercano de Puerto Madero, en Buenos Aires, antiguos almacenes portuarios que albergan desde exclusivos restaurantes hasta importantes centros universitarios. A la escala de Valparaíso es posible buscar nuevos destinos a esas antiguas edificaciones que pueden contribuir a dar una nueva fisonomía a la decaída y maltratada ciudad. Un buen ejemplo de nuevas utilización de valiosas edificaciones lo viene dando desde hace tiempo la Armada, situando en calle Prat y en Plaza Justicia algunas de sus reparticiones. También se ha logrado dar un nuevo uso del antiguo edificio del Banco Edwards, en las esquina de calles Urriola y Prat.
Una alerta extrema de deterioro lo tenemos en el antiguo inmueble donde se ubicaba el Bar Inglés, que literalmente se comenzó a caer a pedazos en plena zona de amortiguación del casco urbano declarado por Unesco como Sitio de Patrimonio Mundial. El anunciado rescate y la entrega de recursos, nunca suficientes, para el edificio del Hotel Royal es una buena señal que debería proyectarse a otros sectores de la maltratada ciudad. En ese sentido, hay que insistir en una gestión sobre el patrimonio enfocada a la atracción de inversiones, cuestión que, mirada en perspectiva, no aparece como prioritaria para algunos sectores de la ciudad; pese a todo, el acuerdo suscrito entre la Subsecretaría de Patrimonio y la Municipalidad puede significar un avance en la agilización de un nuevo modelo de gestión que rescate y de nueva vida a los valores existentes contribuyendo así a frenar el decaimiento de la ciudad.